Jhoswel Martínez es un nicaragüense que nació y creció en Managua, pero cuando tenía 16 años no tuvo más remedio que huir de su país porque su vida corría peligro.
Él era uno de los encargados de levantar la lista quincenal de muertos que dejaban los enfrentamientos con el gobierno de Daniel Ortega, cosa que no le hacía nada de gracia al dictador, por eso lo mandaron a capturar, así que decidió refugiarse en Costa Rica.
Él llegó a nuestro país el 4 de agosto de 2018 y se siente muy agradecido porque aquí pudo empezar una nueva vida; sin embargo, asegura que le duele ver como los ticos “desperdician” la democracia, por eso le envía un mensaje a la población y también otro al presidente Rodrigo Chaves.
Cuando llegó a Tiquicia siguió trabajando para el organismo de derechos humanos con el que colaboraba en Nicaragua, pero sus funciones crecieron porque el personal disminuyó un montón. La situación se fue volviendo cada vez más complicada, ya que la organización los absorbía demasiado, y lo obligaba a tener turnos de trabajo de las 5 a. m. a las 11 p. m. por lo que la explotación laboral era terrible.
Jhoswel dependía por completo de ese organismo, pues era el que financiaba sus gastos de hospedaje y alimentación; no obstante, nunca recibió el pago por sus labores y el trato de sus superiores era terriblemente irrespetuoso, por lo que puso una demanda en el Ministerio de Trabajo por explotación y acoso laboral, al tiempo que huyó del lugar donde ya casi que lo tenían secuestrado porque hasta le prohibían salir solo.
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Sueña con ser abogado para evitar las injusticias
A los 17 años el valiente joven agarró las pocas cosas que tenía y escapó del lugar donde los explotaban. Pasó una noche en un parque en San Pedro, y al día siguiente una amiga lo fue a recoger.
Luego, otros conocidos le tendieron la mano hasta que pudo hablar con sus familiares en Nicaragua para contarles lo que le estaba pasando y ellos lo ayudaron hasta que él pudo acomodarse.
“Conseguí trabajo en una cocina, luego en una empresa para ir a pintar casas, después en una empresa de publicidad y en una imprenta, pero me despidieron por ausentarme un día por enfermedad. Todos esos trabajos fueron sin contrato porque yo era menor de edad”, recordó.
Después formó parte de una ONG, en la cual estuvo dando asesoría a nicaragüenses que estaban en situaciones complicadas, algo que lo llenó de mucha satisfacción.
Jhoswel siempre ha tenido claro que quiere ser abogado. Cuando él llegó a Costa Rica no había terminado el cole, así que se puso las pilas y concluyó el bachillerato.
Su primer intento por estudiar la carrera de Derecho lo hizo en la UCR; con miles de costos presentó el examen de admisión, ya que como era solicitante de refugio le pedían mil cosas. Una vez que lo hizo no le parecía el resultado y cuando se resolvió el tema ya había pasado la matrícula, entonces no pudo entrar a la carrera.
Su segundo intento fue en una universidad privada; sin embargo, los ingresos que tenía en ese momento en varios trabajos no le permitieron avanzar mucho y tuvo que salirse.
Luego, durante la pandemia, se metió a estudiar, de forma virtual, en una universidad de Nicaragua, pero después de dos años de estudio a la institución le quitaron la personería jurídica, así que perdió todo lo que llevaba porque ya el título que iba a recibir no sería válido.
Ahorita el pulseador está haciendo un cuarto intento; recibió una beca en una universidad privada y espera que esta vez sí pueda sacar su título, porque sueña con defender a personas vulnerables de las injusticias hasta en los Tribunales de Justicia si es necesario.
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Envidia la democracia de Costa Rica
Jhoswel dice que lo que más le gusta y envidia de Costa Rica es la democracia; sin embargo, también siente que los ticos la desperdician.
“Vengo de una dictadura donde se violan los derechos humanos de la peor manera posible y a mí me molestó, por ejemplo, cuando el presidente Rodrigo Chaves dijo hace poco en un discurso ‘estamos en una dictadura’. Perdón señor, pero usted está totalmente equivocado, usted no sabe lo que es una dictadura, usted en absoluto ha visto lo que es una dictadura, no la vivido en carne propia, ojalá retire sus palabras.
“Yo quisiera tener una separación de poderes en mi país, una Corte Constitucional, una Corte que dé sentencias y que esta misma pudiese anular normas, que pudiera condenar funcionarios corruptos. Quisiera tener un poder electoral transparente como el Tribunal Supremo de Elecciones; quisiera tener una Asamblea Legislativa totalmente democrática, como la que hay acá, que es diferenciada, distinta, plural, que representa diversidad, eso es la democracia”, destacó.
El joven dice que le cuesta entender que en las últimas elecciones más de 42 de cada 100 ticos no fueron a votar, pues se sintió decepcionado de ver que tantos costarricenses desperdiciaron el valioso derecho de elegir a los gobernantes.
El nicaragüense actualmente es presidente de la junta directiva de la Asociación Intercultural de Derechos Humanos (Asidehu) y sueña con regresar a su país y, ¿por qué no? llegar a tener un puesto de poder allá para ayudar a reconstruir su nación y recuperar la paz.