Una nicaragüense llamada doña Guadalupe Ruiz, nacida en el puro centro de Estelí, hace 52 años, llegó el pasado 1° de agosto cargada de fe y alegría a la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles en Cartago, como parte de los miles de romeros que visitaron a la Negrita.
La peregrina tiene 20 años de vivir en Costa Rica. Llegó de la mano de su papá, quien siempre le dijo que se viniera para estas tierras, ya que aquí encontraría un mejor futuro para su familia (tiene 3 hijos) y ella le hizo caso.
La encontramos afuera de la basílica, estaba tomando un poquitico de aire para después entrar a agradecerle a la Patrona de Costa Rica tantos y tantos favores cumplidos, según nos comentó esta vecina de Heredia centro.
En medio de esa pequeña pausa fue que nos acercamos y lo primero que nos confirmó es que era su sexta visita seguida a los pies de la virgencita de los Ángeles. Siempre le ha tenido una gran fe.
Tres milagros
Ya con su mirada puesta en la entrada a la basílica confirmó que siempre se queda sin palabras para agradecerle a la virgencita porque, entre todo lo que le ha ayudado, le hizo tres milagros de sanidad.
“Tengo una nietica, quien a los tres años fue diagnosticada con diabetes. Cuando mi hija me contó lo de la diabetes, inmediatamente, se la entregué a la Negrita. Le dije que ella era la única que nos podía ayudar con ese diagnóstico y comencé a rezarle muy fuerte.
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“Le puedo confirmar hoy, un par de años después, y perdón porque se me salen las lágrimas, que mi niña no tiene diabetes. Si usted le hace un examen, ella le aparecerá sin nada. Así de milagrosa es mi virgencita de los Ángeles”, recordó.
Doña Guadalupe también, asegura, recibió dos milagros directamente de la Patrona de Costa Rica, quien la sostuvo, le dio fuerzas y le ayudó a ganar la guerra contra el cáncer, no una sino dos veces.
La primera gran batalla fue contra un cáncer de matriz. Fue una lucha muy grande, pero ella se mantuvo firme y llena de fe. A pesar de que fueron tres años muy duros en medio de quimioterapias, radioterapias y operaciones, logró ganar la guerra.
“Me tocó enfrentarme, por segunda vez, al cáncer. Usted sabe que cáncer es para mucha gente lo mismo que la muerte. Uno siente eso, la muerte, cuando le dicen que tiene cáncer, sobre todo, cuando es por segunda vez.
“Durante dos años luché contra el cáncer de colon. Fue una lucha que no hice sola, pasé pidiéndole a la Negrita que no me abandonara, que me diera fuerzas, que necesitaba salud para ir a los pies de ella cada 2 de agosto. Me volvió a curar, ella me volvió a dar la victoria”, recordó en medio de lágrimas.
Ya lista para entrar a la casa de la virgencita, totalmente agradecida, y con una medallita en sus manos, nos dijo que ya era hora de entrar a la basílica, agradecer y después irse a la piedra del hallazgo, porque iba a dejar la medallita ahí como agradecimiento por la sanidad.
“Cada 2 de agosto vengo a agradecer, a pedir por la salud de toda mi familia, por la bendición del país que tanto me ha dado, y a prometerle a la Negrita que, si me da salud, aquí me tendrá el otro año a sus pies”, dijo.
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Duro inicio
“Los primeros meses aquí, hace 20 años, fueron muy duros. Me vine de 31 años cumplidos teniendo que dejar un trabajo en la zona franca Las Mercedes, y aquí fue un arrancar de cero: sin trabajo, sin dinero, sin contactos, prácticamente, sin nada. Sí hubo familia que me recibió esas primeras semanas, gracias la Negrita siempre tuve un techo y comida”, recordó.
Una vez pasó el tiempito de acomodo en su nueva vida, se puso a buscar trabajo.
“Comencé limpiando casas, haciendo jardines a puro machete. No sabía nada de jardinería, pero me tocó aprender sí o sí. También aplanché ajeno porque hacía lo que me saliera para ganarme algo de dinero para mis tres hijos”, asegura.
Con gran orgullo y agradecimiento a la Negrita, nos dice: “Siempre he salido adelante con Dios y la virgencita de los Ángeles ayudándome. He llegado hasta el día de hoy, porque ellos dos jamás me han abandonado. Yo digo que he salido adelante sola, pero no es así, ellos siempre han sido mis protectores”.
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Se vino para Tiquicia con el hijo más pequeñito y los otros dos llegaron ya cuando estaba mejor instalada.
“Mis tres hijos ya están casados, hicieron su vida aquí. En eso también Dios y la virgencita no me han abandonado.
“La Negrita me hizo el gran favor de ayudarles a mis hijos para que pudieran sacar sus estudios. Les ayudó a ellos y me ayudó a mí dándome las fuerzas que siempre necesité para poder trabajar”, agradece la ahora herediana.
Nosotros acompañamos a doña Guadalupe en su visita a la basílica y la piedra del hallazgo. Con tremenda felicidad nos dijo: “Un año más que le cumplo. Mientras tenga vida y salud, aquí estaré agradeciéndole”.