Un edificio que se construyó en barrio Amón en los años 30 cambió sus paredes blancas por grafitis que reclaman la libertad de las mujeres.
La idea surgió después de la polémica que se generó a raíz de los grafitis que algunas mujeres que participaron de la marcha del Día internacional de la Mujer, hicieron en varios edificios históricos e iglesias de Chepe y que le robaron la atención al propósito de la marcha, exigir que ni una sola mujer muera como víctima de la violencia.
El edificio pertenece a la familia de José María Alfaro, quien recibió la llamada de Jimena Sagot, activista y defensora de los derechos de la mujer, ambos hablaron de lo molestos que estaban porque la gente hablaba más de las paredes rayadas y no de las mujeres asesinadas.
Así surgió la idea de usar este edificio como un espacio libre para que las mujeres que se sintieron censuradas pudieran pintar y escribir lo que les diera la gana.
"Da coraje que en un país como el nuestro la gente se preocupe más por algo que se puede tapar con un poco de pintura, y no por las mujeres que son asesinadas, o las niñas que quedan embarazadas", aseguró Alfaro.
Así que le dieron viaje, la convocatoria se hizo para el 22 de marzo y llegaron mujeres de todas las edades.
"Fue algo muy hermoso porque llegaban desde niñas de cuatro años con sus mamás hasta abuelitas de casi 80 años, durante días cientos de mujeres llegaron con tranquilidad y seguridad a decir lo que les molestaba", contó José María.
No hubo censura ni crítica, cada una eligió y puso lo que le dio la gana, desde frases poéticas, llamados a quererlas vivas y hasta rindieron homenaje a las 10 mujeres que han muerto durante este año asesinadas por sus parejas.
En las paredes se lee: "¿Qué parió mamá? Una mujer", "Aún tenemos la capacidad de amar", "No soy tu sierva", "Me quiero libre", "Primero yo, segundo yo, tercero yo", "Vivas las queremos", "Por nosotras estás aquí".
Las frases son tan variadas como las razones de quienes defienden la iniciativa, como quienes las han criticado.
"Me parece increíble que la gente se moleste por la estética y no entienda el mensaje", dijo Alfaro, quien aseguró que mucha gente se acercó a quejarse porque se veía feo, pero también para felicitarlos por no limitar a las mujeres.
Además, el dueño del chozón confirmó que la idea del proyecto no es dejar las paredes rayadas para siempre, ya están recogiendo los ¢300 mil colones que les costará pintar las paredes para que se vean blancas de nuevo.
Alfaro confesó que no le importa el dinero que invertirán para restaurarla porque si se compara con la publicidad en redes sociales que tuvo el movimiento a los derechos de las mujeres, el resultado es mucho mayor.
La histórica casa ahora se utiliza para realizar actividades culturales como obras de teatro, exhibiciones de pintura y conciertos.
Inclusive, no descartan volver con la iniciativa el próximo año si se los piden.
"Amón Solar es un espacio para que la gente se exprese con la danza, la música y cualquier tipo de expresión cultural, ese es el objetivo de este lugar y mientras sea nuestro lo haremos aunque la gente no le guste es nuestro derecho como dueños de la propiedad", comentó Alfaro.