Cuando Olinda Bravo llegó a Costa Rica, en 1999, tenía un objetivo muy claro: trabajar duro para enviar dinero a sus familiares que se quedaron en Nicaragua.
Empezó a laborar como trabajadora doméstica y tuvo malas experiencias porque ella no tenía claro de que a pesar de estar en otro país, también tenía derechos.
Afortunadamente, ella y otras 14 nicaragüenses tuvieron la suerte de empezar a recibir capacitaciones por parte del despacho de la Primera Dama en el 2003, por lo que empezaron a darse cuenta de que podían defenderse ante las injusticias.
“Llegaron funcionarios del Ministerio de Trabajo y nos explicaron que los patronos debían asegurarnos, que teníamos derechos a un salario mínimo y que eso que le decían a algunas de que por no tener lo papeles al día no tenían que pagarles prestaciones era mentira, nosotras tenemos los mismos derechos que los trabajadores costarricenses.
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“Algunos patronos nos decían que si reclamábamos algo nos iban a acusar con la Policía de Migración, por eso algunas nicaragüenses no se atrevían ni siquiera a ir a San José, pero con las capacitaciones fuimos aprendiendo mucho”, recordó.
El proceso se extendió por un año y permitió que las mujeres se unieran y formaran una familia, por eso cuando finalizó decidieron seguir reuniéndose por su cuenta y le dieron vida a la Red de Mujeres Migrantes Nicaragüenses.
“Quisimos compartir el conocimiento que habíamos adquirido con otras mujeres para evitar que ellas sufrieran las mismas injusticias por las que nosotras pasamos. Llegábamos al parque La Merced, donde se reunían cientos de nicaragüenses, para invitar a las mujeres a la red.
“Poco a poco fuimos reuniendo más integrantes, organizamos capacitaciones para formar lideresas y ya en el 2009 nos convertimos en una asociación”, contó.
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Más herramientas
Conforme crecía la red se dieron cuenta de que las mujeres que la integraban necesitaban más herramientas para abrirse campo en tierra extranjera y buscaron más opciones para formarse.
“No hacemos a las mujeres millonarias, pero sí las capacitamos para que ellas conozcan sus derechos y las que quieran pueden aprender a hacer uñas, repostería, manualidades, entre otras cosas, así van a depender de sí mismas y no de lo que el marido quiera darles.
“También las ayudamos a no sentirse culpables de haber tomado la decisión de buscar una vida mejor en otro país, porque aunque parezca mentira muchas viven sintiendo remordimiento por eso. Les quitamos de la mente el pobrecitas y les enseñamos el gran valor que tiene cada una”, aseguró la presidenta de la asociación.
Poco a poco se fueron uniendo a la red mujeres hondureñas, colombianas y de otros países, pero la mayoría de integrantes son nicaragüenses.
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Otras de las funciones de la red es dar asesoría migratoria para que las mujeres puedan poner en orden sus papeles y vivir sin temores.
También se da acompañamiento en temas de violencia, ya que al estar un país extraño muchas permiten que las agredan física o sicológicamente ya que no saben cómo defenderse legalmente.
Red de familiares
Olinda contó que cuentan con una red de familiares en Nicaragua, integrada por sus seres queridos, por lo que también han aprendido cómo ayudar a las inmigrantes desde allá.
“Nos pasaba que al principio algunas mujeres enviaban remesas a sus familias, pero estas no eran suficientes, así que les pedían más porque despilfarraban el dinero y tenían hasta que prostituirse para conseguir el dinero que les pedían.
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“Empezamos a capacitar a los familiares que teníamos en Nicaragua para que supieran el trabajo que nos costaba ganar cada dólar que les enviábamos y para que le dieran un buen uso a la plata. Les explicamos que lo mejor era que evitaran gastos innecesarios y que debían ahorrar para estudiar, construir una casita propia, en fin, para solventar las necesidades”, explicó.
Ahora esos familiares se han convertido en una gran ayuda para la red porque cuando alguna nicaragüense necesita solicitar una certificación, un acta o apostillar un documento, ellos ayudan para conseguirlo lo antes posible.
Incluso reciben a mujeres que quieren regresar a su país y no tienen familia o recursos en Nicaragua, por lo que las orientan sobre cómo empezar una vida allá.
Tres sedes
Ahorita la red cuenta con unas 300 integrantes que se dividen en las tres sedes que tienen: Los Guido, en Desamparados y Los Filtros y Concepción Abajo de Alajuelita. Pronto abrirán una en Upala.
“Hacemos reuniones mensuales para formar lideresas, además, los domingos nos reunimos para hablar, leer y pasar una rato agradable, tenemos tardes de café y espacios para ir formando a los niños de las integrantes de la red.
“Las mujeres inmigrantes que se quieran unir a la red pueden hacer el trámite sin ningún costo, solo se necesita tener entusiasmo, pueden contactarnos por medio de nuestra página de Facebook Red de Mujeres Migrantes Nicaragüenses.