Constantemente oímos hablar de diabetes como una enfermedad crónica que es factor de riesgo para otros males y tal vez algunos piensen que eso es para los golosos que les gusta comer postres.
Sin embargo, eso es solo un mito, la diabetes es una enfermedad de cuidado que afecta muchos órganos y convivir con ella no es jugando.
De eso puede dar fe Karina Salazar, una limonense de 46 años, quien desde los seis fue diagnosticada con diabetes tipo 1, este tipo justamente es el que le da a los niños por la incapacidad del cuerpo de producir insulina.
Este 14 de noviembre es el Día Mundial de la Diabetes y por eso le contamos la historia de Karina para así crear conciencia.
“Como la tengo desde los seis años, creo que es más difícil la tipo 2 porque las personas llevan media vida con unas costumbres y después deben cambiar toda su rutina. No comer dulces, no ir a tales lugares, si toma licor ya no puede hacerlo, siento que en ese sentido es difícil”, compartió Salazar.
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Karina explicó que la de su tipo se complica cuando el paciente llega a cierta edad, ya que todo se vuelve más difícil y no puede hacer cosas que los demás hacen.
“Es difícil adaptarse uno al trabajo, las personas no creen o no aceptan que alguien joven padezca la enfermedad. Por ejemplo, si alguien es diagnosticado a los 40, a los 60 años tiene 20 con la enfermedad, pero la gente la considera porque ya casi es adulto mayor, pero cuando yo tenía 30, tenía 24 de padecerla y no soy pobrecita. No tienen consideraciones con uno por la enfermedad, si se le baja a uno el azúcar”, compartió Karina, quien trabajaba como oficial de seguridad.
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El médico internista y diabetólogo Bernhard Hasbum confirma las dificultades laborales y asegura que constantemente debe estar haciendo dictámenes porque los jefes inmediatos son impermeables a la idea. Con el concepto de juventud es difícil pensar que una persona de 20 años pueda tener desequilibrios agudos en su salud.
Sin inyecciones puede morir
En su caso, Karina tiene que inyectarse dos tipos de insulina tres veces al día.
“Uno depende de la insulina, si yo no me inyecto me muero. Dependo del glucómetro para estarme midiendo los niveles en la sangre en la mañana, mediodía y la noche”, explicó la paciente.
Si un paciente diabético sufre una hipoglucemia (bajonazo de azúcar) y no la atiende a tiempo puede provocarle un coma y comprometer su vida.
“Si el paciente no la atiende tempranamente, puede entrar en coma y va a necesitar la ayuda de un tercero para que llame a la ambulancia para que le inyecten el azúcar en la vena y lo trasladen a un hospital y además se ha demostrado que los bajonazos de azúcar recurrentes pueden promover enfermedades cardiovasculares, por eso debemos evitarlas”, explicó el especialista.
Pensionada
Desde hace cinco años a Karina le entró una bacteria en los riñones y le dio disfunción renal grado 3, por lo que ya la pensionaron y no puede trabajar.
“Actualmente no puedo hacer paseos con caminatas largas, tengo que ir comida, no puedo improvisar, si voy a un lugar tengo que ir preparada. Tengo que llevar un control muy estricto, comer seis veces al día en el horario que toca, porque sino los órganos se van deteriorando. Si uno mantiene la diabetes con niveles altos se le caen los dientes, se afecta la vista, el corazón. Yo solo tengo dañados los riñones y tengo una neuropatía diabética. Y en la casa no puedo hacer los oficios domésticos seguidos, sin descansar”, dijo la limonense.
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