“La amputación de mi pie izquierdo comenzó con un accidente en moto. Iba a cumplir 35 años, era el 4 de mayo del 2006 e iba de acompañante en una motocicleta en Upala. De un pronto a otro nos pegó un trailer y no me acuerdo de nada más. Nunca me he acordado de nada sobre mi accidente. Me desperté a los dos días en el hospital sin saber qué había pasado realmente”.
Así nos recordó doña Marlene Salgado Balladares, vecina de La Lucha de Potrero Grande en Buenos Aires de Puntarenas, cómo arrancó su calvario físico y sicológico tras un accidente de tránsito.
“Diez meses después me amputaron la pierna izquierda. Jamás me lo imaginé porque estaba en tratamiento. Me mandaron por un injerto a la Clínica Bíblica y el doctor que me recibió me dijo unas palabras que jamás olvidaré: ‘señora, ¿cómo se imagina usted que le vamos a poner un injerto si eso está de cortar y botar, esa pierna está muerta?’. Eso me traumó por muchísimos años”.
Antes de la amputación, doña Marlene siempre trabajó para otras personas como cocinera en hoteles. Por herencia familiar tiene una cuchara sabrosa y eso todo el mundo se lo reconoce.
Gran depresión
La amputación de su pie izquierdo fue algo que le pegó demasiado fuerte a esta porteña. Ella lo acepta y nos explica que entró en gran depresión al verse si una pierna, además, porque la sociedad fue muy imprudente con ella, no podía ni salir a la esquina porque siempre había alguien que le hacía comentarios negativos y hasta humillaciones por su condición.
“Le estoy hablando 18 años después de amputación, ahora soy otra, pero por más de diez años, sicológicamente estuve muy afectada. La gente en la calle hasta me hacía llorar con las imprudencias que me decían, yo no quería ni salir por eso me deprimí demasiado.
“Al problema de la depresión se le unió otro igual de duro, el económico. La vida sigue y a una le siguen llegando los recibos, los hijos siguen comiendo tres veces por día y no tenía trabajo. Varios años muy duros pasé”, reconoce.
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En el 2016, después de luchar muy fuerte con la depresión y la falta de dinero, se llenó de valentía y buscó un trabajito. Como lo que siempre supo hacer fue cocinar, encontró como cocinera, pero no le fue bien porque le dolía mucho el pie, entonces tomó la decisión de renunciar al dinero por cuidar su salud.
Echar pa’lante
Un hijo fue el que encontró la llave para que doña Marlene saliera del todo de la depresión y pudiera generar alguito de dinero. Ese hijo comenzó a hacer chileras para vender y sin presionarla mucho, pero sabiendo que su mamá es bien buena para la cocinada, la motivó a hacer sus propios productos.
“De la mano con mi hijo fue que nació “La Cuchara de Tita”, mi primer emprendimiento. Comencé a hacer ceviches, escabeches, frijoles molidos, entre otros productos. No sabía nada de emprendimiento cuando tenía dos pies y fue hasta que tuve uno que comencé a crecer en ese campo.
“Cuando llegó la pandemia, en el 2020, ese emprendimiento bajó mucho y otra vez como que me quise deprimir, pero llegó el tejido a salvarme. Me metí a tejer para pasar distraída, para ganarle la batalla a la depresión y gané esa batalla gracias a Dios, pero también el tejido me metió de lleno en mi segundo emprendimiento”, reconoce doña Marlene.
Segundo emprendimiento
La emprendedora encontró su segundo negocito en los Amigurumis, que es una muy metida moda en el país que consiste en tejer muñecos pequeños, medianos y hasta grandes con la técnica de croché o ganchillo.
“Cuando dominé bien los amigurumis ya tenía una mentalidad más de emprendedora, por eso comprendí que eso podría significarme otra fuente de ingresos y me puse a emprender”.
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Hoy por hoy, ya doña Marlene tiene muy claro que la amputación de un pie más bien la hizo más fuerte.
“No niego que pasé por varios años duros, pero con la ayuda de Dios he salido adelante. Nunca tuve un negocio mío con dos pies y ahora con uno solo tengo dos.
“Claro, me faltan cosas, por ejemplo, la marca “La Cuchara de Tita” no la he registrado y en eso todavía necesito ayuda, también me gustaría algún tipo de ayuda económica para invertir en mis negocios porque ya entendí que sí puedo valerme por mí misma”, explica esta luchadora a la cual usted puede ayudar contactándola al: 8791-1916.
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“Ahora voy a ferias y vendo mis productos. Por muchos años creí que con un solo pie no serviría para nada, ahora entiendo que la mayor barrera de una está en la mente, si uno cree que puede, lo va a logar así le falte un pie o dos, todo depende de la actitud”, dice con orgullo la porteña.