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Mujer costarricense que se convirtió al islam maneja un taxi en Palmar Norte con vestimenta musulmana

Gente ha reaccionado con temor y hasta con bromas cuando la ven vestida de esa forma

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"¿Es un coche bomba?, ¿es taxista o asaltante? De esa forma, con el típico choteo del tico, algunos clientes se montan al taxi que desde hace once años maneja Esther Solano Morales, tica convertida al islam, y vecina de Palmar Norte, tierra donde nació.

Solano, quien era católica, tomó la decisión en setiembre del año pasado y cumple al pie de la letra los mandatos de esta religión que nació en la península arábiga con la aparición del profeta Mahoma.

La mujer se gana la vida como taxista en la zona de Palmar norte, en Osa. Foto: Alfonso Quesada.

Ella viste el hiyab, cuyo atuendo es característico entre las mujeres musulmanas, las que que practican el islam, y cuyo libro sagrado es El Corán, equivalente a la Biblia para los cristianos. Esther luce su ropa con orgullo a pesar de que se ha sentido discriminada por su apariencia.

También usa el nicab, el velo que cubre gran parte de su rostro y el pecho, además, sus otras prendas solo permiten que se le vean las manos, ya que esta vestimenta es un símbolo de modestia y privacidad.

Debido a su apariencia, Esther cuenta que le han dicho: “¿dónde tiene la bomba guardada?” o “Saque la ametralladora de Bin Laden”. Pero ella toma ese tipo de comentarios de buena manera y le explica a la gente por qué viste así.

“Me han dicho si soy chofer o asaltante. Una vez, una señora me miró muy feo porque tenía que llevar a su hija, pero antes de que saliéramos le dijo que mejor se bajara porque yo le daba miedo”, explicó Esther, quien al aceptar la nueva de religión también cambió su nombre por Mariam.

Incluso en algunos bancos no le han permitido entrar a esta madre de seis hijos, ya que le exigen que muestre la cara.

Ella reconoce que existen muchos mitos sobre la religión musulmana que se deben desmentir. Dijo que el rol de la mujer es de madre, esposa, ama de casa y también se le permite trabajar.

La mujer musulmana se quita pocas veces el nicab. Foto: Cortesía

Islam para todos

“El machismo por ejemplo es un mito. Muchos creen que yo visto así porque mi esposo me obliga, pero ando así porque quiero. Además, no tengo esposo. Otros creen que las mujeres no pueden trabajar porque en el Corán se dice que el hombre debe hacerle frente a los gastos del hogar completamente, pero si una mujer islámica quiere trabajar lo puede hacer y las ganancias que obtenga son para ella".

Islam para todos. Esther, o Mariam, también comentó que el islam permite el divorcio, pues la voluntad de Alá es que las personas sean felices.

Ella reconoció que es muy molesto cuando la gente le dice árabe, porque no tiene nada que ver una cosa con la otra.

“Decirle árabe a una persona que practica el islam no tiene sentido, porque la religión no tiene nacionalidad. El islam fue hecho para todos y para todo aquel que lo quiera adoptar”, dijo.

En la imagen aparecen algunos amigos musulmanes de Esther mientras hacen oración en Palmar Norte. Foto: Alfonso Quesada

La taxista le contó a La Teja que el día más importante de la semana para su religión es el viernes.

“Ese día el varón está obligado a ir a la mezquita, pero la mujer no. Ese día leemos capítulos del Corán. En el islam no hay día de reposo. Las cinco oraciones que realizamos durante el día se distribuyen de la siguiente manera, antes del amanecer, al mediodía, a la media tarde, al atardecer y en la noche”, dijo.

Cuenta que trata de buscar un lugar adecuado para hacer sus oraciones . “En San José hay una mezquita que se llama Luz y Fe cerca del el mercado Central, a la que suelo asistir. Allí hay personas con las que comparto mi fe, porque en Palmar Norte no hay nadie”.

Esther también nos contó por qué decidió hacerse musulmana.

“Siempre he creído en Dios, visité iglesias y leí la Biblia, pero sentía que me hacia falta algo. He sido una mujer sufrida y he vivido experiencias muy complicadas. Estuve cuatro años pidiéndole a Dios dirección”, comentó

Fue así como llegó a una página en Internet en la que se dio cuenta del islam, así que investigó y decidió hacer el cambio.

Al asumir su nueva fe dejó de comer carne de cerdo, varió su forma de vestir y no puede tomar licor.

“El cambio fue radical, porque antes vestía shorts y blusas de tirantes. Ahora tengo a Alá (Dios) en todo momento de mi vida, para ir al baño, al acostarme o levantarme. Antes de cada oración hay que estar limpio y algunas partes del cuerpo se deben lavar. No puedo tomar licor, ni entrar a lugares donde haya licor ni sentarme con gente que esté tomando bebidas alcohólicas. Además, la amistad entre una mujer y un varón no es permitida”, dijo.

Esta mujer, además de profesar esa religión y ser taxista tiene varias cursos en decoración de eventos, relaciones humanas, barbería, corte y confección y repostería entre otros, así que tiene muchas formas ganarse la vida y mantener a sus hijos con la bendición de Alá.

La mujer musulmana se viste de payasita y se hace llamar Repollita. Foto: Cortesía.
Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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