El demógrafo más destacado de Costa Rica, el doctor Luis Rosero Bixby, está convencido de que el golpe en los hogares de las dos mil mujeres muertas por covid-19, es triple, porque la mayoría eran madres, pero también otra gran cantidad eran abuelas y hasta bisabuelas.
Al 13 de agosto el país registra 5.211 fallecidos por coronavirus, de esos 3.210 son hombres y 2001 mujeres.
“Debido al perfil y la edad de ese 40% de mujeres que ha matado el covid-19, se puede deducir que la gran mayoría eran madres.
“Estas dos mil muertes pegan tres golpes ya que afectan a los hijos, a los nietos y hasta a los bisnietos. Esta pandemia ha golpeado y muy duro en los hogares del país. Han quedado muchos huérfanos, demasiados”, explica el demógrafo.
El especialista dice que la mayoría de costarricenses que superan los 25 años son madres y de las dos mil mujeres fallecidas por el virus, muchas son mayores de 35 años.
“Una gran mayoría de las madres que nos han fallecido son mayorcitas, digamos que ya abuelitas y como es la tradición en este país, abuelitas muy queridas por todos en la familia. Ahora que se viene el Día de la Madre es bonito recordarlas, reconocerles todo su esfuerzo como pilares de las familias”, asegura.
El doctor considera como un cuarto golpe que esas piezas fundamentales de los hogares fallecen solitas en el hospital y sin poderse despedir de sus familiares, de aquellos que las amaron tanto.
“También duele que esto parece de nunca acabar, cuando parece que el asunto se calma, vuelve a golpear con más fuerza y a matar más gente, como es el caso de la variante delta, eso nos obliga a no bajar los brazos.
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“Duele que muchas de esas mamás, abuelitas y bisabuelitas se contagiaron porque alguien joven de la familia, muchas veces por obligación, tienen que salir a trabajar y las contagian. Es muy raro que una de estas mamitas se haya infectado porque salió a la calle”.
Nietico no lo supera
La familia de doña Ligia Soto es un triste ejemplo de lo que expone el demógrafo.
Ella es hija de doña Eliza Arguedas, quien falleció el 6 de marzo del 2020 (fue la víctima mortal número 17 del país por covid), a los 71 años.
Soto dice que Angelo Arce, su hijo de 8 añitos, después de más de un año y 5 meses sigue llorando a su abuelita y sin creer del todo que se haya ido al cielo.
“En la familia todos estamos muy golpeados, mami era el pilar de la casa, era el centro positivo y lindo del hogar. Vamos a vivir un segundo Día de la Madre durísimo, ya sabemos que será un día de llorar desde la mañana hasta la noche.
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“Me preocupa Angelo, él sigue sin superarlo, lo hemos tenido que llevar al sicólogo porque está muy afectado. Le estamos dando mucho apoyo, pero es difícil que comprenda, estando tan pequeñito, que de un pronto a otro su abuelita amada ya no está… me cuesta a mí que soy adulta, imagínese a él”, comenta doña Ligia.
Doña Ligia dice que la marca profunda y dolorosa que les dejó el covid-19 los hace cuidarse mucho, salir corriendo a vacunarse y respetar al máximo los protocolos sanitarios.
“Uno desea como llevar de la mano a todas las personas a vacunar. No entendemos cómo hay gente que todavía no cree en la pandemia o no quiere vacunarse. Nosotros salimos de la casa porque es obligación trabajar, pero deseamos como estar en una jaulita sin contacto para no contagiarnos, ya sabemos el daño tan grande que ese virus hace”, dice.
Fue tan duro el golpe que la familia vendió la casa en La Laguna de Fraijanes. El dolor diario por el recuerdo que dejó la abuelita en cada rincón era insoportable y por eso compraron otra casa en Dulce Nombre de Alajuela.
Miles de niños huérfanos
A finales de julio pasado La Voz de América confirmó que casi un millón de niños han quedado huérfanos en el mundo por culpa del covid-19, ya que perdieron a uno de sus papás, abuelos o quienes los cuidaban.
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De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) para el 2020, la edad promedio de la madre tica, al nacimiento del primer hijo, es de 27,5 años.
El país, según los datos, registra 1.518.531 mamitas, de las cuales 858 mil son casadas o vienen en unión libre; 660 mil no viven con la pareja.