“Más deterioro social, más desigualdad, más pobreza… ese es el camino que sigue Costa Rica según lo ha revelado el último Informe Estado de La Nación. Solo en un dato, en cuanto a la desigualdad de ingresos, se ha dado en 2021 el nivel más alto en 35 años. Y, hace pocas semanas, apenas revisábamos datos de la situación de la pobreza, reveladas por la Encuesta Nacional de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos que apuntaban en la misma línea.
“Seguimos siendo testigos de que muchos de nuestros hermanos la pasan mal; como si fuera poco, son pocas las opciones de que puedan surgir realmente de la situación en que se encuentran”. Así reflexiona el obispo de Ciudad Quesada, monseñor José Manuel Garita, sobre la realidad costarricense a 25 días para que finalice el 2022.
El sacerdote advierte que el deterioro social, la poca calidad de vida y la falta de acceso a oportunidades de desarrollo son el pan de cada día de cientos de miles de personas que habitan en nuestra nación, a causa de un modelo económico que ya está más que desgastado y que ha favorecido por varias décadas a unos cuantos, a las clases sociales más altas de nuestro país.”
“La experiencia enseña que, cuando falta una acción apropiada de los poderes públicos en lo económico, lo político o lo cultural, se produce entre los ciudadanos, sobre todo en nuestra época, un mayor número de desigualdades en sectores cada vez más amplios, resultando así que los derechos y deberes de la persona humana carecen de toda eficacia práctica”.
“La realidad es muy dura y golpea siempre a las clases más desprotegidas. Por años distintas promesas políticas quedan sin ver su realización. Cuando el Papa Juan XXIII clamaba por la paz en la tierra, el mundo vivía distintas tensiones, como las que se viven hoy, y como también en algún momento señaló el Papa Francisco en el sentido de que vivimos una guerra por partes”, comenta monseñor Garita.
Para el obispo tanto hace 60 años como ahora, “además de clamar por el cese de cualquier guerra, debemos clamar por la dignidad del ser humano, por el ejercicio de su libertad, por el justo ejercicio de sus derechos, por el bien común en la sociedad… solo así podremos entonces hablar de alcanzar una paz verdadera”.
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Considera monseñor que en el país cada día son más urgentes las soluciones reales para lograr que más de un millón de costarricenses salgan de la pobreza.
“Cada vez es más urgente que haya empleo, y empleo digno. Del mismo modo, debemos procurar una educación de calidad que dé herramientas a nuestras generaciones futuras y, con ello, podamos procurar una mejor sociedad en el futuro.
“Pidamos a Dios que haya paz, que la alcancemos sobre la base de sabernos todos iguales, con la misma dignidad, en una sociedad en que nadie sea excluido y en la que haya verdaderas oportunidades para salir adelante”, concluye el obispo.