Cuando el misionero tico Roberto Ramírez Quesada supo por las noticias que unas 100.000 personas huyeron de sus hogares en Ucrania y miles más buscaron refugio en el extranjero tras la invasión rusa pensó en que ojalá pueda volver al país atacado lo antes posible.

“Salí no por voluntad propia, sino por la orden de la organización. Apenas tenga luz verde regresamos”, comentó el costarricense, quien se encuentra en Francia.

Ha pasado apenas una semana desde que este ingeniero y misionero tico salió de Ucrania porque así lo mandó la organización cristiana Operación Movilización (OM) cuando se veía que la invasión rusa ocurriría más temprano que tarde.

Cuando al fin ocurrió lo que tantos temían, en la madrugada de este jueves, Roberto comenzó a recibir información sobre una realidad más dura de la que se muestra en televisión y en los periódicos.

“Compañeros, amigos y fieles que se encuentran allá me dicen que se están dando más ataques e invasiones en Ucrania que las que se refleja en la televisión, que prácticamente son doce de las zonas más importantes las invadidas por los rusos”, aseguró.

Reina el temor

Añade que ciudades a pocos kilómetros de donde él vivía (Kaharlyk, a 80 kilómetros de la capital ucraniana, Kiev) han sido bombardeadas.

“Me cuentan que reina el temor y que muchas familias salen huyendo a zonas escondidas con la esperanza de protegerse de los ataques, el resto se encierra en sus casas, aterrorizados por el sonido de las bombas”.

Por más difícil que sea de creer para Roberto, la propia ONU habla de un panorama muy amargo para las familias ucranianas.

“No podemos aún confirmar las cifras exactas, pero está claro que hubo importantes desplazamientos al interior del país y algunos movimientos en las fronteras. Pensamos que cerca de 100.000 personas huyeron ya de sus hogares y podrían haberse ido a las zonas rurales y que varios miles cruzaron las fronteras internacionales”, dijo a la agencia de noticias AFP Shabia Mantoo, una portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur).

Paraiseño de cepa

Roberto, de 33 años, es ingeniero industrial graduado de la Universidad Fidélitas y nació en Paraíso de Cartago.

Salió de Ucrania con cinco franceses y un noruego. Primero viajaro a Polonia, luego recibieron la orden de proseguir y ahora se encuentran en Francia.

Al pedirle su opinión sobre la invasión rusa dijo que por disposición de la organización para la cual desarrolla su función espiritual, tiene prohibidas las opiniones políticas.

“Como ser humano lamento este sufrimiento que trae la guerra”, dijo.

El tico tiene cuatro años de ser misionero y anteriormente sirvió en El Salvador, Taiwán y África del Norte.

“Mi apostolado lo realizo en Kaharlyk, un pueblo a ochenta kilómetros de Kiev, donde aparte de dar a conocer a un Jesús integral, trabajamos en centros de cuido infantil, programas medioambientales y capacitación a niños y jóvenes en diferentes ramas del trabajo”, nos comentó el 16 de febrero para una nota que publicamos sobre él.