Este jueves 20 de febrero, pasadas las 5 de la tarde, llegó al aeropuerto Juan Santamaría el primer vuelo con 135 de los más de 200 migrantes deportados por los Estados Unidos, originarios de países como China, Ghana, Afganistán, Jordania, Armenia, Rusia y Vietnam.
Hay que recordar que el presidente de la República, Rodrigo Chaves, aceptó utilizar a Costa Rica como una especie de país puente para que estos inmigrantes sean repatriados.
Una vez que tocaron suelo tico, los migrantes fueron trasladados al Centro de Atención Temporal a Migrantes (CATEM), en Corredores, Puntarenas, donde se van a mantener mientras esperan a ser procesados.
Según explicó Omer Badilla, director general de Migración, de total de migrantes que llegaron este jueves, 65 son niños y 70 adultos, siendo en su mayoría familias.
Una de las mayores preocupaciones que invaden a los ticos es, ¿qué va a pasar si ellos no se quieren ir?
Y si se lo pregunta sí, en Costa Rica tienen varios portillos que pueden aprovechar para quedarse en el país.
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Comenzando con que la mayoría de países de Asia tienen como requisito una visa de entrada, la cual puede tardar varios meses en emitirse.
Otra opción sería solicitar refugio o asilo político cuyas solicitudes, habitualmente, tardan de tres a cuatro años en investigarse y resolverse.
Pero, según el director de migración, “prácticamente, la totalidad va a ir a sus países de origen. Si existiera la posibilidad de una solicitud, se atenderá oportunamente”.
Sobre los restantes 65 migrantes que los Estados Unidos estaría enviando, no se tiene una fecha clara de ingreso, pero el experto detalló que podría ser en los próximos días.
El CATEM
Ahora, ¿cómo se ve el lugar en el que estos migrantes van a pasar las próximas semanas? En La Teja obtuvimos imágenes exclusivas del espacio, previo a la llegada de este grupo.
El CATEM se parece más a un galerón que a cualquier otra cosa y cuenta con la capacidad de albergar, al menos, a 300 personas.
El recinto cuenta con una batería de baños y, desde inicios del 2024 se estrenó un Espacio Seguro, para que los niños y adolescentes de familias migrantes tengan donde jugar, leer y hasta recibir talleres de prevención de la violencia y salud mental.