Era un chiquito de nueve años cuando su familia migró de Nicaragua rumbo a nuestro país en busca de nuevas y mejores oportunidades. Eso ocurrió el 2 de octubre de 1993, fecha que Marcelo Leiva Fajardo nunca olvidará.
Por su corta edad, no entendía lo que ocurría, pero con el tiempo comprendió que aquel cambio representaba la gran oportunidad de cumplir un sueño.
Tiene 30 años de vivir aquí, tres décadas que le permitieron prepararse para convertirse, poco a poco, en un reconocido diseñador de modas y con su propia marca de ropa ML.
Claro está, el camino no ha resultado sencillo y este modista tuvo que superar obstáculos y dificultades, pues tenía claro su anhelo de trascender en esta industria.
En Costa Rica terminó la escuela y con casi 16 años tuvo que dejar el colegio cuando cursaba décimo año.
“Solo mi papá trabajaba y me tocó salir a trabajar en maquilas, donde comenzó a surgir la facilidad de aprender el manejo de máquinas y de coser.
Lo curioso es que desde que era niño alguien marcó su sueño y sin saberlo fijó su mirada en el mundo de la moda. Esa persona fue su mamá, Martha Fajardo, quien siempre tuvo su maquinita de coser y como Marcelo no se separaba de ella, fue aprendiendo este arte y agarrando mañas.
“En la casa siempre hubo máquinas y veía a mi mamá haciendo costuras, nos hacía ropa con retazos y otras cosas que necesitábamos. Estar a su lado fue una gran enseñanza”, recordó el hijo menor de Martha, quien tuvo cuatro hombres y tres mujeres.
Ya de muchacho, entre 2008 y 2012, este diseñador, de 39 años, entró a estudiar al Instituto Nacional de Aprendizaje, INA. Se matriculó como técnico en diseñador de modas y ese fue el paso final para vivir su sueño hecho realidad.
Durante casi cuatro años se preparó en costura, diseño y moda. Justo terminando su formación, aparecieron sus primeros trabajos, incluso desfiles en otros países.
LEA MÁS: Nicaragüense se vino para Costa Rica sin nada en la bolsa y ya montó su propio negocio aquí
“Comencé a tener conexiones con otros diseñadores a nivel internacional y participar en desfiles, con menos de un año de haber salido de estudiar para ir a Honduras, Nicaragua y Ecuador”, relató.
Luego, el camino como profesional le tenía otros destinos como República Dominicana, México y varias veces en su país de origen.
“Casi todos los años viajaba a Nicaragua y Honduras a presentar mis colecciones”.
En Costa Rica también comenzó a disfrutar del éxito de su trabajo, tanto que abrió un estudio en barrio Córdoba en San José, donde ahora trabaja sobre todo prendas para caballeros, su línea fuerte.
Y cuando mira hacia atrás, luego de tantos años desde que vinieron de Nicaragua, reconoce que desde el primer día sus papás le inculcaron el respeto por las personas y el país en el que vivirían.
“Nos insistieron en que se venía a trabajar y que debíamos respetar el país, estudiar y esforzarnos, querer, anhelar y tener sueños. Nos enseñaron a trabajar honradamente, cuidar y amar a las personas, porque veníamos a otro país diferente”, recalcó.
Además, la experiencia de dejar el cole para ayudar en la casa fue un capítulo que le enseñó a valorar mucho.
“Con el paso de los años eso me dio mucha madurez para saber lo que cuesta trabajar, ganarse la plata de uno, aportar y ayudar a la familia. Fue un cambio muy bonito porque se va descubriendo lo que conlleva trabajar, esforzarse, prepararse, estudiar para seguir con cursos, para pulirse más en lo que es diseño”, comentó
Y lo que vino después fueron experiencias muy bonitas, como el reto de salir del país con regularidad para presentar sus prendas en desfiles internacionales como Prodia en Ecuador, Diseña en Nicaragua, Heathrow Fashion Week de Honduras y el Men Fashion Week, en Dominicana.
Según cuenta, su éxito va mucho de la mano con ir despacio, pero con calma, “haciendo todos los sacrificios que se puede para tener las ganancias y resultados a futuro”.
A los desfiles fuera del país se suma el desafío de tener colecciones aquí en Costa Rica y trabajar con diferentes artistas, modelos y clientes que han apreciado su trabajo durante diez años.
“Lo difícil no es tener una marca, sino mantenerla, ser constante, trabajar y seguir adelante. Uno va surgiendo y saliendo de todas las adversidades”, resaltó.
Y parte del esfuerzo tiene que ver con su decisión de terminar un pendiente.
“Este año retomé las clases en el nocturno del Liceo de Desamparados para terminar el bachillerato, porque en mis planes está el anhelo de especializarme en el extranjero”.
Con su trabajo, este hombre de origen nicaragüense ayuda a su mamá, quien hoy tiene 76 años. Su papá murió hace dos años y a este diseñador le reconforta que compartió con él muchos de sus triunfos.
Quienes quieran comunicarse con él para algún diseño o trabajo, lo pueden contactar al teléfono 8755-7594 o en su página en Instagram marceloleivacr.