¿Alguna vez ha escuchado de las bicicletas eléctricas o e-bikes? Y no, no se confunda igual que como yo lo hice, pensando que se trata de una de las bicis que se ven en todo lado, que llevan un motor y hacen un ruidazal.
Cuando hablo de e-bikes, me refiero a acabados de lujo y tecnología de punta. El verdadero futuro del transporte.
Bueno, resulta que pude manejar una por una semana y fue un lujo.
Pero antes, ¿cómo nació todo?
Cuando Felipe, mi jefe, me llamó para decirme que Ciclo Boutique, la reconocida tienda de bicicletas en San José centro, nos iban a prestar una cleta eléctrica, no supe ni qué decir.
“¿Qué es lo peor que puede pasar?“, pensé.
Luego me acordé que la última vez que me monté en una bicicleta tenía 12 años y, más importante aún, que mis rodillas y pulmones ya no son iguales a los de esa época.
También, como adulto responsable y con dolores lumbares, pensé: ¿qué pasa si me caigo?, ¿y si me atropellan, me cubre el seguro?
Por si fuera poco, la bicicleta cuesta más de 2 millones y medio de colones, así que caerse no era una opción.
“Por la plata baila el mono, es trabajo y hay que hacerlo. De por sí, soy bien valiente“, pensé.
Qué equivocado estaba...
Arranca la travesía
Así, como cualquier relación, todo comienza con una primera cita y la mía estaba pactada para el miércoles 30 de octubre. Lugar: Ciclo Boutique en Chepe centro.
Y así, como si fuera a verme con una muchacha, me arreglé bien guapo. Me puse colonia, gel en el pelo, planché la camisa, me puse esa chaqueta en la que me veo increíble y un par de jeans.
Yo sé lo que están pensando, la peor ropa para ir a cletear y sí, están en lo correcto.
Pero bueno, así galán me fui para Ciclo Boutique y, no es por echarles flores, pero me atendieron de maravilla. Me midieron para darme una bicicleta a mi medida y hasta me explicaron cómo ponerme el casco --uno pensaría que es sencillo, pero tiene su ciencia.
En eso, a lo lejos la ví...alta, oscura, con aros café y un marco grueso, así como le gustan a más de uno. Ahí estaba...la mamba negra (así le puse y sí, les adelanto, me encariñé con la bendita bicicleta).
Un chuzo de cleta
Robertson Castro, asesor de Ciclo Boutique, me explicó que la bicicleta viene con un sistema eléctrico a lo interno -- por eso el marco es tan grueso--, que ayuda a la hora de pedalear.
La manivela tiene una pequeña pantalla a un costado, que marca el tipo de velocidad (Eco, Tour, MTB o Turbo) y, dependiendo de cada “clase”, así va a ser la intensidad de la ayuda.
Para explicarles, con el nivel Eco por cada pedaleda el sistema eléctrico transfiere suficiente energía como si fuera pedaleada y media. En Tour cada pedaleada vale por dos, mientras que con el modo Turbo, una pedaleada son cuatro vueltas y media.
Con eso entendido, llegó la hora de la hora: tenía que subirme por primera vez en la bici, y no les voy a mentir, busqué cualquier forma de quitarme el tiro.
Un par de nubes negras se asomaron y les dije que mejor no para no mojarme. Pero así como ese amigo necio que en vez de seguir la corriente da soluciones, me dieron una capa y me mandaron a la guerra.
¡A toda velocidad!
Envalentonado, de un brinco me subí a la cleta y puse un pie en el suelo para no caerme, y antes de salir soplado, Robertson me advirtió: “No salga en modo turbo, es muy fuerte”.
Muy gallito lo ignoré y ¡boom! Una pedaleada y sentí como si me patearan, ¿han visto las películas de Rápidos y Furiosos, que aceleran y se les va la cabeza para atrás? Fue igualito.
A duras penas y empapado por la lluvia, logré acomodarme y le agarré el toque a la bicicleta. No había pasado ni un segundo y me di cuenta que, ¡el chuzo parecía manejarse solo!
Me sentí como un chiquillo de 10 años que salía a cletear con los amigos del barrio y, así como ese niño, no me quería bajar cuando ya tocaba irse.
Y, a pesar de que todas mis dudas, miedos y ansiedades quedaron en el pasado, la prueba real vendría a los pocos días cuando me tocara andar en la calle.
A lo largo de la semana la usé para ir al gimnasio y otras vueltillas cortas. No me aventuré a llevarla hasta Cartago, por ejemplo, pero sí me salí de mi zona de confort y, ¡qué delicia!
El viento rompiendo contra el casco cuando uno va bajando una calle a 35 km/h, el poco esfuerzo que había que hacer a la hora de subir colinas gracias al sistema eléctrico.
Podía salir a dar una vuelta de 40 minutos y no regresaba jadeando, listo para tomar un poco de agua y salir de nuevo.
Veredicto
Así como todo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.
El asiento, por ejemplo, no me encantó, podría ser un poco más cómodo. Al rato de usarla ya duele por allá abajo. También, por la batería, es muy pesada y alta, entonces hacer lo altos en la calles es un poco complicado.
Otra cosa que no me gustó, y esto ya no es culpa de la bicicleta, es la impertinencia de los conductores. Muchas veces los carros se me echaban encima o había que tirarse a la acera para capeárselos.
Y claro, el precio de más de 2 millones 615 mil colones es un gran punto negativo, ya que no son tan accesibles.
Sobre lo bueno, en realidad, llevaba años sin tener tantas ganas de andar en bicicleta.
Después de cada sesión quedaba con energía, me ahorraba plata en gasolina y hacía un poco de ese cardio que tanto me hace falta.
Me encantó que hace un ruido similar a un ronroneo cuando la batería está trabajando y cargarla es muy simple, se pega a la pared y listo.
Es más, tal vez no le di suficiente palo, pero la batería solo tuve que cargarla una vez en toda la semana.
En resumen, es una gran bicicleta y el medio de transporte alternativo perfecto, siempre y cuando tengan la billetera para costearla.