El matrimonio sancarleño conformado por Katherine Rojas Solano y Johnny Corella Pérez se propuso cumplir su sueño de llegar hasta Alaska en su combi Volskwagen amarilla y ni la pandemia los ha detenido, aunque si les complicó el asunto.
Estos esposos tan pies calientes bautizaron su travesía como “Kala de viaje”. Kala es una palabra hindú que describe a los que les gusta lo esencial de la vida, lo simple y que le gusta viajar, por lo que ambos se enamoraron de la palabra y se la tatuaron en el alma como una filosofía de vida.
Aunque el viaje empezó el año pasado, todo comenzó a gestarse en el 2013 cuando eran solo amigos y comenzaron a realizar sus primeras salidas en Tiquicia con una mochila al hombro y a pura troleada.
Ellos mochilearon en Costa Rica, Panamá y Nicaragua durante los fines de semana largos o durante sus vacaciones y entre sus viajes se dieron cuenta que esa debía ser su forma de vida diaria.
Ambos son de Ciudad Quesada y se casaron en noviembre del 2016, momento en el que entendieron que debían buscar la forma de vivir viajando, así que poco a poco fueron armando la idea, al punto que un año después compararon una combi Volkswagen T2 Clásica de 1974.
Sueño de viajar
“Entendimos que necesitaríamos un vehículo que fuera mecánicamente fácil de trabajar, que no nos dejara botados por repuestos. Además tenía que gustarnos a los dos y fue así como nos decidimos por un clásico, la combi”, nos explicó Katherine.
Ellos se encargaron de equipar la combi, labor en la que duraron nueve meses para ponerle un lavatorio, el sofa-cama y un mueble para los trastos, ya que a partir de ese momento sería su casa.
Con todo preparado, el matrimonio salió de Ciudad Quesada el 15 de setiembre del 2019, con el fin de recorrer América en su casa rodante. Antes del banderazo de salida hicieron una venta de garaje para ayudarse con los gastos. Además vendieron el departamento que tenían y hasta la ropa.
Para irse sin ataduras y como no tenían fecha fija de regreso, Katherine renunció a su trabajo en el área administrativa de una escuela, mientras que Johnny, quien es ingeniero en sistemas de computación, renunció a la empresa en la que breteó durante seis años.
Ellos decidieron bajar a Panamá para foguearse y luego empezar a subir al norte.
“Mucha gente y hasta familiares, nos dijeron que estábamos locos y nos cuestionaron sobre cómo íbamos a dejar todo tirado para irnos a viajar, así que se quedaron en shock. Nos advirtieron que en ese carro tan pequeñito no se podía vivir, además que era muy viejo, en fin, hubo miles de advertencias.
La mejor decisión
“Estamos convencidos que tomamos la mejor decisión, ha sido y es una experiencia única en la vida. La vida misma es una aventura y esto que estamos viviendo va a marcar para siempre las nuestras. Disfrutar otras culturas, conocer a otras personas y lugares, provoca que mentalmente se abra un universo gigantesco. No nos arrepentimos para nada, por el contrario, lo estamos disfrutando demasiado”, asegura Johnny.
Cuando nos atendieron para esta nota, hace cuatro días, estaban en México, en Querétaro, en La Peña de Bernal, que es el tercer monolito más grande del mundo. Ellos ya recorrieron siete países: Panamá, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice y México. Han rodado 13.500 kilómetros por el momento.
En marzo del 2020 el viaje iba pura vida, hasta que el mundo se detuvo por completo por la pandemia, así que los países cerraron sus fronteras y ellos estaban en Cancún, México en ese momento.
“De marzo a junio del 2020 estuvimos en México, creyendo que lo de la pandemia pasaría pronto, pero cuando entendimos que iba para largo, regresamos a Costa Rica en la segunda semana de junio (se quedaron en la casa de sus papás), dejando con mucho dolor la combi.
“Pasamos la Navidad y Año Nuevo del 2020 en Costa Rica y el 10 de enero del 2021, cuando las fronteras lo permitieron, volvimos a México, a Chiapas que fue donde dejamos el carro. La pandemia nos frenó el sueño, pero no nos lo quitó, así que seguimos con nuestra meta de llegar a Alaska”, asegura Katherine.
Estos ticos viajeros esperan estar en Estados Unidos en la primera semana de julio, ya que su viaje lo disfrutan al máximo y no lo quieren completar en una pura carrera.
Como ya tienen claro que no podrán llegar a Alaska este año, esperan poder cumplir su meta en el 2022, entre junio y agosto, los meses que más se prestan para su recorrido, pero también entienden que todo dependerá de cómo se mueva el planeta con la pandemia.
“Nos decidimos por Alaska porque es lo más al norte que podemos llegar en carro en nuestro continente, además, marca nuestro rumbo, siempre viendo al norte. Hace pocas semanas adoptamos un gatito en Ciudad de México al que le pusimos Balam porque en lengua maya significa jaguar.
“Estamos muy felices de disfrutar esta libertad de estar donde queramos, de poder tener un patio distinto cada día”, concluyó la sancarleña.