Muchos sienten temor de ser asaltados mientras van entrando a la casa. Al protagonista de esta historia no le pasa eso, pero teme que lo receten con una multa por algo tan sencillo como meterse a su cochera con el carro.
Don William Zárate, comerciante y vecino de Tibás, comenzó a vivir un calvario para entrar a su casa y atender a los proveedores de su local desde el pasado 12 de agosto.
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Los cambios viales hechos en el cantón le dejaron una "hermosa" doble raya amarilla. Para meterse a la casa debe brincársela y eso no se lo perdonan los tráficos. Lo ven y de una va la multa.
"Ya me hicieron un parte porque estaba estacionado en el carril exclusivo para buses, que quedó frente a la entrada de mi casa. (El parte fue) mientras descargaban un vidrio de más de un metro de largo con el que trabajo; pero igual, cada vez que voy a entrar a mi casa con el carro tengo que darle varias vueltas a la manzana antes para calcular que no tengo carros detrás y apurándome mientras abro el portón", explica don William.
Parece una escena sacada de una película de humor, pero es la triste realidad.
Eso no le pasaba antes. Ocurre debido a los cambios viales.
Recuerda don William que la doble raya amarilla, según la Ley de Tránsito, es como un muro que los conductores no pueden pasar pero a él –y los demás vecinos que tienen su casa cerca de la suya– no les ha quedado otra que hacerlo. Ni modo que se echen el carro al hombro para meterlo a la casa.
"Me van a quebrar porque me hacen entre uno y dos partes por mes y me amargan el día por la prepotencia con la que hablan algunos tráficos. Además, tiene uno que estar llamando a la casa o la oficina para que le abran el portón, aunque no siempre hay alguien ahí para facilitarle esa labor y hay choferes que me tiran el bus encima. Mi intención no es estorbarles, pero tengo que entrar a mi casa", dice Zárate.
Como él hay otros vecinos que desde el día en que arrancó el plan piloto de la llamada "sectorización" han visto alteradas sus rutinas diarias.
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Los accidentes son otro de los dolores de cabeza que deben enfrentar ahora, porque son más frecuentes.
"Desde el doce de agosto se están dando un promedio de cinco accidentes diarios para cerca de 400 en estos casi tres meses que tiene el plan piloto", explicó Luis Vega, vecino de Tibás y comerciante.
Por eso más de 2.000 tibaseños firmaron una petición para que la Municipalidad de Tibás y el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) los escuchen y piensen en echar marcha atrás con el plan.
De estos unos 500 acudieron a la audiencia pública convocada por la viceministra de Transportes, Liza Castillo, el pasado 30 de octubre. Querían hacerle ver sus inquietudes; sin embargo, la vice abandonó la reunión antes de darles respuestas.
La lucha sigue
Los vecinos de Tibás no se dan por vencidos y la noche de este martes fueron a la sesión del Concejo Municipal a presentar un recurso extraordinario. Piden que anulen la aprobación del reordenamiento vial por considerar que no se les consultó y que, además, ha aumentado la contaminación ambiental y sónica debido a la gran cantidad de autobuses que pasan frente a sus casas (72 por hora).
"Tibás es un cantón con gran cantidad de adultos mayores (9.000) y muchos de estos ya no quieren salir de sus casas a hacer cualquier mandado por temor a ser atropellados por algún bus", afirmó la doctora Ana Victoria Castillo a los funcionarios municipales en la explicación de su solicitud.
La petición de los vecinos fue acogida para estudio por las autoridades tibaseñas, quienes reconocieron que el acuerdo fue mal tomado, según dijo la presidenta municipal Lisset Rodríguez.
Por su parte el alcalde Carlos Cascante explicó que no hay fecha de reunión para analizar el resultado del plan piloto, cuyos tres meses se cumplen este 12 de noviembre, pero que le ha hecho llegar cuatro informes a la viceministra de Transportes. Esos documentos dan cuenta de los problemas que se han identificado hasta ahora.
Algunas de esas fallas son la falta de demarcación de una zona de carga y descarga para los comerciantes y sus proveedores, establecer un límite de velocidad para los carriles exclusivos y pasos peatonales para que los usuarios puedan cruzar de forma segura.
Comerciantes esperan a diciembre
La situación para los comerciantes se ha puesto tan difícil que la mitad de ellos está esperando a diciembre para decidir si siguen con sus negocios o ponen el candado. Sus clientes se están viendo expuestos a partes cuando paran un momento frente a los locales para que se bajen los adultos mayores. Eso, lógicamente, espanta a los posibles compradores.
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"De los veinte locales que han cerrado, seis retiraron la patente definitivamente y tres o cuatro pidieron el traslado. Nos preocupan dichos cierres más que todo por el impacto social que esto genera en el cantón aumentando el desempleo", dijo el alcalde.