“¡Ay... si yo le contara! Hace 40 años en este país nos perseguían, nos encarcelaban, nos golpeaban y nos discriminaban, era muy duro ser una persona homosexual porque las autoridades nos agredían casi a diario”.
En medio del paseo Colón, desfilando con su banda de mariscal de la Marcha de la Divesidad, Ana Vega, dueña de la discoteca La Avispa y una activista de toda la vida por los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGTBI), recordó la Costa Rica de hace cuatro décadas, en medio de la alegría por todo lo avanzado hasta este 2018.
“Después de haber sido perseguida y encarcelada, esto es un sueño. Desfilar con libertad, desfilar sin presiones, sin persecuciones, es algo que hace cuarenta años era imposible. En aquella época jamás creí que un desfile de estos se podría vivir en mi país, por eso lo estoy disfrutando demasiado”, comentó la primera persona en el país que tuvo los pantalones para abrir una discoteca para que la comunidad LGTBI se pudiera reunir sin ser señalada.
Ella contó que cuando abrió su local, la policía llegaba y si había personas del mismo sexo bailando juntas, las obligaban a separarse porque decían que era prohibido.
“Por eso le digo que esto es un sueño para mi, ver a mi gente caminando libre, pero sobre todo caminando orgullosa, alegre. Incluso ver familias con sus hijos pequeños desfilando, no tiene palabras. Por su puesto que me acuerdo de aquel inicio tan difícil, es que nos tocó bien duro porque nos veían como monstruos, como algo que la sociedad debía desaparecer a como fuera”, recordó la dueña de La Avispa, que queda en el centro de San José.
La avispa reina, como se le conoce a doña Ana, irradiaba una luz especial este domingo 1 de julio, la gente la buscaba para tomarse fotos, la saludaban por todos lados y le reconocían que desde siempre ella se fajó duro por el respeto de toda la familia LGTBI.
“Es que jamás se ha pedido un trato especial, lo único que buscamos es un trato igualitario, así ha sido desde siempre. Hemos avanzado y mucho, eso tengo que reconocerlo, ahora una persona LGTBI no tiene que esconderse, ya no la encarcelan ni persiguen, en materia de derechos los pasos son muy grandes hacia adelante… claro, todavía falta, pero vamos por buen camino”, explicó.
Muy llena de alegría siguió desfilando con libertad y orgullo, después de repasar con nosotros aquellos amargos días en los cuales si una mujer le daba la mano a otra o un hombre besaba a otro, se los llevaban presos con un parte por faltas a la moral.
“Mi tremenda alegría es por la libertad de poder ser quienes somos, sin agresiones, sin angustias… ¡libres y felices!”, concluyó.