La mamografía es indispensable para la detección del cáncer de mama, de eso no hay dudas, pero los expertos en el tema están en un fuerte debate que tiene que ver con la edad para empezar a practicarlo y la frecuencia.
A muchos les preocupa el riesgo del “sobrediagnóstico”, ya que una mamografía puede detectar un tumor que no se convertirá necesariamente en un cáncer de pecho.
Pero como es imposible saberlo con antelación, habrá pacientes que, por precaución, se someterán a un tratamiento inútil, que puede pasar incluso por la mutilación del pecho.
La polémica inició en el 2010 pero, desde entonces, el debate médico apenas ha avanzado.
“En los últimos años no ha habido elementos que permitan aclarar el debate”, explica a la AFP el oncólogo británico Paul Pharoah, que defiende una posición “con matices” respecto a esta técnica.
Para él, proponer un programa de detección generalizado no es ni bueno ni malo porque se basa tanto en conjeturas como en pruebas concretas.
¿Qué opinan en Tiquicia?
Quisimos saber qué opinan los expertos en el tema en Tiquicia, por lo que conversamos con el médico oncólogo del hospital México, Dennis Landaverde.
“Hay dos posturas, una que es la de las fuerzas de prevención de Estados Unidos, canadieses y las europeas que recomiendan hacerla cada dos años después de los cincuenta años porque se ha visto que hacerlo más seguido puede aumentar el número de biopsias y otras acciones que puedan ir en detrimento del paciente porque se le hacen procedimientos que no necesitan”, explicó Landaverde.
Él cree que la posición de las asociaciones de médicos y oncólogos, que recomiendan hacerla después de los 40 años, cada año, es un poco excesiva.
“Esa posición tan exagerada de hacerla todos los años después de los cuarenta y en todas las mujeres puede llevar a hacer métodos de diagnóstico innecesario. No es que sea malo hacérsela, solo que hay que saber que en cierto grupo de personas y a ciertas edades sí lo es”, agregó el oncólogo.
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En Costa Rica la recomendación del Ministerio de Salud es hacérsela después de los 45 años, pero el médico es el que valora el riesgo de cada paciente mediante la escala de Gale para ver qué tan seguido debe seguírsela practicando.
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Estudios sesgados
Para la epidemióloga francesa Catherine Hill la principal bronca en este debate es saber si el riesgo de sobrediagnóstico es mayor que las ventajas que aporta en la disminución de la mortalidad de este tipo de cáncer.
“Si fuera fácil saberlo, estaríamos todos de acuerdo”, le dijo Hill a la agencia AFP.
Hay estudios de sobra, pero sus conclusiones son, a menudo, muy variadas: algunos indican un riesgo de sobrediagnóstico casi nulo, mientras otros lo sitúan en un tercio (o incluso la mitad) de los casos.
Para Hill, los estudios más alarmistas son sesgados, porque parten de bases de datos de salud pública que no entran en la individualización de los casos.
La senóloga y oncóloga costarricense Marisel Aguilar coincide en que ese debate se da dependiendo desde la óptica con la que se mire, ya sea desde la salud pública o, lo ideal, desde la de una paciente.
“En salud pública se sabe que el sistema de salud no puede hacer mamografías cada año, como debería, ni incluirle un ultrasonido, entonces para ellos hacer prevención, sin que se abarrote el sistema es hacer la mamografía a partir de los cincuenta años y si sale alterada, se manda el ultrasonido”, explicó Aguilar.
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Según la epidemióloga, es mejor insistir en que las mujeres reduzcan el consumo de alcohol, principal factor de riesgo en este cáncer.
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