Una mamá recibió una llamada del colegio de su hijo, de esas que ningún papá quiere atender porque les cambia la vida.
La mujer, quien prefirió identificarse tan solo con el apellido Sánchez, contó a La Teja que se le acabó la tranquilidad el día que le informaron que su muchacho, de 17 años, estaba vapeando, ya que sabe que eso le puede hacer mucho daño.
“Me di cuenta de que mi hijo estaba usando vapeadores por el colegio. Ël empezó a los 16 años, me llamaron un día para decirme que necesitaban hablar conmigo personalmente, porque le habían encontrado a mi hijo un vapeador en el bulto.
“En el colegio me dieron la referencia para llevar a mi hijo al IAFA, sin embargo, es un proceso muy complicado y largo. Uno trata de hablar con ellos, explicarles los riesgos de lo que están haciendo y cuando uno cree que superaron la situación, muchas veces vuelven a caer como le pasó a mi hijo”, narró la mujer.
La mamá dice que nunca vio señales en su casa que le indicaran que su hijo estaba vapeando.
“Yo trabajo y mi hijo se va gran parte del día a estudiar, él regresa a la casa como a las cuatro de la tarde y yo voy llegando del trabajo a las ocho o nueve de la noche, por lo que es muy difícil estar pendiente de todo lo que hace en el tiempo que no estoy con él”, agregó.
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Recaída
Cuando el joven se vio descubierto, no tuvo más remedio que reconocer que estaba usando un vapeador y aceptar que lo llevaran al IAFA para someterse a terapia.
Pero hace poco más de un mes al muchacho lo volvieron a pescar vapeando en uno de los pabellones del cole y esta vez las consecuencias fueron mayores.
“Lo suspendieron un mes, a él y a otros muchachos que estaban en lo mismo. Fui al colegio y traté de que no los suspendieran, pedí que les ayudaran porque sentía que mandarlos a la casa no ayudaba en nada. Era mejor que los pusieran a hacer trabajo social, sin embargo, me dijeron que la ley les permitía suspender a los estudiantes y que quienes tenían que ayudar en el tema de las adicciones eran los especialistas del IAFA”, contó la mamá.
La mujer dice que ha notado que desde que su hijo está vapeando, su rendimiento ha bajado, lo siente “perezoso” y eso le preocupa.
“Uno como mamá siente tantas cosas, mi hijo está ya en último año y me da miedo que lo pierda y que se me salga de las manos, quiero lo mejor para mi hijo, lejos de los vicios.
“Yo hablo con él y con los amigos, sé que son buenos muchachos, el problema es que esto de los vapeadores es como una moda y por eso los atrae. Si los amigos lo hacen, ellos se sienten obligados a hacerlo para no ser diferentes”, aseguró.
Triste realidad
Lamentablemente, el uso de vapeadores entre los colegiales es cada vez más frecuente, pero, como si eso fuera poco, ahora se sabe que hay niños de diez años que ya los usan.
Así lo afirman profesionales en Orientación, quienes hacen un llamado a los papás, encargados y a los centros educativos, para que se mantengan atentos a este fenómeno social.
La Organización Mundial de la Salud estima que nueve de cada diez personas que vapean, comienzan antes de los 18 años.
Zeanne González Palacios, representante del Colegio de Profesionales en Orientación y funcionaria de Casa Jaguar del IAFA, explica que los vapeadores son fáciles de ingresar de manera oculta a los hogares o centros educativos, pues llegan a confundirse con objetos como lapiceros o llaves maya.
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“La industria tabacalera, ha utilizado la mercadotecnia a su favor y ha logrado atraer a las personas menores de edad al uso de vapeadores mediante la utilización de tecnología, diseños con colores juveniles y con diversos aromas y sabores artificiales como fresa, canela, melón, cereza y muchos otros”, aseguró González.
Por otro lado, las redes sociales promueven el vapeo como una manera para alcanzar estatus social, aceptación por el grupo de amigos, e incluso como una manera idónea para lograr la felicidad.
La experta hace énfasis en que el vapeo libera altos niveles de nicotina o marihuana, lo que hace que el producto sea altamente adictivo. Por esta razón, el IAFA, la Caja de Seguro Social y diversas entidades internacionales no avalan este dispositivo, como una herramienta para sustituir el cigarrillo tradicional.
Ahora bien, aunque los consumidores no usen tabaco ni marihuana, el vapear sí daña la salud por la presencia de disolventes que son utilizados en pinturas y metales como cromo, zinc y manganeso.
“Estudios recientes, revelan que el vapeo afecta significativamente a largo plazo en el desarrollo del cerebro de las personas menores de edad. Además, provoca inflamación en los pulmones lo que puede provocar dificultad para respirar”, asegura González.
A finales del año anterior, el Ministerio de Salud dio a conocer el primer caso del síndrome pulmonar asociado al cigarrillo electrónico o vapeo que mantuvo a un adolescente, de 16 años, en una unidad de cuidados intensivos, requiriendo de ventilación asistida por 29 días.