Sonia Rivera y Carlos Morales son esposos de una típica familia tradicional costarricense, católicos, con cinco hijos, que trabajan y estudian y se apoyan los unos a los otros en cualquier situación.
De los cinco hijos que tienen, dos son homosexuales y nunca tuvieron un gesto de desaprobación de ninguno de los papás, ni de sus hermanos hacia ellos.
Sus padres, de hecho, se dicen orgullosos de su hijos y quieren hacer ver a algunos grupos que en las familias católicas tradicionales hay personas de la comunidad LGTBIQ (lesbianas, gais, transgénero, bisexual, intrasexual y queers) que deben ser aceptadas como son, porque, como dice doña Sonia, “ellos vienen así. No es cierto que se hacen con el tiempo. Yo puedo decir que desde que tenían un año lo sabía”.
Esa familia irá a apoyar el encuentro del grupo Coalición Costa Rica que tendrá una actividad este domingo al mediodía en la plaza Roosevelt en Montes de Oca.
Este grupo se proclama libre de afiliaciones políticas, pero hacen un llamado a ejercer y votar libremente y promueven causas como, por ejemplo, la igualdad de género, entre otras muchas.
“Yo le digo a la gente que critica que no sean tan ignorantes. Las personas tienen hijos, nietos, sobrinos y no saben lo que va a pasar en el futuro. Muchos gais se tienen que hacer los hombres en la casa y es un pecado que la propia mamá no los escuche. Ellos son un pedacito de uno, vienen del vientre. Hay que amarlos”, expresó doña Sonia.
Ella ha ido junto con sus hijos, sobrinos y nietos a marchas de gais y se siente muy orgullosa de ellos, no solo por su preferencia, sino porque son personas de bien.
Fue Javier cuando tenía 18 años quien dio el paso y le confesó a su mamá su preferencia.
“Cuando él me dijo, no le digo que no lloré, sí lo hice, porque quería ser abuela. Pero le dije que si era su decisión que habláramos con el papá, pero que todo seguiría normal y que siguiera para adelante”, dijo esta orgullosa mamá.
Pasaron tres años para que el otro hijo, llamado Manuel, también les dijera a sus papás que era gay, pero más bien recibió un reclamo de ellos. “¿Por qué no lo dijo antes?, ¿por qué no lo dijo cuando lo dijo su hermano?”, le dijeron con ternura.
Manuel les confesó que no quería dar un segundo golpe al mismo tiempo y sus papás le aclararon que eso no era ningún golpe.
“El papá le dijo que no había problema y le preguntó que si tenía pareja y le dijo que sí”; añadió doña Sonia.
Entonces, invitaron al muchacho a que fueran a conocerlos y la relación fue muy bonita los seis años que duró.
No la cambia.
Javier Umaña dice sentirse muy orgulloso de la familia que le ha tocado, porque es unida, llena de amor y no tienen perjuicios de nada.
“Es respetuosa, educada, mi mamá no se avergüenza de mí, ni de mi hermano. Se siente orgullosa, no porque yo sea homosexual, sino por lo que soy como humano, porque trabajo por la comunidad y por la sociedad”, dijo Javier.
Agregó que su lucha ni siquiera la hace por él, más bien es por su hermano, que está más joven. “Quiero que viva en un mejor país, que nadie lo vuelva a ver con ojos feos. Costa Rica ha avanzado mucho en los últimos cuatro años, pero en los últimos meses se ha desatado mucho odio”, dijo y culpó al contexto electoral de tal situación.