El amor de una madre es más fuerte que cualquier prueba, así lo demuestra Adriana López, una guerrera que está luchando con todas sus fuerzas por salir adelante y superar las graves consecuencias que le causó el covid-19.
Este martes 16 de noviembre el equipo médico del sétimo piso del hospital Calderón Guardia fue testigo de un milagro. Adriana, quien está internada ahí desde el 5 de agosto, pudo por primera vez ver y abrazar a su hijo Fernando, de tres meses y diez días.
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El momento fue único, a ella la sacaron en camilla hasta la recepción de su piso y sin poder hablar bien por la traqueotomía que tiene, le decía a su pequeño “bebé mío”, “precioso” y lo tocaba por primera vez. Él se quedaba viéndola, como examinándola porque algo en su interior le decía que aunque nunca había visto a esa mujer, fue ella quien le dio la vida.
Rónald Vargas, esposo de Adriana y papá de Fernando, fue el hombre más feliz del mundo al ver aquel encuentro.
“El presentarle nuestro hijo menor a Adri fue felicidad pura, un alivio en medio de todos los momentos de angustia que hemos vivido en estos meses, ella aún no está del todo bien, pero le damos infinitas gracias a Dios por los avances que ha tenido.
“Antes de ver a la mamá, Fernando estuvo llorando porque tenía sueño, pero cuando la vio se le quitó, hacía ruidos, balbuceaba, le hacía trompas, se quedaba viéndola con detalle, algo de ella lo atraía, ese amor de madre es algo mágico que no se puede describir”, aseguró muy feliz el papá.
Rónald dice que desde el lunes cuando le avisaron que este martes podría llevar a su bebé a conocer a la mamá lo invadieron muchísimas emociones.
“No pude dormir pensando que al fin Fernando iba a conocer a la mamá, sabía que ese encuentro le iba a hacer muy bien a Adri también porque no hay mejor medicina que el amor.
“Hoy (martes) nos levantamos, nos alistamos, pasamos a dejar a Sara, mi hija mayor, al kínder y de ahí nos fuimos para el hospital, todo salió bien gracias a Dios”, relató.
Una mujer fuerte
La joven mamá empezó con los síntomas de coronavirus el 26 de julio, día en que cumplió sus 32 años. Rónald también estaba con la enfermedad y se complicó así que tuvieron que internarlo.
El día que él regresó a casa, a ella la hospitalizaron y al día siguiente (6 de agosto) le hicieron una cesárea de emergencia porque vieron que al bebé le estaba faltando el oxígeno. Ese mismo día intubaron a Adriana.
Rónald asegura que se siente muy orgulloso de la valentía y fortaleza que su esposa demuestra y también agradecido con Dios por permitirle recuperarse poco a poco.
“La lucha no ha terminado, el covid causó daños muy serios en los pulmones de Adri, ella estuvo hasta hoy (martes) conectada a un pulmón artificial y después de conocer a Fernando le apagaron la máquina que respiraba por ella y empezó a usar sus pulmones, eso es un avance increíble”.
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El virus le causó una neumonía severa que no permitía que le llegara suficiente volumen de aire a los pulmones, había muy poca oxigenación en todo el cuerpo, por lo que desde el 7 de octubre la conectaron una membrana extracorporal de oxigenación (ECMO), como un pulmón artificial que respiraba por ella.
Su sangre pasaba constantemente por la membrana, por lo que tenían que estarle reponiendo la hemoglobina y en ocasiones tenían que ponerle hasta dos bolsas de glóbulos rojos por día.
Llegó a estar tan malita que el 6 de setiembre sufrió un shock séptico (una inflamación generalizada de los órganos) debido a una fuerte infección que tenía en un pulmón.
“Mientras estuvo sedada trataron de despertarla unas cinco veces, pero no respondía, fue hasta el martes 2 de noviembre que reaccionó. Ese día yo tenía cita para verla y hablar con el doctor y la vi muy confundida, pero era normal después de haber estado tres meses sedada”, explicó Rónald.
Cuando Rónald habló con el médico este le dio un panorama muy sombrío, le dijo que las posibilidades de que los pulmones de Adriana se recuperaran eran pocas y que la otra salida era un trasplante de pulmón, pero eso tampoco era muy viable porque nunca le han hecho una operación de este tipo a una persona sobreviviente de covid que haya estado tanto tiempo conectada a un pulmón artificial.
“El domingo pasado le hicieron una serie de exámenes para evaluar los pulmones, le apagaron el ECMO varias veces para ver si lo pulmones trabajaban, pero en la última prueba no pudo sacar el dióxido de carbono bien, por decirlo así no pasó la prueba.
“Hoy (martes), le hicieron de nuevo la prueba y todo parece ir bien. A ella la van a ayudar a oxigenar por la traqueotomía que tiene y cuando vaya mejorando se la cambiarían por una cánula de alto flujo y después una nasocánula ”, contó feliz.
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Gran cambio
Rónald dice que con la mejoría de su esposa en su casa se respira un aire diferente, ya no hay temor, sino mas bien mucho positivismo.
“Adriana es un milagro, verla ahora mejor, orientada, lúcida, adaptada al proceso que vive, consciente de que lo ha pasado y con ganas de seguir luchando para volver a casa, nos da una tranquilidad enorme, estamos confiados en que va seguir recuperándose.
“Con toda esta situación nuestra familia se ha unido más y eso es importante, la oración y la solidaridad son fundamentales en procesos tan duros, el sentirse acompañado es importante porque estas situaciones son muy duras”.
Adriana tiene una tableta con la que todos los días se comunica con su familia, además, este martes le dijeron en el hospital que la otra semana permitirán que la visite su hija Sara, lo que la tiene muy feliz.
La familia Vargas Rojas está aferrada a Dios y esperan que de regalo de Navidad puedan tener a Adriana de nuevo en casa.