Samuel y Ezequiel, los siameses que nacieron unidos por sus cabecitas, fueron separados hace unos meses, pero desde el primer momento que se vieron de frente no se quieren despegar.
Así nos lo contó Evelyn Badilla, mamá de los menores que fueron separados de sus cabecitas en una operación que inició el viernes 23 de febrero y terminó un día después.
La valiente mamá conversó con La Teja por primera vez desde que los dos angelitos salieron del centro médico. Lo hizo vía telefónica, ya que, por recomendación del hospital de Niños, no pueden recibir ninguna visita.
- ¿Cómo están los dos angelitos?
Están muy bien, Samuel es el que está con un poquitillo de gripe, pero nada más.
-¿Están durmiendo juntitos o separados?
Nosotros los ponemos a dormir en cunas separadas, pero los ponemos juntos un rato, a la par el uno del otro para que sientan.
- ¿Cómo fue ese primer encuentro de ellos?
Todavía se tiran besos, pero no saben dar besos, ellos se acarician. Cuando se vieron por primera vez, hicieron a abrazarse. Sonríen mucho, se les ve la cara de felicidad.
- Ellos no estaban acostumbrados a verse, ¿cómo reaccionaron la primera vez que se vieron?
Ellos se veían solo por espejo. Samuel había salido un mes antes (del hospital), cuando llegamos con Ezequiel los acostamos y casi lloramos nosotros de la emoción, parecía como un sueño, parecía irreal verlos uno a la par del otro.
-¿Y ellos?
Sonreían muchísimo cuando se vieron, la mirada era otra, la luz de los ojitos era increíble. Pasaron 15 minutos juntos y fueron de sonrisas y de caricias, fue muy bonito, nosotros los estábamos cuidando porque se estaban traveseando la sonda que tienen puesta.
- ¿Es más cansado ahora que están separaditos?
Ha sido más trabajo todavía porque antes yo los bañaban y estaban en un solo lugar, era un solo baño, ahora son dos y hay que ser muy cuidadoso, porque cada uno tiene sus cositas. Antes ya nos habíamos acostumbrado a ese estilo de vida y ahora es como ser papás primerizos, porque es como estar aprendiendo.
- ¿Hablan mucho?
Ellos antes hablaban bastante, pero ahora no sé si hablan porque tienen un huequito en la garganta, por la traqueotomía, eso les impide que hablen. Sé que sonríen y recuerdan muchas cosas, hacen sonidos y así es como interactúan, pero no sé si hablan, esa es la gran pregunta, si se acordarán de hablar, pero nos daremos cuenta hasta que se los quiten.
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- ¿Y por qué les pusieron eso?
Porque iban muchas veces a sala de operaciones y el estar entubándolos les podía provocar infecciones en la garganta, en cambio teniendo eso, les ponían el tubo y listo, era más fácil.
- ¿Cómo hacen para saber cuándo tienen hambre o necesitan algo?
Ellos lloran, uno no les escucha el llanto, no generan sonidos, solo los estornudos suenan un poquito. Cuando lloran y se retuercen uno saben que están cansados o tienen hambre.
- ¿Qué pueden y qué no pueden hacer ellos ahorita?
Todavía no pueden caminar porque están en rehabilitación, el haber estado en cama todo el día hace que los músculos se les pusieran débiles. Para eso hacemos ejercicios y todos los viernes tienen terapia física en el hospital, los ponen a hacer más que todo como flexiones de rodillas y brazos y hay que mantenerlos sentaditos para que ellos sostengan la cabecita.
- ¿El tema de la alimentación cómo es?
La alimentación principal es por vía de sonda, que va por la nariz, y se les da poquitos de coladitos por la boca.
- ¿Las noches eran más fáciles antes o ahora?
Antes era complicado porque a veces Ezequiel sacudía a Samuel por donde quería, entonces había que cuidarlos mucho porque lo lastimaba, ahora si Ezequiel se despierta están en cunas diferentes, así que no hay problemas con eso.
- ¿Ustedes dónde duermen?
Nosotros dormimos a la par, entre las cunas ponemos un colchón en el piso y ahí dormimos, no podemos descuidarlos ni un momento porque es peligroso que se vayan a ahogar. Además porque ellos tienen horas para ponerles la leche por la sondita. Si tosen hay que levantarse para ver que no sea una flema muy fea, uno ni duerme en realidad.
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- Es un ritmo muy matador, me imagino...
Es cansadillo, pero estamos activados pensando en que ya pasó lo peor.
- ¿De dónde sacan tantas fuerzas?
Yo no sé, a veces uno se siente cansado y por dicha está mi esposo, así que nos turnamos una noche cada uno para cuidarlos.
- ¿La personalidad de ellos sigue siendo la misma ahora?
Habían cambiado de personalidad en el hospital, Ezequiel siempre ha sido muy sociable y se hizo muy enojón. Samuel era más aparte y se ha hecho muy accesible. Ezequiel sonríe mucho, pero se pone furioso si uno no lo alza, Samuel es muy tranquilo, si uno lo alza es feliz, pero de lo contrario no se molesta.
- ¿De peso cómo están?
Están más gorditos que antes, eso es algo que hay que vigilar demasiado.
- Les tienen prohibidas las visitas, ¿cierto?
Sí, solo recibimos a los médicos y también puede venir un solo familiar, pero tiene que venir sin ningún tipo de virus. Ahorita la que está es mi mamá.
- ¿Cómo ha sido el avance de cada uno por aparte?
Lo que no tiene uno lo tiene el otro, son muy distintos, el avance de Samuel es muy grande, pero en confianza, él se siente muy tranquilo y relajado. En cambio a Ezequiel le hemos estado trabajando eso, que esté relajado porque venía muy nervioso, se ponía con el cuerpo muy tenso y lloraba muchísimo, ahora tiene el cuerpo más relajadito.
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- ¿Los pueden sacar a asolearse o ni eso?
Nosotros los sacamos a asolearse al patio, pero hay que ver que el día esté caliente y que no haga mucho viento.
- ¿Cómo es la protección de las cabecitas?
Es como un tipo casquito, tienen lana y alguna base dura. Samuel se pone bravo y hace a quitárselo a veces porque ellos no están acostumbrados a usar gorro, eso es nuevo para ellos.
- La Caja se ha sacado un 100 con ustedes verdad...
Nosotros a la Caja le debemos la vida, si no existiera esto no hubiera sido posible, habíamos preguntado y nos cobraban $4,5 millones (más de ¢2.500 millones) por cada bebé, era una cifra inalcanzable, las esperanzas fuera del país eran nulas. Así que gracias a Dios la Caja lo dio todo y no ha puesto ningún límite en la recuperación.
- ¿Cuál fue el peor momento en toda esta historia?
Solo hubo un día, el día después de la cirugía. Samuel se puso muy grave y nos dijeron que de esa noche no pasaba, fueron minutos tan difíciles, tan oscuros, pero yo dije que no y empecé a pedir en oración y aquí está con nosotros. Fue una cadena de oración muy grande.
- No me imagino esos momentos...
Es lo más feo que uno puede vivir en la vida, que le digan a uno que el hijo de uno se está yendo, pasamos con el corazón en la mano, había que correr mucho. Tenían que hacerle exámenes para auxiliarlo y mientras los hacían, esos segundos fueron eternos, viendo los monitores y yo solo lo veía a través de un vidrio.
- Sus bebés son demasiado fuertes...
Ellos son fuertes, Samuel no es cualquier hombre y Ezequiel es muy fuerte también, pero él no estuvo en esa situación de que dijeran que no pasaba de esa noche.
- ¿Qué es lo primero que quieren hacer cuando ellos estén bien?
Me imagino que apenas se curen vamos para la basílica de Los Ángeles, ese es nuestro primer viaje prometido.
- ¿Qué otra promesa hicieron?
Hacer la romería desde San Vito de Coto Brus hasta aquí, pero ya eso seguro será en unos dos años, seguro vamos a llegar en camilla (ríe), pero vamos a llegar.
- ¿Les quedaron secuelas por la operación?
A ellos les tocaron el motor principal del cuerpo por lo que sí van aquedar secuelas, pero esto es un proceso que lleva años, con que ellos estén vivos ya están rompiendo la primera secuela, porque para la ciencia ellos ya estarían muertos hace cuatro meses, pero ellos son impredecibles.
- ¿Y de qué secuelas les hablaron?
Los médicos prefieren no adelantarse mucho porque ya vieron con quien están tratando, ellos saben que están topando con dos hombres fuertes.