Hay historias que tocan el corazón y, sin lugar a dudas, esta es una de ellas.
Una valiente mamá que acompaña a su hija a los tratamientos de hemodiálisis (elimina residuos de la sangre) que necesita para sobrellevar la enfermedad que tiene, soñaba con aprender a leer y escribir porque la vida no le había dado esa oportunidad.
Y en esos días de espera, en el hospital Calderón Guardia, conoció a la hermana de otra paciente de hemodiálisis que es maestra jubilada, quien al ver sus ganas de aprender le propuso enseñarle.
Lucrecia Suazo tiene 52 años y le está poniendo muchas ganas para aprender. Ya sabe escribir su nombre e identifica las letras que lleva. Marta Sánchez es la gran maestra que decidió recordar sus tiempos de enseñanza para meterle el hombro a Lucrecia.
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La alumna vive en Guápiles y la educadora en San Antonio de Coronado y las clases son los lunes, miércoles y viernes, en uno de los pasillos del Calderón Guardia, mientras esperan que sus parientes reciban el tratamiento.
Los días que asisten, este par de compañeras de espera avanzan poco a poco.
“Empezamos a aprender a escribir el nombre completo, ya identifica las letras que componen su nombre, estamos trabajando vocales, palabras, oraciones, hemos logrado avanzar bastante en el lapso de un mes, aunque trabajamos un promedio de una a dos horas cuando nos vemos”, contó doña Marta.
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“Se nota el interés que tiene para lograrlo, adicionalmente le dejo tarea para la casa, ha sido una estudiante muy aplicada, se esfuerza en traer lo que se le ponga y lo hace con muchas ganas”, agregó la maestra pensionada.
Por su parte, doña Lucrecia, madre de nueve hijos, comenta que es la segunda ocasión que tiene un hijo pasando por el proceso de hemodiálisis y que han sido muchos los años que ha estado visitando este centro de salud.
Pero esta lucha no le ha quitado el ánimo de querer aprender, por lo que se muestra muy contenta porque va aprendiendo poco a poco para poder firmar y hacer otras tareas para las cuales esta práctica es muy necesaria.
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Esta guapileña se siente agradecida con su compañera de jornada, quien le trae materiales para leer, escribir, así como cuadernos de caligrafía para que escriba de manera correcta.
“Estoy agradecida por la oportunidad y le digo a las personas que no se rindan, nunca es tarde para aprender y para salir adelante”, finalizó la estudiante con gran entusiasmo.