El tico Gabriel Estrada Gómez logró lo que nadie creía, a punta de malabares alcanzó el éxito en uno de los escenarios más exigentes del mundo: Las Vegas, la ciudad que nunca duerme.
Él contó a La Teja que desde que tenía unos 10 años sintió atracción por los malabares y por eso se especializó en el tema, pese a las burlas de sus compañeros de colegio, quienes le decían “payaso de circo” para hacerle bullying.
Empezó de forma empírica con prueba y error y sus primeras presentaciones fueron en actos cívicos del colegio, eso le permitió darse a conocer.
“Poco a poco fui abriéndome un mercado en eventos privados haciendo shows en fiestas, matrimonios, graduaciones y fui avanzando en mi espectáculo, no solo con los malabares, sino también en cómo montar un show, invertir en vestuario, maquillaje, la música.
“En el 2014 cumplí un sueño, desde que empecé con todo esto soñé con trabajar en un circo porque es como lo más tradicional históricamente, en ese año trabajé en el circo Hermanos Suárez, es mexicano y tiene una gran trayectoria de más de 100 años. Con ellos hice una gira aquí en Costa Rica”, recordó con orgullo el artista.
En el 2015 Gabriel ganó el título de Campeón Centroamericano de Malabarismo y hasta el 2020 estuvo trabajando fuerte en Costa Rica con el sueño claro de irse algún día a trabajar en Las Vegas.
“En el 2020 hice el proceso para obtener la residencia americana y me la aceptaron, me fui en marzo, una semana antes de que cerraran los aeropuertos por el covid-19. Se suponía que ya tenía un trabajo hablado como profesor de malabarismo, pero por la pandemia todo se canceló, en especial los espectáculos, entonces el primer año en Estados Unidos me tocó trabajar en todo tipo de cosas: en una pizzería, paseando perros, limpiando apartamentos, el legítimo sueño americano, porque no tenía otra opción.
“Ya en el 2021 empecé a trabajar en lo mío, primero hice una gira de seis meses con un circo, visitamos 18 estados. Ahorré todo lo que pude en esa temporada y con eso me fui a La Vegas a perseguir mi sueño, compré un tiquete de avión, alquilé un airbnb por dos meses y viajé sin conocer a nadie”, manifestó el tico.
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El sacrificio dio frutos
Esteban se puso a mandar papeles, fotos y videos a varios productores de espectáculos y a los 15 días de haber llegado a Las Vegas ya tenía trabajo, es más, tenía tres ofertas y se pudo dar el lujo de escoger.
Al final se inclinó por la compañía Q Productions Las Vegas, ellos le dieron el primer contrato en el hotel M Resort, de ahí en adelante se fueron abriendo más puertas, siempre ahí en Las Vegas y Gabriel sintió que tocaba el cielo con las manos, porque al fin saboreaba el éxito por el que tanto se preparó y luchó.
Ha trabajo en hoteles famosos como el Planet Hollywood, Bellagio, Luxor, entre otros. Pero el éxito del joven tico no se quedó ahí, también ha viajado a otros estados a mostrar su arte.
“A inicios de este año estuve en Taiwán (Asia) presentando mi show allá para una temporada, ese fue otro sueño que cumplí, que era viajar al otro lado del mundo por medio de los malabares.
“Ahorita estoy en Costa Rica, cada vez que termino temporada en Estados Unidos me vengo de vacaciones a mi país y presento un espectáculo, voy a estar aquí hasta setiembre, porque en ese mes empiezo a trabajar en el Six Flags de Washington y antes de irme voy a presentar un show de una sola noche en el teatro Lucho Barahona, el 17 de agosto, es un show de circo totalmente familiar, con comedia”, relató el pulseador.
Gabriel ya tiene contrato para la temporada de fin de año, volverá a Taiwán a presentar su espectáculo.
El malabarista le está dando un toque diferente a su arte aquí en el país, ya que ahora tiene un dúo con su pareja, Paula Jiménez, quien es música y juntos conforman el dúo CLAX.
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La joven es tica y los planes de ambos es que pronto ella pueda viajar a Estados Unidos con él para formar parte también de sus espectáculos internacionales.
Oficio doloroso
El artista dice que aunque disfruta muchísimo lo que hace, no puede negar que muchas veces ha terminado sus funciones con dolores tremendos debido a un mal golpe.
“He tenido lesiones practicando, en las muñecas principalmente, y muchos golpes en la cara, además el desgaste en las manos es notorio ya que se me rompen y abren, hasta se me hacen cayos.
“Gracias a Dios nunca he tenido que suspender funciones por lesiones, pero sí he terminado shows con el tobillo inflamado o con dolor por alguna lesión por haberme resbalado o haber hecho algún mal movimiento en medio espectáculo, como dicen: ‘el show debe continuar’”.
Lo que Gabriel más disfruta de su arte es la capacidad de transformar cualquier espacio en un escenario y generar felicidad por medio de su show, que siempre lleva un mensaje de motivación.
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“Ver rostros de felicidad en el público es la recompensa más honesta y llena de amor que he podido sentir”, aseguró.
Aunque la rama principal de Gabriel es el malabarismo, él también trabaja la comedia, el show es una mezcla de ambos. Para él lo más difícil de su profesión es mantenerse en forma en cuanto a la técnica de malabares, por eso en vacaciones entrena al menos dos horas al día y cuando está trabajando entre tres y cinco horas antes de cada función.
Comedia
En cuanto a la comedia Gabriel dice que lo más difícil es estar actualizado, ya que lleva a sus espectáculos un humor blanco, pero adaptado a lo que está pasando en el momento.
Otro reto enorme es el adaptar el show a las diferentes culturas, ya que lo que hace gracia en Costa Rica no es lo mismo que hace gracia en Estados Unidos y mucho menos en Taiwán, por eso siempre se esmera en conocer la cultura, el idioma y otros detalles importantes de los lugares donde se presenta.
El tico recuerda que de joven recibió malos comentarios y que cada vez que decía que soñaba con llegar a Las Vegas a hacer malabarismo era como un chiste, porque todos se reían de él, sin embargo, nunca dejó que eso lo intimidara y siempre tuvo clara su meta y luchó, con la ayuda de Dios, hasta alcanzarla.
“Las grandes oportunidades vienen de grandes cambios, siempre hay que tener presente la razón por la cual ese sueño nos llama y luchar por él sin pensarlo dos veces, recordando que los fracasos son nuestros mejores maestros y mientras más disfrutes el proceso, más rápido te acercas al objetivo. La vida es muy corta para no intentarlo”.