Cecilia Avendaño Peña tiene 69 años y un corazón que se le desborda de emoción cuando escucha el nombre de Álvaro Ramos.
Para ella, no es el político que el 6 de abril del 2025 ganó la convención interna del Partido Liberación Nacional (PLN). Para ella, Álvaro es el chiquito curioso, aplicado y con una sed enorme de aprender, al que le dio clases cuando tenía apenas entre 3 y 4 añitos.
“Claro que me acuerdo de él”, dice doña Cecilia con un tremendo orgullo porque, como ella misma aclara, solo es una de muchas maestras que estuvieron en el camino del candidato liberacionista.
“Era muy chiquitico, pero aprendía rápido, tenía una gran facilidad. Siempre fue un niño centrado, muy concentrado en aprender. Y eso lo llevaba más allá, lo que usted le enseñaba en clase, él lo ampliaba en la casa”.
Álvaro Ramos, quien ahora es candidato a la presidencia por el PLN, fue estudiante del Centro Nacional de Educación Especial Fernando Centeno Güell, un lugar que, según doña Cecilia, está lleno de educadores con vocación, de esos que enseñan con amor. Ella trabajó allí durante 27 años y tuvo al liberacionista como alumno durante dos de esos años.
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“Álvaro tenía un gran apoyo familiar y eso es fundamental. La mamá era completamente dedicada a ayudarle, tenían enciclopedias en la casa, él investigaba, ampliaba lo que aprendía. Todo eso le ayudó a crecer más rápido”, recuerda.
Álvaro tiene una discapacidad auditiva, pero eso nunca fue una barrera. Para doña Cecilia, fue un motivo para admirarlo más.
“Cuando vi los resultados (de la convención del PLN) me dije: ‘¡Qué increíble! Que una persona con capacidades auditivas así puede llegar hasta donde está él’. Está demostrando que no hay límites, que se puede llegar a donde uno quiera, hasta ser presidente de un país”, afirma con orgullo.
Doña Sonia Víquez Víquez era la directora de la Centeno Güell cuando don Álvaro estudió ahí, a mediados de los ochentas (Ramos tiene 41 años), y no cabe de contenta.
“La educación especial está de fiesta y también las familias unidas y dedicadas a ese hijo con capacidades especiales, porque si algo tuvo Álvaro fue una familia totalmente dedicada a su aprendizaje. Ellos son un ejemplo de que no existen las barreras y que todos los sueños se pueden alcanzar.
“Esa familia dio alma, vida y corazón por su hijo y hace mucho vemos los frutos: familia, amor, educación de excelencia y dedicación por parte de la persona con capacidades especiales. Estamos muy felices”, analiza doña Sonia.
Ejemplo de integración
La historia de Ramos no solo enorgullece a doña Cecilia, sino también a toda la comunidad educativa de la Centeno Güell. Nunca antes un estudiante de esa institución había llegado tan alto políticamente. Por eso, lo que logró el pasado 6 de abril no es solo un triunfo personal, es un hito histórico para la educación especial en Costa Rica.
“La integración es importantísima. Él es un gran ejemplo de cómo una persona puede integrarse a la sociedad, sin que sus capacidades distintas sean un impedimento”, dice la educadora, quien no esconde su emoción.
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Doña Cecilia reconoce que el camino de Ramos estuvo lleno de docentes comprometidos. “Yo fui una de muchas profesoras que nos sentimos orgullosas de verlo ahí. En el camino hubo muchas maestras que también pusieron su granito de arena. Pero lo que lo llevó a donde está fue también su dedicación, su esfuerzo personal. Siempre fue superinteligente, pero también se preparó”, dice.
Institución que hace historia
El Centro Nacional de Educación Especial Fernando Centeno Güell es mucho más que una escuela. Es un espacio donde se forjan historias como la de Álvaro Ramos. El centro trabaja para ofrecer apoyos educativos de calidad, fortaleciendo las habilidades de estudiantes con discapacidad, con el fin de que alcancen su máximo potencial y se integren activamente a la sociedad.
Y si alguien sabía de eso, era don Fernando Centeno Güell, el fundador de la primera escuela de educación especial del país en 1940. Poeta, educador y promotor de la cultura, Centeno dejó un legado que hoy sigue dando frutos. Álvaro es uno de ellos.
Doña Cecilia, que ama profundamente esa institución, lo resume así: “La Centeno Güell tiene educadores totalmente dedicados a la vocación. Lo hacíamos y lo hacen con mucho amor. Ver a uno de nuestros chiquitos, de esos que vimos crecer, convertirse en candidato presidencial, es un orgullo inmenso”.
Álvaro no es el único exalumno que ha brillado. Doña Cecilia cuenta que muchos otros estudiantes de la Centeno se han convertido en profesionales valiosos, en diferentes áreas.
“Tenemos de todo: psicólogos, maestros, técnicos. Lo que pasa con don Álvaro es que su logro es tan visible, tan grande, que nos llena a todos de esperanza. Nos recuerda por qué hacemos esto”, asegura doña Cecilia.