Macho y Toro son dos bueyes que participaron este domingo en el desfile de boyeros que se llevó a cabo en Alajuelita, donde hay fiestas populares.
Durante el recorrido, de 4 kilómetros entre el centro de Alajuelita y San Josecito, conocimos a estos dóciles amigos que están unidos desde hace tres años y medio.
Don Rudy Sandí, el dueño, nos comentó que Macho y Toro están juntos debido a una desgracia.
Resulta que Macho era compañero de yunta de un buey llamado Oso, al que mató un cuatrero en el 2016 cuando descansaba en la finca de su amo en San Antonio de Escazú. Para ese momento, los dos bueyes tenían un año.
La tragedia afectó tanto a Macho que prácticamente se echó a morir, ya no tenía la compañía del que se convirtió en su hermano, pues se conocían desde que eran toretes.
“Macho quedó muy resentido, andaba aparte del resto de los animales, se puso un poco violento y no aguantaba que le pusieran a cualquier compañero, para él fue muy difícil asimilar el golpe”, dice Sandí.
Intentaron que Macho se llevara bien con varios bueyes, pero nada, en la yunta nunca hicieron química.
“No recuerdo a cuántos otros bueyes le puse para que hicieran yunta pero él (Macho) no se dejaba, seguía dolido”, añade el dueño.
Cuando parecía que Macho no iba a tener más amigos apareció Toro.
Este buey, también originario de San Antonio de Escazú, fue un ángel para Macho, pues le levantó el ánimo y le devolvió las ganas de vivir.
“Lo que hice primero fue amansar a Toro y luego lo puse a que se conociera con Macho. Con el pasar de los días, Macho volvió a ser noble y los dos ahora se llevan muy bien”, explica Sandí.
La muerte de Oso también golpeó a don Rudy, pero el dolor más grande fue ver a Macho deprimido.
“Uno se preocupa porque el animal se enferma, Macho duró varios días sin comer pero por dicha se recuperó. Los dos (Macho y Toro) son muy inteligentes y nobles, están bien amansados”, comentó.
Macho y Toro se dedican a jalar materiales cuando los camiones no entran a su finca.
“Estos animales trabajan mucho mejor que un carro”, aclaró.
37 años seguidos
El desfile, en honor al Cristo de Esquipulas, reunió a 200 boyeros de todo el país, y uno de ellos tiene una historia particular.
Se trata de don Marco Ney Montero, de 57 años y quien no ha faltado a ningún recorrido de estos desde su primera edición, en 1984.
Este vecino de El Guarco de Cartago, comentó que hace 37 años salió rumbo a Alajuelita para hacer su primer trayecto de este tipo fuera de su provincia.
“Vine con varios amigos, pero ellos ya son finados, soy el único que quedó. Este desfile me gusta porque la gente aquí es muy especial y soy devoto del Santo Cristo de Esquipulas”, detalló.
Este domingo, don Marco completó la distancia con sus bueyes Moro y Pinto, ambos de cuatro años.
“Estos animales son hasta más inteligentes que un perro. Normalmente llegan a vivir en promedio entre quince y veinte años. Casi siempre se usan para el arado o para transportar cargas”, destacó.
“Cuando uno los amansa, les debe hablar con cariño, no con violencia. Es un proceso que puede tardar cuatro meses y hasta dos años y casi siempre solo le hacen caso al que los amansa. Primero uno los suelta unos días con un mecate para que se vayan conociendo y en ese proceso se les habla para que hagan caso”.
Según don Marco, un animal de estos puede costar entre ¢400 mil y ¢3 millones.