La lucha incansable que dieron Olber Arroyo y su esposa, Verónica Rojas, les permitió encontrar a Paco, el perrito que se les había perdido y con el cual lograron devolverle la sonrisa a su hija Melissa, de tan solo seis años.
La niña la pasó realmente mal sin su mascota y en La Teja habíamos hecho una nota contando que hasta había hecho un tierno dibujo del perrito para que la gente se diera una idea de cómo era Paco.
La familia pasó 19 días días de terror en los que le rogaron a Dios que les permitiera recuperar a su mascota, ya que lo ven como un miembro más de la familia. Afortunadamente sus súplicas fueron escuchadas.
Este domingo 3 de abril una vecina de Hatillo llamó a Verónica porque había visto uno de los volantes que la pareja había pegado en los alrededores y les dijo que ella sabía dónde estaba el animalito.
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“Siempre tuvimos la sospecha de que una pareja de indigentes se había encontrado a Paquito y se lo había llevado, la señora que nos llamó nos dijo que ella de vez en cuando le hace mandados a un adulto mayor al que le cuesta caminar y que un día de estos fue a la casa de él y vio a Paco, lo reconoció por los volantes que habíamos pegado por todo Hatillo.
“Ella le preguntó al señor de dónde había sacado el perro y él le dijo que una pareja de indigentes se lo había vendido, pero cuando la señora le contó que lo andábamos buscando él le pidió que nos avisara para que pudiéramos recuperarlo porque sabía lo que dolía perder una mascota”, contó Olber.
Gran emoción
. Anteriormente la familia había recibido falsas alarmas de que el perrito había aparecido, los llamaban de distintos lugares y cuando iban a buscar al animal se daban cuenta de que no era, por eso este domingo sintieron mucho temor de ir y que no fuera Paco.
“Mi esposa le preguntó a la señora si podía mandarnos una foto del perro para corroborar que fuera Paco y entonces ella se fue a recoger el perro donde el señor. Nos dijo que le diéramos 10 minutos para mandarnos la foto y se nos hicieron como dos horas de la desesperación que teníamos.
“Cuando le llegó la foto a Verónica yo ni la quería ver, pero ella me dijo que sí era. Inmediatamente agarré el carro y nos fuimos a recogerlo. Cuando llegamos lo llamé por el nombre y empezó a mover la cola, yo me puse a llorar, mi esposa también y mi hija, hasta las dos vecinas que estaban ahí lloraron de vernos abrazar a Paco”, relató.
El pelutido volvió un poco tristón y con un montón de nudos en el pelo, pero sano y salvo que es lo importante. Lo primero que hizo cuando llegó fue comer de su tacita, probablemente la extrañó.
Este lunes lo llevaron a que lo bañaran, le cortaran el pelo y lo pusieran bien guapo para que se vaya olvidando de la experiencia que tuvo.
Una pesadilla
Older dice que aunque ya recuperaron la paz, les costará mucho olvidar la tristeza que vivieron estas últimas semanas sin Paquito.
“No había día en mi casa que no se llorara por el perrito, yo le pedía tanto a Dios que quien lo tuviera lo estuviera cuidando bien y que por favor le tocara el corazón a esa persona para que nos lo devolviera.
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“Cuando llegaba del trabajo tenía que hacerme el fuerte para que mi esposa y mi hija no me vieran triste. Mi esposa y yo nunca dejamos de ir a pegar volantes por todo lado, al principio la gente nos ponía atención, pero después sentía que no nos daban pelota, seguro creían que ya estábamos perdiendo el tiempo, sin embargo, las personas cercanas siempre nos apoyaron”.
El vecino de Hatillo dice que lo que él y su familia pasaron no se lo desea a nadie y que agradece a todas las personas que hicieron posible que Paco regresara.
“Mi hija sufrió mucho, el perrito acostumbraba dormir en el cuarto de ella, entonces mientras no estuvo no quería dormir ahí. Cada vez que íbamos al supermercado me decía que compráramos cosas para dárselas a Paco cuando volviera y todos los días cuando se levantaba me preguntaba cuándo iba a volver su mascota.
“Llegué a pensar que no lo íbamos a recuperar, pero ya por dicha hoy está con nosotros y eso nos tiene felices, la alegría volvió a mi casa y sé que fue Dios el que nos devolvió a Paco, por eso le estoy muy agradecido”, manifestó Olber con voz cortada.
“No había día que en mi casa no se llorara por el perrito, yo le pedía tanto a Dios que quien lo tuviera lo cuidara bien”.
— Older Arroyo, dueño del perro