Según la última Encuesta Nacional Agropecuaria para cultivos hecha por el INEC en el 2022, de la cual los datos se entregaron hasta este 21 de setiembre del 2023, el 96% de los productores de cebolla del país usaron fertilizantes químicos; solo el 3% usó una mezcla de fertilizantes químicos y orgánicos y 1% usó únicamente fertilizantes orgánicos.
En Costa Rica hay 1.423 hectáreas sembradas de cebolla, las cuales en el 2022 dejaron una cosecha de 32.184 toneladas.
No hay una gran diferencia cuando hablamos del maíz. En nuestros campos hay 7.176 hectáreas sembradas de maíz, las que produjeron 10.246 toneladas. El 88% de esa producción se bañó con fertilizantes químicos.
Con el maíz, por dicha, se da una muy linda situación, el 9% de los agricultores aseguraron que no usaron ningún tipo de químico, además, el 2% usó fertilizantes orgánicos y el 1% combinó químicos con orgánicos.
La encuesta también demostró que de toda la yuca cultivada en Tiquicia se bañó con químicos el 84,5%, en un 9,4% no se utilizaron químicos, el 5,1% fueron fertilizantes orgánicos y el 1% combinó orgánicos y químicos. Hay sembradas 7.084 hectáreas de yuca en el país, las cuales produjeron en el 2022, 78.275 toneladas.
La alegría nos llegó con el mango. Hay 6.217 hectáreas sembradas de mango y la producción fue de 30.187 toneladas.
De toda esa producción de mango del país, el 41% se logró sacar adelante sin usar ningún químico, el 2% combinó químicos y orgánicos, y el 0,1%, o sea, casi nadie, usó fertilizantes orgánicos. El 57% usó fertilizantes químicos en el mango.
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Malísimos en exceso
Sobre el uso de fetilizantes químicos la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dice: “Durante los últimos 100 años, la cantidad de compuestos nitrogenados artificiales en el agua, el suelo y el aire se ha duplicado, un aumento impulsado en gran parte por el uso generalizado de fertilizantes sintéticos.
El nitrógeno es esencial para la vida en la Tierra, pero en exceso es un contaminante peligroso que envenena las fuentes de agua, las plantas, los animales y los seres humanos, y a la vez acelera el cambio climático a través de las emisiones de óxido nitroso, un potente gas de efecto invernadero”.