Nos cuenta Joaquín Brenes Murillo, vecino de Desamparados de Alajuela, que su papá, don Luis Brenes, quien tiene 75 años, recibió de regalo de Navidad cuando tenía 5 años una pistola de agua y se convirtió en el niño más feliz del mundo.
Realmente don Luis llegó a amar tanto esa pistolita que la cuidaba casi que con su vida. Sí se divertía, pero la protegía mucho, tanto así que esa pistolita sigue como cuando era nueva y ahora tiene 70 años.
Con jugueticos tan sencillitos como esa pistola de agua era que nuestros abuelos se volvían locos en Navidad, esperando la llegada de Santa o el Niñito Jesús. No eran épocas de pedir mucho y por eso cualquier regalito, para las familias que podían, alegraban montones a los pequeñitos.
Aquella arma de agua y el tío, Alexánder Murillo (ya falleció), fueron los motivos por los cuales Joaquín comenzó a coleccionar juguetes. Comenzó con él mismo, recordó que el primer regalo del que se acuerda es un chanchito de hule que todavía conserva. Don Joaquín nació en 1971.
El tío Alexánder fue el que inició la conservación de juguetes y le heredó esa pasión, por eso este alajuelense, ya con siete años, cuidaba mucho sus jugueticos y pensaba claramente que estarían en su poder incluso siendo grande.
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“Comencé a coleccionar juguetes en 1976, siendo muy niño, tenía lo míos y tras el fallecimiento de mi tío, heredé un álbum de Mazinger Z y un robot de los años sesentas. Creo que por eso mi pasión es con los juguetes de antaño, los de nuestros abuelos y nuestros papás, no tanto los modernos.
“La pasión real por coleccionar se le despertó en 1996. Conservó siempre los juguetes de niño, pero dejó de buscar cómo guardarlos por varios años. En aquel lejano 96 estaba, para Costa Rica, recién naciendo Internet y entonces lograr algún juguete del extranjero era muy difícil y más caro”, explica el coleccionista.
Recuerda don Joaquín que el regreso de la pasión se dio en 1996 cuando un compañero de trabajo en Grupo Nación, Roque Ramírez, al darse cuenta que él era coleccionista de juguetes viejitos, sin pensarlo dos veces y sin avisarle, le regaló un robot que le habían regalado sus papás muchos años atrás y estaba en perfecto estado.
“No podía creer ese regalo que Roque (VER EN ESTE LINK) me hizo. Era un robot legítimo japonés, conseguir eso en Costa Rica era casi imposible y él llegó, así como así y me dijo, tome, yo sé que usted lo va a cuidar igual o mejor que yo”, recordó el alajuelense, quien después de ese regalazo se motivó con más fuerza a aumentar su colección.
Conforme pasó el tiempo y el mundo se fue conectando por Internet, le fue siendo más fácil y económico conseguir juguetes de todo tipo. Haciendo un repaso por aquellos juguetes de los abuelos, el ahora experto en este tema nos recordó que antes de los setentas los niños ticos jugaban con carritos y trenes de lata muy sencillos, también de plástico, pero sin muchos detalles.
Joaquín entiende que además de los carritos, los muñequitos de indios y vaqueros, también los abuelos jugaban con bolinchas, trompos, yoyos y los más populares eran los carros de madera, sin embargo, él se concentró en los realmente viejitos de lata y plástico.
“Después de los setentas ya comenzaron a llegar al país, muy poco a poco, los robots y eso se convirtió en una locura. No eran juguetes que todas las familias podían pagar, pero todos los niños querían tener.
“Con la llegada de Internet encontré una mina de oro de juguetes en Estados Unidos. Era carísimo y lerdísimo traerlos, pero me traje algunos. Ya en tiempos de redes sociales todo cambió y todo se volvió más fácil y también más caro porque cierto tipo de juguetes ahora son de un precio muy alto”, explicó.
Hace dos años Joaquín abrió un perfil en Facebook que se llama “Vintage Toys Costa Rica”. Era solo para tener él un lugar con fotos de su archivo personal de juguetes de antaño, además, para mostrar esa colección y ver si podía intercambiar con otros coleccionistas.
“Poco a poco la gente se fue interesando en la página, otros coleccionistas y gente que solo se mete a recordar viejos tiempos con juguetes de su época, se llenan de nostalgia y me ponen mensajes diciéndome que ellos jugaron con este o aquel juguete cuando eran pequeños.
“Siempre que subo un robot hay alguien que me cuenta que se lo regalaron cuando era pequeño o que siempre soñó con tenerlo y nunca se lo pudieron comprar. Realmente los juguetes marcan una época importantísima de nuestras vidas por eso generan tanta pasión.
“Aquí en Costa Rica he confirmado que los juguetes viejitos, como comenté, de los abuelos y los papás nuestros, son los que más nostalgia y comentarios generan”, aseguró el coleccionista.