La expresidenta Laura Chinchilla dio una entrevista al Grupo Reforma de México, en donde habló de los principales desafíos al convertirse en la primera mujer en ocupar la silla presidencial en Costa Rica, a propósito del traspaso de poderes que hubo en México, la semana anterior.
Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera mujer en ocupar la presidencia en el país azteca y Chinchilla habló de la violencia política y los prejuicios que siguen vigentes en la población.
“Yo asumí que por el hecho de que la gente había votado por mí, ya se habían graduado de esos sesgos de los que hemos hablado, sin imaginar que quizás la parte más compleja, más dura, apenas estaba por venir, porque la gente parte de nuevo de cero y te empieza a poner pruebas que no imaginabas”, afirmó.
A continuación, les compartimos un extracto de la entrevista:
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- En el 2010 te convertiste en la primera presidenta de Costa Rica. De niña, ¿alguna vez pensaste y soñaste en convertirte en la primera presidenta de tu país?
Cuando nací ni siquiera era imaginable esa posibilidad, una niña no podía soñar con aquello que no existía. Me puse a googlear el año 1959 y resulta que Wikipedia para 1959 solamente tenía dos hechos históricos con nombres de mujer, uno era el de Indira Gandhi, que se había convertido en la secretaria general de su partido y quien posteriormente fue primera ministra de India, y el otro nombre femenino era el de la Barbie, porque la Barbie nació el mismo año que yo.
Entonces yo no soñaba con ser presidenta porque era inimaginable. A medida que avanza mi carrera política, fui haciendo los méritos, y finalmente Costa Rica se convenció de que se podía elegir a una mujer. Antes de la elección de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, solo otras siete mujeres han ocupado este cargo en América Latina a través del voto.
- La violencia política de género incluye grados desde la física, la psicológica, la simbólica, la sexual y la económica, ¿cómo combatirla?, ¿qué tan grave es la situación?
Durante mi campaña, la figura preferente de la oposición era una marioneta que me representaba manejada por hilos conducidos por hombres.
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Eso se sigue repitiendo, te ponen menos atención en lo que decís, más atención en cómo vestir o cómo lucir, se reiteran las preguntas sobre si lloraste o no lloraste, sobre tus emociones, y no sobre tu pensamiento y tus decisiones, de manera que el contraste es enorme, y entonces la gente va recibiendo una imagen de debilidad en una posición que siempre ha estado asociada a figuras fuertes y a valores masculinos.
Yo tenía una carrera política de 25 años, gané por mucha diferencia electoral, pero los prejuicios se volvieron a instalar una vez que ya me vieron como figura presidencial, y entonces en algunas ocasiones hasta confundían los términos, me llamaban primera dama, seguía habiendo una resistencia a otorgarme el título de presidenta.