La Sabana está muy enferma.
El parque urbano más grande y tradicional del país, al que varias generaciones han ido desde finales de los setenta a disfrutar los feriados y los fines de semana, necesita cuidado general, pero una parte está peor que el resto.
“Los tres lagos están en estado crítico y es urgente atenderlos”, dice la directora del Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación, doña Alba Quesada.
Si pasan quince días y no llueve, los lagos se secan y cuando se junta un mes de buen sol se ponen como un desierto. El pulmón josefino solo tiene lagos cuando estamos en estación lluviosa.
Lo malo es que cuando se llenan, abunda la basura. Se ve que le falta mucho cariño.
La Teja habló con doña Alba para entender qué pasa en La Sabana y qué se puede hacer para devolverle el brillo que tuvo.
¿Por qué se seca el lago?
Son varios factores: cumplió su vida útil, el material que se puso al principio de los setenta en el suelo para evitar la filtración excesiva; el pozo que se hizo para que abasteciera de agua se destruyó; la fuente, que servía para circular el agua se dañó, entre otros males.
¿Desde cuándo está así?
Fue a partir del 2015 que se comenzó a notar un bajón importantísimio en los niveles del agua del lago. Un metro y medio de profundidad es el nivel normal, se puede decir que ‘era’ porque ahora muy pocas veces lo alcanza.
¿Qué se ha hecho?
Nada. Desde el 2015 a hoy, asegura doña Alba, no se le ha invertido plata al lago para evitar que se seque en el verano. Hace un par de años, doña Alba tuvo la iniciativa de pedir colaboración para echarle agua potable, pero la idea fue muy criticada y a los pocos días, por no decir horas, se descartó.
¿Alguien hace algo en estos momentos?
Por dicha sí, un equipo técnico integrado por funcionarios del ICE, con el apoyo de la UNED y la coordinación del ICODER, comenzó a trabajar el 28 de febrero en un proyecto de recuperación del lago.
¿Qué se ha pensado hacer?
Vivian Ortega, del ICODER, explicó que cuando se tengan los permisos necesarios, se espera iniciar los trabajos de limpieza para la eliminación de basura, impermeabilización del fondo para evitar la filtración, llenado y la consolidación de medidas para garantizar que el lago no se seque en verano.
Se analiza la posibilidad de rehabilitar un pozo, que podría contribuir en el suministro de agua, o bien, hacer uno nuevo que como el viejo, se alimente del manto acuífero que bajo La Sabana (se llama acuífero Colima inferior).
¿Hay plata para hacer lo que se necesita?
No. Doña Alba Quesada es clara: en estos momentos no hay ni un cinco para meterle al lago. Si había algunas ilusiones de lograr una solución a corto plazo, la llegada de la pandemia las puso en una larguísima pausa porque frenó en seco los presupuestos y dejó al ICODER como decían nuestros abuelos: “a coyol quebrado, coyol comido”.
¿Entonces?
Se asoma una muy linda luz al final del túnel y es que ya se están comenzando a acercar lo que se puede llamar como “amigos del lago”; se trata de empresas, fundaciones y personas particulares, con toda la intención de ver cómo le echan el hombro al ICODER para rescatar el lago y la fuente.
En esa lista de amigos está una fundación que se llama Democracy Lab, la cual tiene las ganas y la plata para poder darle el banderazo de salida al rescate del lago. Pero antes habría que identificar las debilidades y hacer los planos de todas las construcciones, remodelaciones y arreglos que harían falta. El costo ronda los 100 millones de colones.
Ya la propuesta de la Fundación la tienen las autoridades del ICODER, pero no le han dado el visto bueno.
¿Es cierto que han pensado quitar el lago y poner canchas de fútbol?
“Jamás”. Dice muy firme doña Alba. “Esa idea jamás ha pasado por nuestra mente. Le puedo garantizar que hay gente trabajando por encontrar prontas soluciones al lago, es en eso en lo que invertimos esfuerzos, no en quitarlo. Repito, de las urgencias que tiene La Sabana, el lago es la más fuerte, hay que meterle mano ya”.
¿Es cierto que hacen falta, mínimo, 2.000 millones de colones para los arreglos?
“Se necesita dinero, de eso no hay duda. No podemos decir que son dos mil millones, pero sí que se ocupa. Ahora bien, se han acercado varias empresas y profesionales con la idea de colaborar sin cobrar, eso servirá de mucho para bajar los costos. En estos momentos no hay dinero de parte del ICODER, por eso, si iniciamos la ruta de la recuperación del lago es con recurso privado y no dudamos que hay buen ambiente para ayudas externas”, explicó doña Alba.