San Rafael de Platanares, en Pérez Zeledón, es un hermoso pueblito en donde casi todas las casas tienen bueyes, carretas y trapiches.
Es por eso que a la hora pico, cuando se saca el café a media mañana, la presa es de carretas con bueyes.
Francela Jiménez Fernández, de 29 años, nos cuenta que ellos usan su yunta todos los días, sobre todo en estos tiempos de cogidas, de lo que se conoce como el café rápido (el que se madura más rápido de lo normal).
Ella está casada con Jeicer Navarro Cruz y tienen un hijo, Samir, quien tiene nueve años y ya es un boyero puras tejas.
Cada mañana se levantan bien temprano para chinear a Espartano y Shaggy, que son unos novillitos todavía, ya que hasta hace poco los titulares eran Peter e Indio, pero se enfermaron.
“Los chineamos, sí, pero no mucho, a los bueyes no hay que chinearlos demasiado porque se vuelven unos vagabundos.
“Tres veces al día se les pone agua, zacate picado, miel, concentrado y también se les mezcla el concentrado con coquito y alimento, pero hay que tener mucho cuidado de que no se pongan muy gordos porque se vuelven alérgicos al trabajo”, nos explica esta boyera de la pura cepa.
Trapichada
Conversamos con Francela el pasado viernes y la encontramos alistando todo porque este sábado 21 de noviembre les tocaba la trapichada (moler caña en el trapiche) y ponerle bonito para cumplir con los pedidos de sobado, cajetas, las tapas y el chicharrón de dulce.
El trapiche lo mueven Espartano y Shaggy.
“Aquí todos nacimos en carreta. En San Rafael de Platanares todo el día se escuchan las ruedas de las carretas, es parte de nuestra vida. Es una linda tradición para muchos, para nosotros también, pero con la diferencia de que realmente usamos la carreta y los bueyes para trabajar todos los días”, explicó.
Ella hace de todo en el campo, desde arar y sembrar, hasta cargar la carreta y guiar a los bueyes. Además, es la encargada de pintar las carretas de la familia.
Actualmente está pintando la de la casa porque su esposo y su suegro, don José Alberto Navarro, la habían arreglado.
El papá de don Alberto, don Domingo Navarro (quien falleció hace cuatro meses), fue un eterno enamorado de los bueyes y las carretas.
Siempre ocupados
No hay época del año en que la carreta no pase ocupada y los bueyes breteando. Desde octubre pasado y hasta finales de diciembre, les tocó la cogida temprana de café.
En el verano los usan para arar la tierra, ya que comienzan las siembras, y el resto del tiempo pasan jalando tucas, ramas, basura, en fin, casi ni tiene tiempo para que la yunta “pase Riteve”.
“Para nosotros la yunta de bueyes y la carreta significan nuestra vida, nuestras raíces. El boyeo corre por nuestras venas y el sonido de una carreta estremece nuestro corazón. El trapiche, la arada en el campo, la jalada de café, son en nuestra vida una tradición, un legado que nos llena de orgullo y emoción. Hoy en día decimos que somos costarricense de nacimiento y boyeros gracias a Dios”, resumió Francela.
Una vida en carreta
Para donde usted agarre en ese pueblo, la carreta está a la orden del día, así lo confirma también don Froylán Navarro Porras, quien tiene 62 años, desde muy chiquillo ya andaba en el campo con la carreta. Los Gemelos son sus dos bueyes actuales.
“Aquí todo es con bueyes. Estoy claro que mucha gente de la Gran Área Metropolitana puede creer que eso es una linda tradición que ya no existe, pero los invito a visitarnos para que comprueben cómo nuestra economía y nuestras vidas, todos los días, van en carreta”.
Esas son las palabras de don Rafael Ángel Cruz Ureña, de 57 años, quien agrega: “En mi caso tengo una familia que vive con bueyes y carretas, con trapiche, somos caficultores, agricultores y con nuestro sudor y la ayuda de los bueyes, pasamos todo el año trabajando”.
“Junto con mi hijo Gerald Cruz, cuidamos y alimentamos a nuestras dos yuntas, los Palomo y los Morenos. En estos momentos estamos alistando todo porque aquí sembramos lo que llamamos un café veranero, el cual nos da trabajito como hasta finales de marzo.
“Si alguien piensa que las carretas y los bueyes son asunto de museos, que se venga a San Rafael de Platanares para que disfrute de lo lindo que es el campo y de que todavía muchos movemos al país subidos en una carreta que es jalada por un par de bueyes”, concluyó don Rafael.