Una imagen de la Negrita de los Ángeles con un resplandor de un metro de altura, fundido en latón y bañado en oro y plata, viajará a Limón cargada de un sentimiento familiar especial.
Se trata del último trabajo para la patrona que empezaron juntos Fernando Soto Coto y su papá, don Antonio Soto Del Valle (fallecido el miércoles 18 de abril). Ahora le toca al hijo terminar la obra sagrada y entregarla a la catedral caribeña el 19 de julio de este año.
Fernando dice que terminar el bretecito sin la compañía del papá lo llena de nostalgia, pero también le da una alegría inexplicable.
Este resplandor representa 216 años de una tradición de la familia Del Valle, tiempo que llevan siendo los custodios de la Virgen y los orfebres de la Negrita, es decir, quienes trabajan los metales preciosos que adornan algunas de sus imágenes.
Sin embargo, esa tradición corre peligro porque no hay descendencia de Fernando interesada hasta ahora en continuar con el legado. Además, el mismo Fernando no tiene ya el apellido Del Valle.
LEA MÁS: Peligra tradición de 216 años de una familia de joyeros con La Negrita
“Esta Negrita me da alegría porque voy a terminar la pieza que mi papá había empezado y mucha nostalgia porque siempre que terminábamos un resplandor nos quedábamos viéndola para detallarla. Nos la dejábamos tres o cuatro días, la detallábamos, tomábamos fotos y después la entregábamos al cliente”, explica Fernando.
- ¿Qué fue lo que dejó adelantado su papá?
- Todo lo que es el fundido, los angelitos, los escudos, las margaritas. Representa como un 15 o 20% del total del trabajo. Es muy elaborado, la parte que requiere más horas.
- ¿Y qué le toca hacer a usted?
El resplandor, que es toda la rayería, el manto, que es el vestido de la imagen de piedra; la azucena, una flor abierta que lleva los seis ángeles custodios); el mástil (pieza que va de debajo de la flor al pedestal o base) y el pedestal. La imagen se compra en cemento, mide como 15 centímetros y no la trabajamos. Solo hacemos el resplandor y cuando está listo lo ensamblamos y lo entregamos.
- ¿Este trabajo tendrá una carga emocional diferente?
- Sí, bastante. Tendré mucha nostalgia el día que la entregue y se vaya para Limón por todo lo que va a representar.
- ¿Cuándo le empieza a meter mano?
- La semana entrante.
- ¿Alguien le ayuda?
- Sí, mi esposa, Ingrid Umaña, tuvo la dicha de aprender con el mejor maestro, que era mi papá. Cuando ella llegó al taller todavía trabajaba bastante y mi papá se sentó a enseñarle muchas cosas.
- Entonces, ¿ustedes serán los últimos dos de la familia?
- Seremos los últimos dos. Pero esperamos mantenerla mucho tiempo. Yo tengo 41 años y ella 39.
En manos de ellos
Desde la muerte de su papá, el título de orfebre y guardián de la Virgen de los Ángeles recayó en Fernando, que se siente angustiado al reconocer que él podría ser el último de la familia que cumpla con tan importante labor.
- No es común que exista una tradición de 216 años en el país. ¿Cómo toma ese hecho de que sea usted el responsable de mantenerla?
- Es una responsabilidad y un peso grande, una carga. Mi papá me enseñó a llevar esas presiones de la mejor manera. Es nuestro trabajo y espero llevarlo muchos años más.
- ¿Sabe quién fue el primero de la familia?
- Felipe del Valle llegó como maestro de capilla y profesor de música para una familia de Cartago que lo mandó a traer, a partir de allí trabajó en la orfebrería de la basílica y de allí se extendió al resto del país. Luego vienen sus hijos y la tradición se pasa de generación en generación. Ahorita soy guardián de la Virgen, automáticamente al morir papi, el título me quedó a mí.
- ¿Qué otra historia sabe de su familia?
- El abuelito de papá, Emilio Del Valle Madriz, fue el que hizo la reforma de los resplandores de la basílica en 1926. Antes de ese momento existían y eran entrelazados. Hizo cambiar la forma de la rayería (los rayos del resplandor) de forma lineal.
- ¿Le duele que muera la tradición con usted?
- Claro y me preocupa mucho. Puede ser alguien ajeno (quien la siga), pero no es lo mismo, se pierde la idea de la tradición familiar.
- ¿Está dispuesto a enseñar su oficio a alguien ajeno a la familia y seguir la tradición?
- Sí, pero tiene que ser alguien con devoción, que trabaje con amor, que tenga pasíon por Dios, respeto, que ame a la Virgen de los Ángeles y que tenga en cuenta que esto no se hace por un salario.
- A raíz del peligro de seguir la tradición familiar, ¿algún sobrino, primo o alguien cercano ha manifestado que quiere aprender?
- No. Mi hija cuando papá estaba y llegaba del cole, en algún momento dijo que quería aprender. No sabemos si va a querer o escogerá otra área. No tiene que ser forzado.
- ¿Ha habido otras mujeres?
- Sí, hace muchos años y dicen que muy buena. Solo esa ha habido.