Los ticos, antes de firmar el Acta de Independencia en 1821, una vez más le pedimos consejo a la Negrita.
La decisión de declararnos un país soberano e independiente de España no se tomó sino hasta tener ese tiempo de consulta con la Patrona de Costa Rica, que ha protegido y ayudado al país desde su nacimiento.
El 13 de octubre de 1821 fueron recibidas y leídas en Cartago la declaración de Guatemala y la de la diputación de León, del 28 de setiembre, conocida como el Acta de los Nublados, debido a que proclamaba la independencia del Gobierno español, “hasta tanto que se aclaren los nublados del día” y aparentaba establecer un “compás de espera”, por si España hubiese decidido enviar refuerzos para sofocar los movimientos independentistas.
“El mismo 13 de octubre de 1821, en el acta de la sesión en que se conocieron dichos documentos, las autoridades y los vecinos de Cartago acordaron que se ‘mandase decir una misa de rogación el domingo 21 del corriente mes de octubre, a María Santísima Nuestra Señora con el título de Los Ángeles, Patrona General de esta ciudad, a fin de que se digne interponer con su Hijo Santísimo nos favorezca con los auxilios de su santísima gracia para nuestras determinaciones’.
“El amparo de Nuestra Señora de Los Ángeles acompañó a nuestra naciente patria en esos momentos, como lo ha hecho siempre desde su hallazgo en 1635”, explica una carta que le envió la Conferencia Episcopal de Costa Rica a todos los ticos el 13 de setiembre de este año, previo al festejo del bicentenario.
Ya era famosa
Fernando Vílchez Campos, sacerdote e historiador, explica que para 1821 ya la Negrita era bien famosa y muy solicitada en las plegarias de los costarricenses de todo el país. Ya tenía una devoción de 186 años, porque su hallazgo fue en 1635.
“La devoción por la Negrita se extendió muy rápido por todo el país. En 1639 se le construyó una ermita sencillita en el lugar del hallazgo, en 1648 se aprueba que se puedan hacer recolectas por todo Costa Rica para la virgen de Los Ángeles, se nombró como mayor domo a Luis Rodríguez, un fiel laico que estuvo supervisado por el padre de Cartago y vicario general, Baltasar de Grado, el primer sacerdote que tuvo el país”, explica el padre Vílchez.
Para 1652 se fundó la cofradía de Nuestra Señora de Los Ángeles, una asociación de fieles que se dan a la tarea de motivar, sostener y avivar el culto a la Negrita. Un año después se aprobó esta cofradía y en el texto de aprobación ya se habla de una imagen milagrosa y se explica que su ubicación es La Puebla de Los Pardos.
“Hay una enorme cantidad de documentos que confirman la devoción a la Negrita antes de 1821. En 1723 se le pidió su intercesión por las erupciones del volcán Irazú; en 1737 se le pidió para que nos dejara de golpear la peste de las cejas. En 1739 se declara feriado el 2 de agosto, se dice que debe ser un día de fiesta y celebración en honor a la virgen.
“Como sucedió con el covid-19, que la imagen se llevó en avioneta por todo el país para la protección ante la pandemia, en 1821 se le pidió consejo e intercesión, ya desde aquel entonces ella era parte de la identidad costarricense”, agrega el sacerdote.
No pasa de moda
Monseñor José Manuel Garita, presidente de la Conferencia Episcopal, se refiere a la virgen de Los Ángeles constantemente, sobre todo cuando celebra misa.
“Hermanos, vamos a pedir al Señor por la intercesión de la virgen de Los Ángeles, a cuyas plantas nos encontramos, la gracia de una fe viva y eficaz vivida con fidelidad en las circunstancias cotidianas de nuestra vida.
“Con mucha confianza roguemos al Señor para que Costa Rica se conserve y consolide como un país y familia de fe, la misma fe que ha estado presente desde sus orígenes, en los momentos más difíciles y alegres, en las experiencias más oscuras y luminosas, una fe siempre bajo el amparo fiel y constante de la reina de Los Ángeles que ha acompañado maternalmente a esta nación desde hace casi 400 años. Que Dios salve a Costa Rica, que María conserve y acreciente la fe de este pueblo que la honra y la ama”, ha dicho monseñor.
También, monseñor se refiere a que la Negrita es parte de la identidad nacional del costarricense.
“La celebración ininterrumpida, por casi cuatro siglos, en honor de la Negrita, nos llena también de esperanza, nos dice que existen raíces bien profundas con respecto a lo que creemos. Son valores que no pasan de moda y que, por tanto, tienen vigencia permanente en nuestra identidad nacional.
“La devoción que tenemos a la reina de Los Ángeles es expresión de fe de un pueblo confiado al amor fiel de su madre, pues ella intercede siempre por esta nación ante el Señor. Es una madre que nos protege desde el cielo, siempre y en toda circunstancia”, asegura el presidente de la Conferencia Episcopal.