Isaac Obregón Vargas es un niño increíble y muy valiente.
Cuando tenía solo tres añitos le diagnosticaron cáncer en la sangre y aunque no entendía la gravedad de su condición, decidió luchar y soportó con mucho coraje los tratamientos que limpiaron su cuerpo.
El 24 de febrero pasado él y su familia recibieron la noticia más esperada de todas, la enfermedad desapareció y al fin podrá tener una vida lejos de los hospitales y el dolor.
Yalile Solórzano es la abuelita materna de Isaac y ha estado con el chiquito desde que nació. Él es su único nieto y cuando recibió la noticia de que tenía leucemia sintió que el mundo se le vino encima.
LEA MÁS: Restaurante demuestra que las personas con condiciones especiales tienen mucho que aportar
“Un día mi hija le vio unos moretes en la parte derecha del estómago y lo llevó a emergencias del hospital de San Ramón, ahí lo revisaron y le dijeron que no era nada. Días después le salieron otros moretes en la espalda, se le veían como manchitas pequeñas y aunque Isaac decía que no le dolían y él estaba como si nada, mi hija lo volvió a llevar al hospital”, recordó la abuelita.
Melany Vargas llegó con su hijo al centro médico asustada y los doctores, por su experiencia, supieron que algo estaba pasando, por lo que le mandaron unos exámenes de sangre.
“Mi hija me llamó y me dijo que los exámenes habían salido alterados y que iban a mandar al chiquito en ambulancia para el Hospital de Niños, así que yo me fui para el hospital de San Ramón, me metí a la oficina de un doctor y cuando estábamos solos le dije que fuera sincero conmigo, que si mi nieto tenía algo malo yo tenía que saberlo y él me dijo que lo más probable era que tuviera leucemia, ese día, a mis 42 años, conocí el verdadero dolor”.
Inició la batalla
Cuando llegaron al Hospital de Niños los médicos le hicieron al pequeño un montón de análisis y confirmaron que tenía leucemia linfocítica aguda y empezaron la quimioterapia de inmediato porque en su sangre tenía un 86% de células cancerosas.
“Recuerdo que fui yo quien acompañé a mi nieto al salón al que iba a estar internado por unos días y cuando llegué vi a los chiquitos que estaban ahí sin pelo y bastante enfermitos, yo sentía ganas de gritar del miedo y el dolor que sentía por mi Isaac, pero tenía que ser valiente, no había otra opción.
“Mi nieto estuvo internado dos semanas y luego lo mandaron para la casa, nosotros vivimos en San Ramón y los lunes, miércoles, jueves y viernes teníamos que llevarlo al Hospital de Niños para que le pusieran la quimioterapia. Fueron tiempos muy duros en los que nos refugiamos en Dios, yo le decía a mi hija que le entregara el chiquito a Dios para que se lo sanara y si Él veía que iba a sufrir demasiado que mejor se lo llevara, nadie quiere ver sufrir a una persona que ama, menos a un niño”, relató DOÑA Yalile.
La quimioterapia hizo que el pequeño perdiera el pelo, pero tanto su mamá como su abuela siempre le dijeron que se veía guapo. El niño vomitaba todos los días hasta siete veces, le dolían los huesos, no quería comer y había días que no tenía fuerza ni para levantarse de la cama, no quería jugar, pero aún así luchó por sobrevivir.
LEA MÁS: Trisha, Ericka y Daniela: el equipazo que ama trabajar en las alturas (video)
Recaída aumentó el dolor
A los ocho meses de haber empezado el tratamiento, al pequeño le hicieron unos análisis y le encontraron células cancerosas en el líquido cefalorraquídeo, que es el líquido que circula por los espacios huecos del cerebro y la médula espinal.
“Nos dijeron que era una recaída y que debían volver a empezar el tratamiento, pero esta vez de forma más agresiva porque el cáncer seguía ahí pese al primer proceso de quimioterapia.
“Fue fulminante escuchar que Isaac estaba aún peor, porque incluso las probabilidades de sobrevivir bajaron con ese nuevo diagnóstico”, recordó la abuela.
En esa nueva etapa el chiquito pasaba más tiempo internado porque le ponían sesiones de quimioterapia de 36 horas seguidas.
“Cuando inició la pandemia mi hija y yo pasamos prácticamente 63 días internadas en el hospital con Isaac, no podíamos salir para no contagiarnos de covid. Yo lo cuidaba en el día y mi hija en la noche, estábamos refugiadas en la oración porque solo Dios da la fuerza para llevar situaciones así”.
Luego de tres años de lucha y dolor, en febrero pasado el valiente recibió su última sesión de quimioterapia y el 24 de ese mes les dieron los resultados de los exámenes en los que el pequeño salía limpio del cáncer.
“El 24 de febrero tocó la campana en el hospital de Niños, simbolizando que ya está sano, nosotros decoramos el carro para llevarlo a la casa y en San Ramón lo estaba esperando un grupo de personas con globos y hasta le teníamos un queque. Es una alegría tan intensa la que nosotros sentimos de saber que ya mi nieto no va tener que luchar más contra esa enfermedad tan dura.
“El jueves pasado Isaac fue a la escuela George Washington, aquí en San Ramón, donde cursa el segundo grado y le hicieron un recibimiento precioso, los compañeros le hicieron como un túnel con las manos para que él pasara por debajo y la escuela hasta le dio un diploma de honor”, contó la orgullosa abuela.
Isaac llegó a su casa todo contento ese día y dijo que el recibimiento no le había gustado, que le había superencantado.