Nacional

La larga lucha de Tony

Un accidente que casi lo mata cambió la vida de drogas de limonense

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Tony Coto, de 42 años, intenta dejar las drogas. Lleva seis meses en Hogares Crea luego de que un bus le pasara por encima el 20 de diciembre pasado.

Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que había pasado tres días en coma, que el bus le rompió la pelvis y la cadera, que había sido operado, que perdió parte de su movilidad, que tenía tubos en su cuerpo. Hoy le faltan tres cirugías y dice que podrá volver a caminar sin andadera ni silla de ruedas.

Aquel 20 de diciembre, Coto se hizo un cóctel con alcohol de noventa grados, clonazepán, diazepán y piedra. El bombazo llegó al corazón y al cerebro. El efecto lo puso violento, deambuló por las calles hasta que, desorientado, el bus lo mandó a dormir.

Tony es uno de los casi 400 adultos atendidos por Hogares Crea y piensa que, después de perder la cuenta de las veces que ha ingresado a rehabilitación, esta será la definitiva.

Se oye convencido y dice que Jesús entró en su vida, que ahora tiene una motivación y que ya descubrió la fórmula para no recaer. Es sencilla, pero cuesta mucho para el que está envuelto en ese mundo: Tony le dirá no a cualquier fiesta, rechará un cigarro, una birra y le huirá a los ambientes en que las drogas están presentes.

“Siempre que he recaído ha sido por creer que puedo ir a una cantina y tomarme una Coca cola en un lugar donde mis amigos se están tomando un trago, una birra o se hacen una línea y que puedo estar con ellos como si nada. Me digo ‘solo dos bombazos’, pero luego quise el tercero, el cuarto, el quinto y era capaz de salir desnudo de ese lugar para vender la ropa y seguir consumiendo”, recuerda.

Pero, ¿cómo visualiza ese momento para decir "no"?

“Lo he pensado muchas veces y será por la prevención. Definitivamente no iré. Todos los programas de rehabilitación enseñan la prevención. A mis 42 años queda mucho por vivir y ya me divorcié del licor, de las fiestas, de los bares, de los bailes y de todo ese sistema social. Pertenezco a un nuevo estilo de vida donde Dios es el centro y quiero seguir estudiando Teología y una de mis metas es llevar la palabra de Dios a cárceles y a hospitales”, dijo .

Coto forma parte de una estadística que alarma. El 30% de los ingresados a Hogares Crea recae. De ese porcentaje, el 92% reingresa al programa y un 8% nunca más lo vuelve a hacer, según Lindbergth Chacón, Director Nacional de Hogares Crea.

Tony Coto quiere llevar la palabra de Dios a cárceles y hospitales. Fotos: Rafael Murillo. (Rafael Murillo)

“La desintegración familiar y vivir en zonas de alto riesgo social enmarca a las personas en ambientes negativos. Y si hay contacto visual con el consumo y el trasiego de drogas hay más riesgo de que las personas se hagan adictas”, manifestó.

Tony inició con el licor y el tabaco a los 13 años. A los 18 ya consumía cocaína, a los 24 ingresó a su primera rehabilitación y de los 30 a los 42 su vida ha sido un torbellino de drogas y fiesta.

Pero lo que dice de los colegios alarma. “Consumía coca en el cole (uno en Limón) no es difícil que ingrese. Los mismos compañeros la consiguen en sus barrios, la echan al bulto y la meten. En aquel entonces la punta valía rojo y medio y el dinero que se supone que es para la merienda se usa en comprar. Consumíamos adentro del cole, luego íbamos al tajamar, comprábamos una pachita de vodka o guaro… o lo que fuera y hacíamos la fiesta”, dice.

Su adicción fue progresiva, hasta que usó crack de forma compulsiva. Ya vivía en San José y era el dueño de un charral por plaza González Víquez. Cuando usaba alcohol era violento, le tiraba piedras a la Policía, asaltaba personas, mentía, manipulaba.

“Una vez, a las 3 a.m. estaba ansioso por un bombazo de piedra. Llovía, el cartón estaba mojado, yo estaba mojado y temblaba de frío. Me puse a llorar, fue el peor día, pero seguí en la droga”, dijo.

Su relación con ese mundo acabó cuando, una semana antes del accidente, le pidió a Dios un milagro porque creía que iba a morir consumido por la droga.

“El accidente fue el milagro. No me tocaron ningún hueso de la columna y podré volver a caminar. Me he despertado y lo primero que veo es la silla y la andadera, pero doy gracias porque estoy vivo, tengo otra oportunidad. La aprovecharé”.

Blancos y tragos: Andrey Aguilar se inició como tantos otros, con un cigarro y licor. Luego llegaron la coca, el crack, la piedra, los ácidos, los hongos y ketaminas. Pide a los jóvenes tener cuidado con el tabaco y el guaro pues así inicia la mayoría de personas que se meten en las drogas. Recuerda cuando una vez, con cuatro días deambulando, sin bañarse, sin comer, sin nada en la vida, se topó con una cruzada de Hogares Crea y lo rescataron. "Me sentía solo, vacío, con miedo, y las humillaciones de la gente hacen mucho daño. El adicto necesita ser escuchado". Hoy, Andrey tiene cinco años sin probar droga y es uno de los terapeutas con los que cuenta Hogares Crea.

Andrey Aguilar superó un difícil camino lleno de drogas. Foto: Rafael Murillo. (Rafael Murillo)
Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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