El tamal es un personaje protagonista en la Navidad de los costarricenses, en la mayoría de casas desde que se acerca diciembre empiezan a planear las famosas tamaleadas.
Esta es una tradición muy tica que une a las familias alrededor de todo el proceso de elaboración, desde la búsqueda de las hojas para envolverlo hasta la cocinada.
Pero, más que la trabajada que lleva cocinarlos, lo que más esperan los ticos es comerse el tamalito (bueno aunque normalmente es más de uno) en ésta época del año.
Es por eso que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) arrancó desde mediados de noviembre una campaña en Facebook en la que le recomiendan a sus seguidores no mandarse muy rudo con este delicioso platillo.
Sin embargo, algunos usuarios de esa red social han tomado estos mensajes como un ataque directo a la tradición nacional y no se han quedado callados.
Un ejemplo de esto es Ronald Cruz, quien en tono hasta jocoso y al mejor estilo de doña Eugenia les escribió: "Estoy ilusionado con la llegada de diciembre, quiero comer tamales, TA-MA-LES, ¿o acaso es pecado? Todo el año paso comiendo pinto y ahora en el último mes del año no me dejan comer tamales. Déjenme comer tamales".
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Ante este tipo de molestias consultamos a la Caja y nos respondieron que la institución se va a encargar de darle un enfoque diferente a su campaña.
"Comprendemos que es una comida tradicional, que más bien debemos rescatar. Lo malo no es el tamal, sino todo lo que nos comemos junto a él y la cantidad que comemos al día", explicó Grace Murillo, nutricionista de la CCSS.
Alimento completo
De hecho, la especialista en alimentación reconoció que este platillo es una comida muy completa pues tiene proteína (carne), vegetales, carbohidratos (masa y el arroz) y grasa (de la manteca de cerdo).
"Lo que tenemos que cuidar es que esa grasa no sea muy saturada, esto lo logran cambiando la manteca por aceite para hacerlo más saludable y usar una parte de cerdo y otra de pollo", explicó Murillo.
Otra petición que hizo la nutricionista de la Caja fue poner una porción más pequeña de masa a la hora de prepararlos, en vez de usar el cucharón usar una sopera, que es más pequeña. Además, usar menos arroz y más zanahoria, alverjas y chile dulce, para así no deshacernos del todo del rico tamal.
También recomienda comer solo uno y no de dos en dos.
Además, Murillo hizo énfasis en la costumbre del tico de comer los tamalitos acompañados por pizza, queque navideño, refrescos gaseosos o tragos, algo que es aún peor.
"Esas combinaciones son bastantes calorías, lo que aumenta las probabilidades sufrir de sobrepeso, hipertensión y colesterol. Para empeorar las cosas, tenemos la costumbre de comerlo con salsa inglesa que no es parte de la tradición, solo que así nos lo ha inculcado la publicidad y eso lo que ha hecho es aumentar una gran cantidad de sodio a la dieta", agregó la experta.
La nutricionista recalcó que la intención de la Caja nunca ha sido que se deje de comer este tradicional platillo, sino que se coma en menos cantidad.
Radiografía del tamal
Según el estudio "médico" de la Caja, un solo tamal puede aportarle 500 calorías y hasta 500 gramos de sodio.
- 30 gramos de carbohidratos
- 13 gramos de proteína
- 27 gramos de grasa
- 38 miligramos de colesterol
Buenos tamaleros
En la familia Solano Madrigal, son buenos para el diente y diciembre es una época muy esperada por ellos para disfrutar de los tamalitos que preparan todos juntos, liderados por Lorena Mena.
Uno de ellos es Mauricio Solano, quien confesó que cuando su esposa (Lorena) los hace, se come una piña por sentada y más si es fin de semana.
Él ejemplifica el perfil del tico que la Caja quiere corregir, no solo por la cantidad que se manda, sino porque prefiere los menos saludables.
"Me como solo los tamales de cerdo, porque son los más tradicionales, uno de pollo como que no es tamal. Además me gusta ponerle salsa inglesa, o salsa de tomate y mayonesa", explicó Solano.
Agregó que no le parece la campaña de la CCSS porque es como quitarnos el gallo pinto.
"Diciembre es el mes cuando más rico saben, por todo el ambiente que rodea el momento", contó el vecino de Paraíso de Cartago.
Criterio similar mantiene su esposa: "No está nada bien (lo que dice la Caja), es una tradición. Ahora no es tanto la cantidad que se coma porque nuestros abuelos se comían no sé cuántos al día y era normal, lo malo son las otras costumbres que tenemos de alimentarnos con mucha comida chatarra y tomar mucho licor", dijo Mora.
La primera quincena de diciembre es la fecha en la que Lore se pone manos a la obra para hacer entre 150 y 200 tamales, pero para una familia tan grande (7 miembros) no les rinde ni una semana.
A veces se comen dos o tres veces al día. Aunque ella le saca la carne a los suyos, le encantan con salsa inglesa, mayonesa y salsa de tomate, sin olvidar un buen cafecito.
Evite la manteca de cerdo
Lo más dañino de mandarse sabroso con los tamales es la manteca de cerdo con la que muchos amarran la masa, así lo confirman tanto la nutricionista Silvia Murillo como la cardióloga Gabriela Castillo, quienes recomiendan cambiar ese ingrediente por aceites vegetales.
"No hay que satanizar un tipo de alimento, todos los que tengan grasas animales son más dañinas. Cuando repetís 2 o 3 en una sentada consumiste las calorías de todo el día. No es exclusivamente de la tamaleada, a mayor contenido de grasas en la dieta, más estarán circulando por nuestra sangre y contribuirán al sobrepeso, la obesidad y aumentar el porcentaje de grasa corporal. Y en el caso de las personas que ya han tenido algún infarto, una comilona de tamales podría desestabilizarlo", agregó la presidenta de la Asociación de Cardiología.
Lo importante es darse cuenta que viene una época de exceso (tamal, queque, chicharrones, alcohol) y si se repite el patrón toda la semana, se desbalancea totalmente la dieta.
Por su parte, Murillo aconsejó usar aceite de oliva en lugar de manteca de cerdo, pues la grasa saturada no puede consumirse libremente al ser tan pesada.
"Eso varía el sabor, pero es más sano. Además, si la masa se mezcla con el almidón de la papa cruda es mejor", indicó Murillo.