Carmen Chacón es una vecina de Cartago que desde hace diez años empezó a darle forma a un sueño de infancia.
Se trata de un hermoso portal en el que, tirando un cálculo bajito, cree que ha gastado al menos dos millones de colones solo comprando las figuras.
“Algunas cuestan ¢25.000 y otras como ¢50.000, dependiendo del tamaño. Creo que tengo como unas 70 figuras, entre los muñequitos y las casitas”, comentó la brumosa.
Según nos contó, desde niña siempre soñó con tener un portalote como el de una compañera de trabajo de su papá, quien todos los años, desde que Carmen tenía como nueve años, los invitaba a pasar a comerse un queque a ella y a sus hermanos (Gabriela y José).
“Yo lo veía y siempre me dije: ‘yo quiero algún día tener un nacimiento como ese’, porque en el de la casa solo teníamos las figuras que vendían normalmente como las ovejas, los pastores y la Sagrada Familia, pero creo que las figuras de ella eran traídas de España”, recordó Carmen.
Ella se declara amante de la Navidad y por eso hace una década comenzó a hacer realidad su sueño cuando se hizo amiga de la dueña de la tienda regalos Angie, pues apenas ella trae mercadería para la venta, le avisa para que tenga acceso a lo más nuevo y le da chance de pagarlo a poquitos.
“El primer año solo compré la Sagrada Familia y los aldeanos, luego fui comprando todos los demás, pero este año no compré ninguno, ya los tenía todos”, explicó.
La más grande de todas las figuras es una de María, José y el Niño huyendo hacia Egipto, solo que esa la pone sobre la mesa del comedor y no en el portal.
Pero, ¿cómo hace el resto del año con tanto adorno? Esta amante de la época navideña los mete en la caja original en la que los compró y los guarda en un clóset destinado solo para eso.
Ayuda profesional
Gracias a la creatividad de Gerardo Fernández, quien se dedica a la elaboración de portales, es que Carmen ha logrado montar toda la ciudad de Belén en un pequeño espacio.
Eso sí, ella reconoce que le gustaría tener una casa más grande para poder extenderse más.
Como adora esta época, ella se encarga de adornar toda la casa de arriba a abajo, eso sí, con los tradicionales colores rojo y dorado.
“Navidad es la única época en que la casa está llena de chunches y se ve bonita. Hasta al perro le hice un adorno y le doy un regalito”, agregó la cartaga.
Bien acomodado
Don Gerardo nos contó que no es sencillo crear un concepto cada año. Esta vez hizo la ciudad de Belén y colocó cada figura por oficio, así los lecheros, panaderos, viñeros, el herrero, el carretón con frutas y hasta los aguateros están acomodados a lo largo de la ciudad
Los Reyes Magos van cruzando Belén, rumbo a encontrarse con Jesús, quien está en el pesebre a las afueras de la ciudad.
En ese lugar están los pastores con sus ovejas mirándolo y el ángel cuidando todo desde el cielo.
Desde hace tres años incorporó una fuente de 70 centímetros que atraviesa todo el portal y lo mejor de todo es que para el montaje Gerardo se vale de lo que haya en la casa, sean cajas, tarros, pedazos de madera o estereofón.
Todo el trabajo lo termina en seis horas máximo.
Antigua tradición
El padre Abraham Abarca nos contó que la tradición del pesebre nació en 1223, cuando san Francisco de Asís, por su deseo de estar más cerca del nacimiento del hijo de Dios, comenzó a representarlo.
Y aunque muchos lo empiezan a poner desde finales de noviembre, el sacerdote nos indicó que lo ideal es montarlo después del 16 de diciembre, cuando terminan las ferias privilegiadas del Adviento (las posadas navideñas).
Las figuras infaltables son la Sagrada Familia, los pastores, el ángel y los Reyes Magos que vienen con los tres regalos.
El cura nos comentó que no hay nada escrito al respecto, pero que por cultura popular se acostumbra colocar el portal en el suelo cuando no se tiene casa propia para pedirle a la Sagrada Familia que les dé una, si ya se las concedió, no es necesario tenerlo en el suelo.
“Entre más rústico y humilde se vea, más bonito es el pesebre”, agregó el padre.