Una de las chiquitas más chirotas de Río Grande de Cristo Rey, en Platanares de Pérez Zeledón, se llama Kristel Hidalgo Mora.
Es estudiante ejemplar y disfruta la naturaleza al máximo en un sitio donde aún es posible hacerlo. Lo malo es que eso puede tener a veces consecuencias negativas.
El pasado 12 de abril, mientras estaba de lo más contenta en un palo de guaba, la rama se rompió y por la caída se quebró la cadera y el fémur derechos.
Esta historia nos llegó gracias a los amigos de Tv Sur Canal 14.
Bien, la cosa es que después del gran golpe, a Kristel se la llevaron directo al hospital Escalante Pradilla, donde estuvo internada dos días, después la pasaron al de Niños y allí la operaron y le pusieron yeso desde las costillas hasta la planta de los pies: imposible levantarse de la cama.
Después de que todos en la familia pasaron el tremendo susto y a Kristel le bajó el dolor físico le llegó uno emocional porque cayeron en la cuenta de que se esfumaba el sueño de hacer la primera comunión después de dos años de catecismo.
Cuenta Lucrecia Mora, la mamá de la niña, que tanto ella como su esposo, César Hidalgo, también se entristecieron porque vieron a su hija disfrutar cada clase de la catequesis (o explicación, como se le llamó mucho tiempo). La pandemia obligó a que algunas de esas clases fueran virtual, pero eso jamás afectó la ilusión de Kristel.
La gran fecha de la primera comunión estaba fijada en el domingo 16 de mayo, pero el enyesamiento hacía pensar que ya la niña no iba a poder cumplir con el sacramento.
Padre apuntado
Ahí es donde entra Ivonne Granados, tía materna de Kristel y quien al conocer el gran dolor de su sobrina por no poder hacer la primera comunión se movió y fue a hablar con el padre Fabián Campos Chavarría, de la parroquia San José, en de Palmares de Pérez Zeledón.
La tía le contó el caso y preguntó si existía la posibilidad de que Kristel hiciera su primera comunión en la casa… ¡y el padre dijo que sí!
De una vez pusieron la fecha, sería el viernes 14 de mayo a las 4 de la tarde.
“Desde mediados de abril hablamos con el padre y él siempre se puso a nuestras órdenes, en la familia estamos muy agradecidos porque cuando le dijimos a Kristel que sí haría su primera comunión se emocionó demasiado y eso es bueno para su recuperación”, cuenta Ivonne.
Lo que ocurrió después es un ejemplo de aquel refrán de nuestros abuelos que dice “uno pone y Dios dispone”. La pandemia obligó a que en la parroquia San José suspendieran las primeras comuniones, que empezaban este domingo 16 de mayo; pero, por esas cosas de la vida, la de Kristel fue la única que se concretó.
“Como estamos con esto del coronavirus tan fuerte, en la familia no creíamos que el padre iba a llegar; sin embargo, por aquello hicimos un arrocito con pollo y nos preparamos. No sabe usted la tremenda alegría de mi hija cuando le dijimos que ahí venía el padre”, recordó Lucrecia.
Unión familiar
La familia se unió alrededor de la grab ilusión de Kristel de recibir por primera vez a Jesucristo Eucaristía y fue así que su prima Ivonne Granados, de 16 años y quien tenía el vestido de su primera comunión guardadito, se lo prestó de inmediato. “No hubo que hacerle nada, estaba superlimpio, solo lo aplanchamos porque le quedó perfecto”, explicó la tía.
“Estoy muy feliz por haber hecho la primera comunión, me encantó poderla hacer en mi casa y comulgar por primera vez, pero me duele mucho por mis compañeritos de catecismo porque ellos no han podido hacerla”, nos dijo Kristel.
El padre Campos nos dio su punto de vista de lo que vivió con el caso de la chiquita: “Han sido unos meses muy duros y ante la pandemia hay que adaptarse a las circunstancias y superar todo tipo de obstáculos. Comprendí el estado de salud de la niña y su deseo de recibir la eucaristía.
“Estas experiencias nos ayudan a valorar cosas sencillas pero fundamentales como la salud, la familia, el trabajo y la fe. La gran ilusión de Kristel al recibir a Jesús Eucaristía fue muy linda, rostro sonriente, sus lágrimas nos demuestran que, pese a la enfermedad o alguna limitación física, cuando Dios reconforta y consuela se vive su real presencia en nuestras vidas”.
“Esa es la noticia de esta primera comunión, el encuentro personal de una niña con Jesús, un encuentro que llena de esperanza, consuelo y fortaleza”, agregó el sacerdote, quien aquel 14 de mayo no pudo quedarse al arrocito con pollo. Había que dar misa de las cinco de la tarde.