Los ticos conocemos los orígenes humildes de nuestro héroe nacional Juan Santamaría.
Sabemos que falleció el 11 de abril de 1856 en Rivas, Nicaragua, después de incendiar el mesón donde se refugiaban los filibusteros que, a las órdenes de William Walker, deseaban adueñarse de Centroamérica y esclavizarla.
Eso sí, puede ser una novedad enterarnos de que tenía apenas 25 años de edad y que antes de ofrecerse para defender la patria trabajaba en Alajuela como albañil.
El dato del oficio lo señala un documento que se logró bajo juramento ante una autoridad jurídica, es decir, tiene sustento.
En aquella época las casas se construían con adobes, entonces puede ser que Juan trabajó preparándolo o encalando las viviendas, algo muy común.
En 1931, en un trabajo de la Municipalidad de Alajuela, también se documentó, con señores muy mayores que recordaban que sus familiares les aseguraron que Juan Santamaría hizo labores de albañilería en la casa del alajuelense Pedro Saborío.
Todo esto nos lo cuenta el investigador Ronald Castro, quien conoce como pocos detalles de la vida del héroe.
Entonces, analiza don Ronald, si Juan era albañil antes de la guerra de 1856 y el mayor proyecto de construcción que tenía Alajuela en ese momento era la catedral, es muy posible que se haya ganado los frijolitos en esa obra.
Hay versiones que lo confirman, pero no fueron dadas bajo juramento ante autoridad judicial.
Algo que sí se sabe con certeza es que era aprendiz de músico, por eso le decían tamborcillo; no fue porque tocara el tambor, sino porque era un novato en las artes musicales y así les decía a quienes estaban apenas comenzando.
En esta nota vamos a dar un paseo por los datos verdaderos que se tienen de Juan ya que hoy conmemoramos los 165 años de la Batalla de Rivas, cuando nuestros soldados pusieron a correr a los invasores.
Este recorrido lo haremos con la guía de Ronald Castro, quien ha dedicado gran parte de su vida a rescatar la historia que se puede comprobar de su amada provincia y del tamborcillo.
Él trabajó en el Departamento de Educación del Centro de Capacitación para América Latina y el Caribe de Hábitat para la Humanidad Internacional y fue oficial académico de los programas de maestría en género y construcción de la paz y educación para la Paz de la Universidad para la Paz, de Naciones Unidas y con sede en nuestro país.
Sí recibió clases
Se tiene confirmado que Juan sabía ya leer música y su nombre aparece en una de las listas de la Banda Veterana de Alajuela en 1846, cuando tenía 15 años. Estuvo al menos tres años como voluntario aprendiz de banda.
Hay una canción que toda la vida se ha cantado en las escuelas y en su primera estrofa dice: “Juan Santamaría nació en Alajuela, tan pobre vivía, que no fue a la escuela”.
Eso es cierto, sin embargo, no significa que no supiera leer o escribir porque cuando tenía unos 7 años asistía a clases en la casa del maestro José María Castillo.
En aquella época en el país se usaban casi que solo dos libros “Catón” y la “Cartilla” y ambos eran para aprender a leer y escribir, eso sí, con mucho contenido católico.
Explica don Ronald que Víctor Guardia, hermano del general Tomás Guardia, describió a Juan como patojo, una clara referencia a que caminaba como un pato.
Eso puede ser muy normal porque en una foto que hay de unas primas hermanas se ve que eran bajitas, delgadas, morenas y, posiblemente, tenían un gran parecido a él.
Doña Petronila Caravajal, la bisabuela de Santamaría, es descrita en documentos de la Iglesia católica (como el de matrimonio, bautizo y en el de defunción) como mulata (mezcla de blanco con negro). Eso explicaría por qué a Juan se le ha representado con labios gruesos y pelo colocho.
No fue hijo único
Algunas personas creen hoy que Juan Santamaría era hijo único, pero es falso. Hay información que prueba que la mamá tuvo seis hijos: los dos primeros fallecieron al mes de nacidos y el tercero apenas al nacer.
El primer hijo que sobrevivió fue Juan, hubo una hija que se llamó María Joaquina y de la cual no se saba nada más que el hombre y que sí llegó a la adultez.
El menor de los hijos de Manuela Carvajal (o Santamaría, como también se le conoce) fue Rufino de Jesús, que nació muy grave.
Cuenta don Ronald que un documento describe que estuvo “en trance de muerte”. Como tres semanas después de nacido hubo que correr en busca de un sacerdote que le aplicara el agua del socorro --un bautizo de emergencia-- de lo malito que estaba el bebé, nos dice el investigador.
Perfectamente se puede concluir, comenta don Rónald, que el primer gran acto heroico de Juan Santamaría no fue ir a quemar el mesón, sino correr a buscar el sacerdote que bautizó a las carreras a su hermanito.
Entonces nuestro héroe tenía apenas 8 años.
Del hermanito menor del tamborcillo se documentó, con testimonios de la época, que tuvo problemas mentales y físicos, por eso no pudo “ejercer los oficios que se esperaban de un hombre” en la Costa Rica del siglo XIX. Tanto necesitaba Rufino de su mamá que falleció tres meses después de que ella murió.
También peón
De Juan también está documentado que trabajó como peón en la casa de Pedro Saborío Alfaro, uno de los personajes platudos de la Alajuela de entonces.
Era cafetalero, comerciante, militar y fue gobernador de la provincia.
“Hay un testimonio de un descendiente de don Pedro que confirma que Santamaría trabajó en esa casa. Fue un testimonio oral”, explica don Ronald.
Se dice que antitos de agarrar la tea encendida y tomar el camino que lo llevó a la muerte, y a la inmortalidad, Juan dijo “velen por mi madre, no se olviden de mi madre”.
Le preocupaba mucho que quedara desamparada.
Varios intentaron quemar el mesón
Hubo otros costarricenses que también trataron de incendiar el mesón de Rivas para expulsar a los soldados de Walker.
“Un solado herediano, Jerónimo Segura, aseguró que fueron varios los soldados ticos que lo intentaron. Juan fue uno más, incluso, Jerónimo dijo que cuando estaban buscando quién se ofrecía, Juan le dijo a él que por qué no iba, entonces Jerónimo le dijo que él solo estaba ahí para que le dieran instrucciones y Juan le respondió ‘no vas porque sos pendejo, yo ya fui a dar fuego y no puse objeciones’”, nos dice don Ronald.
Jerónimo, nos explica el investigador, dio más detalles...
“Me sentí insultado, tan retado que dije ‘yo voy’ y le di fuego a una de las esquinas del mesón, después volví, pero dije ‘ahora con este señor (Juan) que dice que es tan valiente’”.
Y entonces Jerónimo y Juan fueron, tea en mano, a volarle más fuego a la construcción.
La declaración habla de que cada uno llevaba una antorcha y que cerca del mesón sintió Jerónimo como que Juan lo empujó y al verlo se dio cuenta de que Juan tenía el cuello lleno de sangre y aun así, sangrando, siguió con la misión de prender el fuego a uno de los aleros.
Poco después murió y Jerónimo trató de llevarse el cuerpo a un sitio donde no lo alcanzaran más balas, pero le gritaron que lo dejara, que salvara su vida y así lo hizo.
¿Ganaba un sueldo el soldado Juan Santamaría? Claro, nos responde don Ronald.
Hay un vale del 11 de junio de 1856, tres meses después de su muerte, de pago de sueldo y el cual confirma que se le debían siete pesos, que le pagaron a su mamá.
En aquella época el soldado raso ganaba un suelo de 9 pesos. Nuestra legislación tenía claro que las pensiones eran de la tercera parte del sueldo, por eso la pensión para la mamá de Juan fue de tres pesos.
Sí murió en Rivas
Otro cuento de camino dice que Juan no murió en Rivas sino camino a Alajuela; sin embargo, existe un documento oficial del Gobierno en el cual se da la lista de los fallecidos por la guerra entre abril y mayo de 1856 y aparece el nombre de Juan Santamaría.
“El Gobierno tenía muy ordenado el tema de los fallecidos en guerra a consecuencia de las balas del enemigo, porque en esos días se podía morir por un balazo o de cólera.
“Los muertos en guerra recibían pensión y los que morían por enfermedad no, por eso se debía tener un orden absoluto, tanto así que Juan Alfaro Ruiz, oficial coronel de Alajuela, se quedó sin pensión porque murió de cólera. Cuando sus hijos reclamaron se las negaron”, aclaró el investigador.
También se tiene confirmado que sí le decían Erizo. Víctor Guardia dice en sus memorias que así lo llamaban.
“En este punto hay que diferenciar que se le decía Erizo por su pelo chuzo, lacio, el típico pelo de un indígena. Nos han querido hacer creer que erizo se refiere a pelo colocho, pero no”, explica don Ronald.
Otra cosa cierta, como dice el himno a Juan Santamaría, es que se trata de un soldado inmortal.