La familia Del Valle lleva 218 años ganándose la vida con el arte sacro y siendo los joyeros de la patrona de Costa Rica, la Virgen de los Ángeles. Pero desde que las iglesias cerraron el pasado 18 de marzo, han sufrido en carne propia la crisis económica que viven miles de costarricenses.
Sin embargo, tras tres meses y medio bastante duros, la Negrita le hizo un verdadero milagro al joyero que encontró una forma de ganar algo de platica.
“La Negrita salvó económicamente a mi familia en estos tiempos de covid-19”, aseguró.
Fernando Soto Coto es el último de los llamados “joyeros de la Virgen” que queda con vida, tiene 43 años y heredó el oficio de su papá, don José Antonio Soto, quien falleció en el 2018.
Ahora a don Fernando le está tocando bailar con la más fea, porque en los dos siglos anteriores, su familia jamás vivió una crisis económica como la que estamos atravesando.
Esta dinastía familiar de Joyeros de la Virgen nació en 1802, cuando don José María del Valle y Alarcón, llegó a Costa Rica desde Cataluña, España, para dar clases de música.
Fue contratado como músico y maestro de capilla por los responsables de la ermita de la Virgencita en Cartago, pero al darse cuenta que también era orfebre y joyero, le encargaron la creación del primer resplandor y pedestal de la Negrita, trabajo que se convirtió con el paso del tiempo en una herencia laboral para la familia.
Crisis única
Ningún otro joyero de la Virgen experimentó un cierre de iglesias por cuatro meses. De ese tiempo, tres meses y medio fueron realmente cuesta arriba para don Fernando, quien recibió varias amargas llamadas en las cuales las iglesias y clientes de toda la vida le cancelaban o suspendían los encargos porque no tendrían con qué pagarle.
Para que se haga una idea, el negocio de arte sacro de esta familia depende económicamente en un 95% de lo que encarguen las iglesias del país. Sí salen otros trabajitos, pero lo religioso es lo principal.
“Soy la sétima generación, de la familia Del Valle, que es joyero y guardián de la Virgen de Los Ángeles y me ha tocado vivir lo que sin duda alguna es la época más dura de toda la historia en el negocio.
“Realmente todo el negocio se vino de pique, todo se frenó. Nos quedamos sin un solo cinco de ingresos desde marzo pasado y eso nos golpeó mucho porque los recibos y pagos no se detienen, esos sí siguen llegando puntuales.
“No puedo negar que con esta crisis uno se llega a desesperar, yo me ponía la ropa de trabajo todos los días y me iba para el taller, pero no había nada para hacer, no podía ni siquiera adelantar un pedido que me dejaron suspendido porque realmente uno no sabe cuánto tiempo pasaremos con esto del coronavirus”, explica don Fernando.
Ni materiales
En algún momento intentó trabajar en dos virgencitas que le pidieron en dos iglesias, de las grandecitas; sin embargo, cuando se iba a fajar duro, más para mantener la mente ocupada en otra cosa que no fueran las deudas, se dio cuenta que no solo Costa Rica estaba en una profunda crisis y detenido, sino que muchos países del mundo también, ya que los materiales que ocupaba se acabaron a nivel nacional y hasta ahora no hay una fecha para la llegada de los pedidos.
“Cuando uno se encuentra en una profunda crisis económica, debe estar muy centrado y pedirle mucho a Dios porque se puede desviar con pensamientos muy negativos.
“Yo comencé a llenarme de esos pensamientos negativos, me ponía a pensar que ya estaba en una de las épocas más buenas del año, que se venía junio y julio, que es cuando muchas iglesias hacen sus pedidos y me lleno de trabajo.
“Me acordaba cómo en estos meses me pedían réplicas de la Virgencita de los Ángeles, me pedían que restaurara algunas imágenes que con el paso del tiempo se afectan, me contrataban resplandores para Nazarenos, para otras vírgenes, también restauraciones de cálices, copones, incensarios... En fin, era mucha cosa, ¡eran meses de un buen aguinaldito! Pensaba todo eso y me cogía algo de desesperación, entonces le rezaba a Dios y a la Virgencita”, recordó.
La Negrita abrió el candado
Después de tres meses y medio de llevar palo del bueno en lo económico, a don Fernando le cambió su situación de la noche a la mañana, gracias a la tremenda ayuda de la propia Virgen de los Ángeles.
“Era como principios de julio, una mañana más, una vez más me puse la ropa de trabajo y una vez más entré al taller a hacer nada. Me ponía a acomodar la mesa de trabajo, que me la heredó papá, pero ya la había acomodado durante los tres meses y medio; sin embargo, lo hacía para ocuparme en algo.
“De un pronto a otro abrí una de las gavetas que extrañamente no había abierto desde la crisis y ahí apareció, solito, ahí tenía que estar, pero tenía tiempo de no ocuparlo, era el molde del manto de la Virgencita que la familia tiene desde 1885 y ahí fue cuando ella, porque estoy seguro que fue ella, La Negrita, me puso la idea en la cabeza: ‘haga virgencitas para venderle a la gente con estos moldes’”, recordó el Joyero de la Virgen.
Grandes dudas
La inspiración le llegó y tenía la idea, pero no el convencimiento suficiente. Al principio lo dudó.
“Es que era algo muy difícil de creer, hacer algo para vender justamente en tiempos de crisis económica, cuando la gente lo que no tiene es plata.
“No voy a negar que le di varias vueltas en la cabeza a la idea, me daba temor invertir tiempo y dinero y quedar peor que al principio; sin embargo, me animé, lo hice poco a poco. Al inicio solo hice dos virgencitas con el molde del manto de 1885 y el molde de los resplandores y la base de 1926.
“Fueron dos virgencitas de 9 centímetros, no las hice más grande para probar. Hay que entender que con tantas semanas de crisis uno queda golpeado, pero para la virgencita no hay nada imposible, esas dos se me vendieron al instante y quienes me compraron regaron la voz y en menos de una semana tenía un pedido de 10, a la siguiente de otras 10”.
Volvió el trabajo
Don Fernando volvió a estar ocupado a mediados de julio, él asegura que gracias a la Negrita le salen clientes nuevos sin usar un solo cinco en publicidad, eso no termina de entenderlo, pero le deja a Dios las bendiciones que recibe.
Esas virgencitas que está haciendo son las réplicas más exactas del manto y el resplandor de la patrona de Costa Rica que se pueden conseguir en el país, porque se hacen con moldes que superan los 90 años de antigüedad. Eso convierte a las creaciones de este orfebre en piezas únicas, si usted quiere una, llámelo al 8844-7957.
Cada pieza tiene un baño de oro de 18 quilates y baño de plata pura, además, piedras de cristal Swarovski. Se usa latón que es un material más fino que el bronce. Valen 65 mil colones.
Las réplicas se hacen con un proceso 100% artesanal. Son las manos de don Fernando las que le dan vida a cada obra.
Doña Ingrid Umaña Rojas es la esposa de este breteador sacro y le echa el hombro con algunos detalles de las virgencitas. Esta joyera asegura que los pedidos de anillos, cadenas y aretes que le hacen a ella, fueron los que evitaron un desplome total en las finanzas del hogar.
“La platica que ha entrado por la venta de las virgencitas nos están ayudando a pagar las cuentas, eso nos tiene muy contentos. No es que ya sale uno del todo, pero al menos se ve esa luz de esperanza.
“Volvieron los ingresos económicos y paso ocupado todo el día, me siento demasiado feliz de esa ayuda que me está dando mi amada Negrita.
“La crisis que viví me enseñó que una emergencia de estas se puede dar en cualquier momento, por eso siempre hay que reinventarse, haciendo cosas nuevas, no con lo mismo de siempre, ir un paso adelante. Siempre en el área de uno, arte sacro, pero pensando adelante.
“Siempre hay que tener un plan b, c y hasta h. Me llena el corazón el saber que Dios siempre lo ve a uno con ojos misericordiosos y que la Virgencita siempre intercede por uno”, concluyó el Joyero de la Virgen.