“Una nueva vida, un nuevo comienzo para una niña de 12 años en ese momento, fue viajar sin rumbo a un lugar totalmente desconocido, con tres hermanos menores que dependían de su mamá soltera.
“Una niña que tuvo que aprender a controlar y guardar sus emociones para que sus hermanos no la vieran llorar, tratar de ponerle optimismo a lo que estaban pasando y que jugaba con cuadernos sacados de la basura en busca de estudiar un poco y entender a lo que se enfrentaría una vez entrara a un colegio diferente.
“Dormir en un parque por tres días consecutivos, sin comida ni dinero para sobrevivir, cuatro niños menores de edad donde la mayor apenas había cumplido sus 12 años. Una madre que se aventuró a un peligroso e incierto futuro en busca de guardar la vida de los cuatro y la propia.
“Un sueño se empezó a formar, buscando liberar sus sentimientos por medio de la escritura, buscando liberarse de aquellos tormentos de noches oscuras o incluso las ganas de llorar mientras escribía, así empezó a escribir romance en narrativa, yéndose por un poco de poesía en sus párrafos, algo que estaba lista para mostrar”.
Estos cuatro primeros párrafos de la nota los escribió Kelsy Colomer Barmúdez, quien tiene 17 años, está en quinto año de colegio en el Liceo del Sur, en el josefino barrio Cuba, y que descubrió que escribiendo podía esconderse, primero, de la culpa que sentía porque su familia se tuvo que venir corriendo para Costa Rica, y liberarse después, al entender que nada era culpa suya sino del dictador nicaragüense Daniel Ortega.
“Trabajó en una tienda, pero el acoso laboral pudo más que su resistencia, lo cual la llevó a recaer en un bajón emocional muy fuerte, sin más que hacer simplemente no se rindió. Ama bailar, ama la música, el teatro, la escritura y el canto.
“Pero quizás aquello no es lo correcto para poder apoyar de manera económica, a punto de cumplir sus 18 años, y de salir de su quinto año de colegio, busca mantener su sueño, llegar a destacar por sus habilidades”, también nos escribió Kelsy.
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Ella llegó a Costa Rica hace casi 5 años. Estaba en sétimo de colegio en Nicaragua, en la zona conocida como Triángulo Minero (lo completan los municipios de Siuna y Bonanza), en la región autónoma de la costa del Caribe norte, a 500 kilómetros de Managua.
Como era una líder colegial y comunal, cuando el 18 de abril del 2018 comenzaron los enfrentamientos entre el pueblo y la dictadura de Ortega, Kelsy decidió no apoyar la causa del dictador y, quien no apoya, está en contra y comenzó la persecución. Por eso ella, su mamá y sus tres hermanos tuvieron que salir corriendo para Tiquicia ya que los pusieron en la lista negra. Llegaron a nuestro país el 18 de diciembre del 2018.
“Sentía demasiada culpa, diría que más de lo que una niña de 12 años puede cargar. Creía que las amenazas de muerte a mi familia, la salida del país, el hambre que pasamos y no tener donde dormir, todo era culpa mía y no me lo perdoné al inicio.
“Gracias a que comencé a escribir, encontré una forma de liberar mis culpas, de entender que aquella niña de 12 años no tenía culpa de nada. También aprendí que podía y puedo hacer mucho para lograr un gran futuro.
“Hace cinco años jugaba con cuadernos que sacaba de la basura, ahora tengo cuadernos que lleno de mi inspiración, mi poesía, mi narrativa. Sé que seré escritora, también bailarina, en fin, artista, amo el arte. También quiero ser sicóloga y lo voy a lograr”, dice con total seguridad la estudiante que está a pocas semanas de sacar su bachillerato colegial.