Un joven iraní encontró en Costa Rica un lugar en el que respira paz y vio en el café no sólo la forma de salir adelante, sino que le dio un toque único a esta bebida, para venderlo en media calle y así cambiar el día de aquellos que van en carro hacia sus trabajos o centros de estudio.
Todos los días, en los alrededores del centro comercial Plaza Mayor, en Rohrmoser, usted verá a Amin bien chaineado, con camisa de manga larga, corbata y delantal y con la mejor actitud, listo para ofrecerle su especialidad. En sus manos lleva una bandeja, en la que tiene las bebidas y un aperitivo, para que la pase en todas el resto de su jornada.
Este muchacho es barista y pastelero y le tomó dos años buscar la manera de preparar el café de una forma diferente, pero que conservara su sabor y calidad.
Luego de intentarlo, logró crear una bebida fría, con leche condensada y cacao y así se tiró al agua. Pero no sólo eso, también tiene un yodito caliente y galletas de avena con chocolate.
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Amin Sadigh Ehyayie Asl, nombre completo de este pulseador, llegó a Tiquicia en mayo del año pasado, con su hermana Sarvnaz y su cuñado Arash.
La familia dejó Irán en el 2017, en busca de paz y por cinco años vivieron en Nicaragua, pero los problemas sociales y políticos que hay en el vecino país los hizo cambiar de opinión y llegaron a Costa Rica, para empezar una nueva vida.
El joven islámico tiene 33 años, nació y se crió en Tabriz, una localidad en el norte de Irán. Antes de cruzar el charco trabajó en una fábrica de alimentos para animales, vendía carros y hasta trabajó en una boutique.
“Nos vinimos de Irán porque la economía está mal, las leyes son muy fuertes y es muy feo, pero allá no existen las libertades, las mujeres no pueden andar como quieran porque las matan.
“A veces me preguntan si es por una razón en especial y es que allá hay muchos problemas, uno no puede estar en paz, por eso quisimos buscar una vida nueva. Allá no se puede hablar abiertamente de temas como la religión o el gobierno, no se puede opinar y bueno, mucha gente sabe lo que allá está pasando”, recordó.
Sueños. En diciembre del año pasado fue al concierto de Roger Waters, vocalista de Pink Floyd, en el estadio Nacional. Además, desea conocer otros países.
Le encanta el gallo pinto, pero aún no ha probado el rice and beans y espera hacerlo pronto, pues ha escuchado muchas recomendaciones de este platillo caribeño.
Comenzar de cero
Este pulseador es barista, sabe preparar bebidas a base de café y es pastelero. En suelo pinolero se compró una especie de carrito, con el que comenzó con el negocio de las bebidas y las galletas.
“En Nicaragua tuvimos algunos problemas con las autoridades, luego llegó la pandemia e íbamos sobreviviendo, pero vimos que cada día era más difícil vivir allá y por eso decidimos venirnos para Costa Rica. Allá vivimos en Granada y Managua y en el 2020 la familia se hizo más grande, cuando nació mi sobrino Jonh Leonardo”, recordó.
Amin y su familia ya conocían de Costa Rica. Llegaron al país de forma ilegal y pidieron refugio y desde entonces, viven en esta condición. No bastó mucho tiempo para que se enamoraran de Costa Rica, les encanta el país. Conoce La Fortuna, en San Carlos, Puntarenas y Limón.
“El clima es riquísmimo, el ‘pura vida’ lo transmiten de principio a fin, he conocido todo tipo de personas por mi trabajo y no tengo quejas, la gente es muy amable.
“Al inicio pensaba que sería difícil, porque sé que acá hay muchas personas de Nicaragua, de Venezuela, pero todos te reciben bien, te abrazan, es increíble”, afirmó.
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Este muchacho no se quiso quedar de brazos cruzados y de inmediato buscó la forma de ganarse la platita.
Por un tiempo trabajó en Jacó, en un hotel y luego ya se trasladó a la capital. Vive cerca de La Sabana y todos los días prepara las bebidas para tirarse a la calle a vender. Amin aseguró que llama a su proyecto Amin Coffee Dealer y así aparece en Facebook e Instagram.
“No tomamos mucho café en Irán, somos más una cultura de té. Me gusta el café dulce, entonces por eso preparé el café frío, pero ofrezco el café caliente y las galletas. Antes hacía las galletas, pero ahora las compro. A diario preparo 20 cafés calientes y 20 cafés fríos, a veces lo logro terminar todo y me voy a recargar”, recalcó.
Amin no tiene un horario para vender sus productos. Cuando hace sol llega antes del mediodía y se va en la tarde, pero una vez que empiece las lluvias llegará más temprano, para que no lo sorprendan los aguaceros.
Cuando le preguntamos por el precio de sus productos fue muy claro, él le dice a sus compradores que tanto el café como las galletas se los deja a mil colones o lo que la gente desea dar. Le pueden pagar en efectivo o por sinpe móvil, al 7228-0577.
“Yo estoy muy agradecido, porque ya hasta tengo clientes fijos. Me siento muy feliz de trabajar así”, comentó.