Su capacidad para adaptarse a las adversidades y su deseo de superarse, a nivel personal y profesional, hicieron que una joven de El Roble de Puntarenas le sacara el jugo a las distintas oportunidades que le dio la vida y hoy labora como trabajadora social en una clínica en Estados Unidos.
Yarinsi Torres tiene 28 años y siempre fue una estudiante aplicada. Eso le ayudó para recibir becas en escuelas y colegios privados, y en el en el 2012 ingresó, también becada a la Fundación Colegio del Mundo Unido Costa Rica (UWC Costa Rica), una institución internacional que le abrió las puertas para estudiar en el extranjero.
Torres es la menor de cuatro hermanos y por situaciones sociales, como ella misma lo definió, fue separada de sus padres y siendo una chiquita de cinco años fue recibida en el Hogar Cristiano El Roble, junto con sus hermanas, y ahí comenzó su proceso para educarse y recibir formación en valores.
Esta profesional conversó con La Teja para contar su valiente historia, en la que les agradece a muchas personas que en el camino la orientaron para seguir adelante.
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Un nuevo comienzo
Yari, como es conocida por sus seres queridos, reconoció que sus orígenes son muy humildes. Cuando llegó al Hogar Cristiano lo hizo con sus hermanas Roselyn y Shirleny, mientras su hermano Frasier fue llevado a otra institución.
“Fuimos educadas por monjitas, uno convive en una especie como de casa y ahí nos daban todo lo que un niño puede necesitar: educación, comida, un techo. Había un sitio muy grande para jugar, nos llevaban a la playa, a excursiones, celebrábamos los cumpleaños, íbamos a misa.
“Allí estuve hasta los 8 años, queríamos estar con nuestro hermano, lo veíamos todas las semanas, pero queríamos estar con él siempre y se lo hicimos saber a las monjitas, y ellas nos reubicaron en las Aldeas SOS. Estuvimos en la casa de Tres Ríos y Limón y, gracias a eso, nos dieron becas para ir a escuelas y colegios privados y públicos.
“Formé parte de los Guías y Scouts, nos daban clases de inglés, me gustaba el ballet. Fueron muchos cambios en poco tiempo y cuando estaba en décimo me hablaron de la oportunidad de ir al UWC. No sabía qué era y comencé el proceso para aplicar por una beca, con uno de los muchachos de las Aldeas” relató.
Oportunidad de oro
Yari aplicó para obtener la beca, pero no ganó el examen la primera vez. Pese a sentirse decepcionada, pensó en quedarse en las Aldeas, pero una de sus cuidadoras le insistió cuando se abrió una nueva oportunidad y, gracias a su “tía”, vivió una de las mejores experiencias de su vida.
“Cuando hubo una nueva convocatoria, mi tia me fue a buscar para que volviera a participar y le hice caso, y luego de todo el proceso obtuve la beca. Fue una experiencia muy enriquecedora; al inicio me costaba procesar todo lo que pasaba, porque no hablaba del todo inglés. Luego empecé a onocer a personas de otras culturas y ahora tengo amigos de España, Guatemala, México, Argentina, Ecuador y otros países.
“Nunca me imaginé que estaría en una institución como esta. Recuerdo que tenía un amigo en las Aldeas, que leía en inglés y yo quería hacerlo. Me encanta leer y gracias a la beca pude hacerlo. Al salir del colegio, podía optar por estudiar en universidades de Costa Rica o Estados Unidos, y decidí probar suerte en el extranjero, para estudiar trabajo social, porque me gusta ayudar a la gente”, añadió.
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Torres llegó a la Universidad de Wartburg, en Iowa en el 2014, y allí sacó su bachillerato universitario. Durante un tiempo trabajó en una organización visitando pacientes y dando apoyo a familias de bajos recursos, y luego se matriculó en la Universidad de Northern, también en Iowa, para obtener una maestría.
“De la maestría me gradué en el 2021 y, de inmediato, me postulé para trabajar en la Mayo Clinic Health System en Austin, Minnesota. Este fue un proceso duro, tuve que hacer el examen 3 veces para ingresar, pero lo logré y estoy muy feliz”; destacó.
Yari visitó Costa Rica por última vez en el 2017. No ha podido volver por la pandemia y porque se le dificulta por temas de recursos y trabajo, pero confesó que extraña muchísimo a sus hermanos. Tampoco ha podido compartir con sus sobrinos y no escondió que le hace falta la comida tica.
“Me fui de Costa Rica muy joven y, por supuesto, extraño muchas cosas. Todos los días comparto con muchísimas personas, el trabajo que hago es un poco similar, pero cada uno vive una experiencia diferente.
“Me gusta aprender de mis colegas, de mis supervisores, de mis pacientes, de las experiencias que se me presentan. He cometido errores, pero he aprendido para mejorar y crecer como trabajadora social.
Cuando estoy trabajando leo, hago mucho ejercicio, me gusta caminar, ver animales, ver tele, compartir con mis amigos”; recalcó.