El pasado 19 de abril la vida de Bryan Castillo, con 32 años, cambió para siempre. El doctor Federico Malavassi le dijo que le tenía dos noticias, las dos buenas, pero que una podría considerarla mala: que sí le iban a poder salvar la vida y que iba a tener que usar marcapasos el resto de su vida.
“Conocía casi nada sobre marcapasos. Tenía demasiadas dudas. Creía que usar marcapasos era un asunto de pasar 24 horas en cama. Creía que cuando se acabara la batería me iba a morir. La verdad la noticia me impactó.
“No podía creer que yo, un futbolista que jugó en las ligas menores de Brujas FC, que hago ciclismo de montaña fuerte, que nado, que corro, iba a terminar con un marcapasos.
“Creía que el marcapaso era para gente viejita hasta que me pusieron uno”, nos explica Bryan, quien es de Pavas, pero ahora vive felizmente casado en Heredia, es periodista, estudia para ser abogado y muy amablemente nos abrió su corazón con marcapasos.
Este 29 de setiembre se celebra el Día Mundial del Corazón y por eso le contamos la historia de Bryan, para que usted esté atento a su relojito.
El pasado 5 de setiembre cumplió un año de que, trabajando en la Asamblea Legislativa como asesor del diputado liberacionista Francisco Nicolás, de un pronto a otro, mientras subía gradas, llegó a la oficina, y como él mismo dice, se desconectó.
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Los primeros desmayos
“Dicen mis compañeros de trabajo que entré agitado, que dejé mis cosas y me fui al baño y cuando volví caí desmayado. No me acuerdo de nada. Esa fue la primera de unas 30 veces que me desmayé. Incluso cuando me desmayaba me orinaba y me golpeaba muy fuerte la cara. Repito, no recuerdo nada de eso.
“También dicen mis compañeros que al estar desmayado dejaba de respirar por lapsos. Cuando ya reaccionaba me sentía frío, se me dormían las manos y los pies. Duraba muchos minutos recuperándome. Comenzaba el día bien y sabía que venía desmayo porque me comenzaba a sentir cansado, mareado y pasaba”, recordó Bryan.
A partir de los desmayos comenzó un proceso para identificar qué le provocaban esos desmayos. Ahí fue, tal cual él lo explica, que le aparecieron dos ángeles, los doctores Alejandro Sanabria y Federico Malavassi.
Ellos, en el Hospital San Juan de Dios, lo trataron como un rey hasta que le llegaron a la raíz de los desmayos, después de ponerle un chip bajo la piel para que registrara las 24 horas cómo trabaja el corazón de Bryan.
El chip fue el que dictó sentencia: el corazón de este joven de 32 años en ocasiones dejaba de latir por hasta casi tres segundos.
Miedo a dormir
Lo normal, dice la medicina, es que deje de latir hasta 2,2 segundos. En asuntos del corazón una milésima de segundo más es mucho y él se pasaba 8 milésimas, incluso, hubo registros de que pasó 3,5 segundos sin latirle el corazón. Si un corazón deja de latir 4 segundos podría haber hasta daño cerebral.
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“No podía dormir de la desesperación. Me daba miedo morirme mientras dormía porque en reposo total es cuando mi problema aumentaba. Le pedía a Dios, con todo el corazón, todas las noches que me dejara amanecer porque yo quería vivir: estoy casado, mi esposa está embarazada y tengo 32 años. Le pedía duro a Dios que amaneciera con vida”, recordó Bryan.
Un año después de su primer desmayo, Bryan entró al quirófano en el San Juan de Dios para que le pusieran el marcapasos.
“Fue una operación ambulatoria, realmente no sentí casi nada. Al principio medio sentía un bultito en mi pecho, pero ya no siento nada. Estoy a muy pocos días de poder volver a hacer todo lo que siempre disfruté haciendo.
“Podré jugar fútbol, andar en bicicleta, correr, levantar pesas, nadar, en fin, voy a volver a mi vida normal. Antes del marcapasos vivía un día a la vez porque no sabía si al otro amanecería. Ahora es diferente, entiendo que uno puede fallecer en cualquier momento, pero ahora tengo esa ayuda que necesita mi corazón. El marcapasos le ayuda a mi corazón a mantener el ritmo normal para vivir normalmente”, nos explicó Bryan muy alegre y agradecido con Dios.
El joven de 32 sigue con su vida, el próximo 2 de octubre vuelve al bretecito en la Asamblea Legislativa, que por cierto nos dijo que el dipu Nicolás y todos los compas se pusieron la camiseta y lo trataron de maravilla, hasta lloraron con sus desmayos porque sus compas al igual que en la familia, hubo momentos que creyeron que lo iban a cafetear.
Pandemia de cardiopatías eléctricas
La doctora Melissa Rodríguez Israel, presidenta de la Asociación Costarricense de Cardiología (ASOCAR), al conocer el caso de Bryan, quien a sus 32 años ocupó marcapasos, nos confirma que el país vive lo que ella considera una “pandemia de infartos y cardiopatías eléctricas como las de Bryan, que son personas que ocupan marcapasos”.
La tecnología ha provocado que ahora se tengan dispositivos para lograr diagnósticos y tratamientos más tempranos. Estamos en tiempos en los cuales se logran diagnósticos de problemas cardíacos en jóvenes cuando antes era asunto de adultos mayores, de 65 años para arriba.
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“El marcapasos acompaña al corazón, le marca el paso al corazón. En el momento en que el corazón comienza a latir más lento, el aparato se da cuenta y empieza a ayudarle para que tenga más latidos por minuto. Es un vigilante, cuando hay frecuencia cardíaca baja, entra a funcionar. Si el corazón late bien, el marcapasos no se mete.
“Bryan hará su vida normal, incluso hasta podría vivir más que muchos de nosotros. La gran mayoría conoce poco de los marcapasos, pero son una excelente ayuda. Se puede comer de todo, hacer vida normal completamente. Cuando se gasta la batería, que dura como 10 años, se cambia y listo, sin problemas”, aseguró la cardióloga.