Marlon Castillo Masís, más conocido como Teco, es un joven boyero de 30 años, quien siempre madruga para ordeñar las vaquitas y cabras de la finca. Luego de eso sale a trabajar con sus dos inseparables compañeros: los bueyes El Pinto y La Florcilla.
Él es toda una sensación en Tuetal Sur de Alajuela, ya que cada vez que sale de la casa tiene que estar haciendo paradas porque todo el mundo tiene que ver con los animalotes.
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“Yo voy mucho al centro de Alajuela a comprar alimento y a hacer otros mandados y siempre se me acercan las personas, sobre todo niños, para pedirme que los deje subirse en la carreta y que les permita tomarse fotos con los bueyes.
“Duro más en las sesiones de fotos que haciendo los mandados, pero es que cómo le va a negar uno una foto a un chiquito que se siente interesado por los bueyes, más sabiendo que ya cuesta ver una yunta con carreta en la calle.
“Me hace gracia que la gente está tan poco acostumbrada a ver estos animales, que a veces las mamás les dicen a los hijos: ‘Vean que lindas vaquitas vienen ahí', y yo les aclaro que son bueyes para que no confundan a los chiquitos”, contó entre risas.
Les presentamos a este amante del boyeo porque hoy se celebra el 15 aniversario de la declaratoria del boyeo y la carreta como patrimonio intangible de la humanidad.
Los choferes le dan campo
El boyero dice que más de una vez se ha quedado atrapado en las presas de la Liga, pero sale rapidito porque le dan campo.
“A los choferes seguro les llama la atención ver una carreta con todo y bueyes haciendo fila detrás de un carro y por eso me dan campo para que pase, son muy considerados en ese aspecto, yo siempre les agradezco”, relató.
Teco dice que en el lugar donde vive, él es el único que tiene yunta, pero eso en vez de hacerlo sentir incómodo, lo llena de orgullo y de ganas de seguir adelanto con la bella tradición del boyeo.
Él cuenta que le hace a todo, lo contratan para arar terrenos, para hacer fletes de jalar madera, piedra, arena y hasta para amansar bueyes.
“En mi casa siempre hemos tenido bueyes, desde pequeño me encantaron esos animales y siempre he trabajado con ellos. Un señor que se llama Leco Rojas me enseñó mucho sobre el boyeo, él está muy mayor y ya no pueden andar con yuntas, pero también es un apasionado de estar tradición.
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“Como yo le enseño a las yuntas a trabajar el campo, a veces vienen y me ofrecen comprarlas porque ya están educadas, entonces yo las vendo y me compro otros bueyes para amansarlos y empeñarlos, que es enseñarles a arar”, relató.
Él vive con sus papás, doña Alina Masís y don Carlos Castillo, quienes viven orgullosos de que su muchacho mantenga la tradición boyera de la familia.
“Mi papás siempre me dicen que están orgullosos de mí y me motivan a seguir en esto, los vecinos y conocidos también, me dicen que soy un ejemplo porque ahora la mayoría de personas que tienen yunta la tienen para ir a desfiles, no para trabajar como yo.
“Mi deseo es seguir con mis bueyes hasta que Dios me preste vida, no me interesa dejarlos porque esto es lo que me apasiona. Hasta el momento nunca me ha faltado el trabajo, siempre me salen trabajitos ya sea por hora o por contrato”, contó el valiente.