“Antes de entrar a la Universidad de Costa Rica busqué otras opciones y me di cuenta de que era imposible para mí. Ni siquiera podía imaginar cómo conseguir la cantidad de dinero que pedían las otras instituciones. Si no hubiera sido por la UCR y por el sistema de becas, en definitiva jamás sería médico”.
Esto lo dice con mucha seguridad la médico general Génesis Soto Chaves, de 25 años graduada de la Escuela de Medicina de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Es del barrio San José en Alajuela y un reflejo de esfuerzo, constancia y disciplina. Sus notas demuestran la entrega al estudio porque logró un promedio de 9,22 en el bachillerato y de 9,67 en la licenciatura. Fue una de las más sobresalientes de su generación.
Hay algo que destaca a doctora Soto: ella es 100 % resultado de la educación pública y la primera profesional de su familia gracias al esfuerzo de su mamá, doña Gabriela Chaves.
Estudió en una escuela pública y en el Colegio Científico de Alajuela, ingresó a medicina en el 2015 y se graduó el 2 de marzo de este 2022.
“Siempre voy a estar muy agradecida con mi familia y con la UCR por darme la oportunidad de estudiar. No todas las familias están dispuestas a esperar seis años para que su hijo o hija pueda salir a trabajar. En especial familias como la mía, con recursos limitados y que vamos día a día, luchando y consiguiendo las cosas que uno necesita. El dinero no nos sobraba”, dijo.
¿El motor de Génesis? Su madre y su hermana Celeste. Ella está rodeada de mujeres que describe como valientes.
“Si hay algo en las mujeres de mi familia es valentía. En el caso de mi mamá, toma mucha valentía ser madre soltera y decidir darlo todo para que mi hermana y yo cumplamos los sueños que tenemos.
“Para que yo pudiera ser doctora mamá hizo de todo: cuidó chiquitos, trabajó en casas, en tiendas, en fin, es una todoterreno. Trabaja en lo que salga con tal de ayudarnos. Siempre fue cómplice de los sueños de mi hermana y míos. No sé cuántos trabajos tuvo mi mamá, pero hoy soy doctora gracias a ella”, asegura Génesis.
Y ante esto vienen las palabras de doña Gabriela.
“Siempre le dije a Génesis que sí se puede. Una como mamá está ahí, apoyando el esfuerzo de los hijos y de alguna forma eso la fortaleció, darles confianza es importante. Verla con bata de doctora es confirmar que sí se pudo y que siempre podrá hacer todo lo que se proponga, con esfuerzo, dedicación y ganas. Como mamá su título me hace muy feliz”.
Sueño cumplido
La doctora nos respondió algunas preguntas:
¿Qué la llevó a escoger esa carrera?
Primero quería ser abogada y luego muchas profesiones más. Después, por cosas del destino y bendiciones de la vida, llegué al colegio científico. Es un colegio muy bueno, que está enfocado en encontrarles a los estudiantes sus habilidades y desarrollarlas. Ahí descubrí que la ciencia era lo mío y empecé a buscar una opción en ciencia sin dejar de lado la parte social.
¿Por qué servirle a la gente?
Cuando era pequeña, mi hermana y yo crecimos en la casa de mi bisabuela. Éramos mi bisabuela, mi mamá y yo en un inicio. Mi hermanita nació después. Mi bisabuela desarrolló una enfermedad terminal y tuvo apoyo por medio de las clínicas del dolor de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Al ser una paciente terminal, el personal de la CCSS iba a la casa a verla. Ahí vi, por primera vez, lo importante que podría ser el simplemente acompañar a alguien. Nosotras tuvimos ese acompañamiento por parte de los médicos. Aparte de eso, creo que tengo esa sensibilidad social porque he sido producto de la educación pública.
¿Quiénes más ayudaron para que lograra ser doctora?
Hay un dicho africano: ‘para criar a un niño, se necesita un pueblo’. Yo creo que para formar un médico se necesita también de un pueblo.
Yo a ese pueblo lo tuve por todo lado. Desde mi casa, con una hermana que está ahí a la par siempre, hasta con mi mamá, que desde pequeña me enseñó la excelencia. A pesar de que mi hermana es pequeña, ella entiende que cuando uno está estudiando, con el simple hecho de no tocar la puerta o traerle a uno café, ayuda mucho.
— Disfrutar la familia. Estos últimos siete años han sido de mucho estudio, horas fuera de la casa. Ahora, quiero darme un poco más la oportunidad de tratar a mi hermana, pasar más ratito con mi mamá, salir a tomar un café con ellas, cosas que antes no podía tanto”.
En cuanto a mi mamá, desde primer grado me decía: ‘eso no quedó bien, hay que volver a hacerlo, eso está feo, podés hacerlo mejor’. Eso hace que como médico sea igual. Hasta en mis notas para mis pacientes decía: ‘¡ay, no!, esto está feo. Voy a hacerlo de nuevo, el paciente merece la mejor nota posible’. Esas experiencias de vida lo van formando y lo convierten en quien uno es.