Con gran orgullo y felicidad la ballena jorobada de botellas de plástico que se exhibe en Bahía Ballena, celebra que cumplió su objetivo: eliminar el gran problema por la basura de botellas plásticas vacías que tenía la comunidad.
Este ballenato que diseñó en el 2018 el joven Albán Corrales de Pérez Zeledón y que la comunidad de Bahía Ballenna forró de botellas plásticas, se hizo para lanzar un grito de auxilio ante tanta basura.
Cuatro años después, doña Tania Calderón, presidenta del Comité de Eventos de Bahía Ballena y de Geoporter Costa Rica, la organización que lidera la campaña Bahía Ballena libre de plástico, nos dice con mucho orgullo que lo lograron.
“Exhibimos la ballena como un triunfo. Imagínese que no la podemos mover mucho porque sí hay ya que meterle mano con algunas reparaciones, pero con mucha felicidad le digo que nos va a costar repararla porque ya en la zona no hay botellas plásticas botadas… ¡la gente aprendió!”, comenta doña Tania.
El grito de auxilio se hizo con una escultura de un ballenato de 7 metros de largo y 6 de ancho con las aletas extendidas. Se esperaba que ayudara en algo, pero jamás que frenara en seco la contaminación con plástico y eso lo celebra la comunidad.
La estructura de metal con botellas plásticas amarradas en la cual participó casi toda la gente de Bahía Ballena, es un claro ejemplo de que cuando se quiere, se puede.
Doña Tania nos explica que las empresas que realizan paseos para ver ballenas y delfines eran los que más cochinero dejaban de botellas plásticas vacías, pero desde el 2018 cambiaron su mentalidad y ahora no dejan ni un fósforo botado.
“Por supuesto que vamos a reparar y a poner bien guapa la ballena de plástico, pero creo que tendremos que crear una campaña para que nos regalen botellas, ya que es casi imposible encontrar botadas en Bahía Ballena. Ese es un lindo problema que enfrentaremos porque hace cuatro años no nos imaginamos ver la comunidad sin basura. Todos unidos lo logramos”, explica.
Fiestón para las jorobadas
Este fin de semana del 1, 2 y 3 de setiembre está vestido de fiesta en el Pacífico Sur y específicamente cerca del Parque Nacional Marino Ballena en Bahía Ballena y a pocos kilómetros de playa Uvita con la celebración del XIII Festival de Delfines y Ballenas.
Las grandes estrellas del momento son las ballenas jorobadas, ya que por esta época se pueden ver muchas en lo que significa una experiencia única, eso sí, hay que respetar y mucho todas las medidas de precaución y seguridad, además de respeto al ambiente.
Pasacalles, desfiles de bandas, conciertos, clases de zumba y cardio dance, concursos de karaoke, talleres para la confección de papalotes, ventas de artesanías, comida de la zona y hasta un baile en el Salón Comunal de Bahía, son parte de las actividades. Lógicamente, también viajes en lancha para ver las ballenas.
“Las ballenas jorobadas vienen a aguas costarricenses para reproducirse y tener sus crías. El proceso de gestación tarda aproximadamente 11 meses. Tanto el Parque Nacional Marino Ballena y el Pacífico Sur son aguas privilegiadas.
“Por lo general nos visitan de julio hasta finales de octubre provenientes del sur. Esta especie es espectacular, con múltiples maneras de saltar, muestran sus colas y aletas. Finalmente, como detalle curioso su aleta pectoral es la más larga de todas las especies de ballenas”, comenta Paula Ramírez, guía especializada y una de las organizadoras del festival.
De acuerdo a información del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), las ballenas jorobadas miden entre 14 y 16 metros y pesan más de 40 toneladas, lo que a manera de comparación podrían ser el peso de 4 elefantes adultos. Con respecto a su tamaño promedio se asemeja a un furgón con todo y su cabezal.
Su vida promedio está entre los 60 y 80 años. Un dato destacado es el enorme tamaño dee sus aletas pectorales que pueden medir entre 4 y 5,5 metros. Además, los ballenatos llegan a pesar entre 1 y 2 toneladas al nacer. Al iniciar su segundo año de vida abandonan a sus madres con un tamaño promedio de 9 metros.
“Poseen entre 270 y 440 barbas negras grisáceas de 70 a 100 centímetros de longitud de largo a cada lado del maxilar que les permiten filtrar el agua para obtener el alimento que consiste en krill (un crustáceo parecido al camarón) y peces pequeños”.