Una de las iglesias más valiosas del país por su antigüedad y por su historia requiere una buena inyección de plata para quedar puros dieces.
Se trata de la iglesia de san Blas, ubicada en el centro de Nicoya y construida en 1850 en el sitio donde en 1544 se levantó la primera parroquia del país.
El templo resultó muy dañado por el terremoto del 5 de setiembre del 2012, que tuvo una magnitud de 7,6 grados en la escala Ritcher, según la Red Sismológica Nacional y por eso hay que meterle plata con algunos arreglos. Esa plata la pondrá el Gobierno. En total se van a utilizar ¢345 millones.
El templo necesita reparaciones en los acabados de pisos, repellos, elementos decorativos, revestimientos y techos, además de las paredes del presbiterio y la sacristía. La idea es dejarla bien guapetona y que vuelva a recibir a los devotos.
El padre Carlos Abarca dice que la comunidad católica le tiene un cariño especial a la iglesia por ser tan antigua y agradeció al Gobierno por la restauración.
“Lo importante es que se mantenga el patrimonio. Uno de los reclamos que hacen los que adversan la Iglesia es que el Estado le da mucho dinero, pero no es a la Iglesia, es para proteger el patrimonio. Ese templo, junto con el de Orosi y el de Ujarrás son emblemáticos para nosotros”, dijo.
La platica para los arreglos va a salir del presupuesto del Ministerio de Cultura, pero esta restauración es la tercera que se le hace desde el terremoto. Ya se han invertido en dicho templo ¢370 millones y le han reforzado la estructura, los muros laterales (sur y norte) y la fachada.
El presidente de la República, Carlos Alvarado, visitó la iglesia en julio para comprometerse con el apoyo a las obras.
“Tenemos la confianza y la voluntad política para llevar a buen puerto la conclusión del remozamiento para el disfrute de toda la población”, dijo el presi.
Se proyecta que durante este mes de setiembre se avance en las especificaciones técnicas para que el arreglo salga a licitación y que pueda estar arreglándose en el 2019.
“El costarricense como que no valora lo antiguo. Vimos cómo se volaron la Biblioteca Nacional y otros edificios importantes y nos les importó que hicieran cualquier cosa. Por dicha Patrimonio protege las iglesias”, dijo el sacerdote.