Los palotes de aguacate, el aterro de hojas que echa y la dificultad para apear el fruto son tres razones que han hecho que se pierdan, durante años, cosechas de los aguacates criollos de Orotina, San Mateo y Esparza donde están los más deliciosos del país.

Así lo aseguró Patricia Quesada, máster en Ciencias de la Universidad de Costa Rica, que está promoviendo que los vecinos de esos cantones aprendan a injertar los árboles y les puedan sacar más provecho.

“A todo el mundo le da miedo tener árboles grandes y además, el aguacate cuando florea bota un montón de hojas que llenan los patios y taquean las canoas. Además, los aguacates caen en los techos y los dañan”, dijo doña Patricia, como parte de las razones del desinterés de una parte de la población de estas regiones.

Explicó que eso ocurre cuando los árboles son sembrados mediante semilla porque no es la mejor forma de mantener las características del árbol original. Además, de esa forma crecen mucho.

“Trabajamos con estos cantones porque desde hace mucho tiempo es donde mejores aguacates se producen en el país, pero los frutos están en los patios y en los jardines de las casas", dijo doña Patricia.

Manos a la obra

Lo bueno es que no tiene porque seguir siendo así, pues la UCR está enseñándoles a los que tienen árboles en sus terrenos como producirlos correctamente para que les puedan sacar provecho comercial y los ticos podamos seguir comiendo ese delicioso y saludable fruto.

“En frutales se recomiendan los injertos y la gente no sabe, lo desconoce. La gente disfruta de la vida del árbol, pero en un momento, se enferma el árbol, o se muere de viejo o se corta porque la familia creció y necesita espacio y así se llegan a perder montones de cosechas y de frutos”, dijo Quesada.

Los expertos se han reunido con los pobladores para enseñarles las técnica de siembra y darles mantenimiento.

“El año pasado hicimos talleres y les enseñamos a propagar. Encontramos un grupo grande con aguacates de calidad y les dimos información de cómo debe ser el manejo”, agregó.

Eso sí, dijo que es un fruto delicado

“Lo bueno es que muchos están anuentes. Hay personas que lo reproducen pero lo hacen mal en la parte de la técnica. Hay que ver que es un aguacate más pequeño que el de México, el cual es enorme y eso le encanta al productor, pero no tanto al consumidor que puede pensar que no lo va a comer todo, que quizás por la misma cantidad de plata puede obtener más de los pequeños y a eso se le puede sacar una ventaja”, añadió.

Sin embargo, también hay productos criollos muy pequeños, que para vender no funcionan tanto.

Expresó que el aguacate criollo contiene más agua que el de México y es ideal para aquellas personas que quieren cuidar la dieta. “El de México es más seco, más pastoso, tiene más aceites (de los buenos), es nutritivo. El criollo al no tener tantos aceites es ideal para esos que cuidan el peso".

La Teja conversó con un productor de aguacates de esa zona, Iván Molina y dijo que sus árboles tienen quince años en promedio y una altura de unos seis metros. Sí los tiene injertados y los vende.

“Todo árbol injertado es mejor porque uno elige la calidad de la fruta, el tamaño y hasta el sabor y aquí sabemos que producimos los mejores”, comentó.

Agregó que está al tanto de las visitas que ha realizado la UCR a Orotina pero no ha conversado con ellos. “Me encantaría, estamos agrupados en una asociación. Somos como 30”, detalló.

Dijo que la principal dificultad que enfrentan son los aguacates que entran de Panamá y de Nicaragua, que los hacen pasar por criollos y compiten por precio. “Ahorita la producción está en pleno apogeo”, contó.