Una turrialbeña de la pura cepa, Valeria Dittel Tortós, de 23 años y vecina del barrio Loma Azul, es parte del equipo de jóvenes ticos que actualmente trabajan en el Proyecto MUSA, el cual tiene como objetivo que Costa Rica haga realidad la segunda misión espacial de su historia, en la última semana de noviembre.
Estudió en la escuela pública azucarera, Mariano Cortés y se graduó del Liceo Experimental Bilingüe de Turrialba. Siendo niña sí fue de muñecas y peluches, además, desde muy pequeñita se le desarrollaron dos pasiones: el voleibol y los bailes folclóricos.
Desde que tiene memoria le encanta la ciencia por eso fue muy normal para ella estudiar Ingeniería Electromecánica (Mantenimiento Industrial), en el Tecnológico de Costa Rica.
Su pasión por el espacio despertó a finales del 2016, cuando fue a un campamento aeroespacial de la Universidad de Costa Rica, al terminarlo se dio cuenta que se había enamorado perdidamente del espacio y todo lo que tenga que ver con él.
“‘Esto me gusta’, fue lo que me dije. Quiero hacer algo en ese campo que me dé la oportunidad de crear cosas nuevas y que sirvan para el país, me convencí. Creo que por eso me decidí por la Ingeniería Electromecánica, porque sabía que ahí podría crear, inventar y aportar.
“Me encantó todo lo que significó para el país el Proyecto Irazú. También me motivó todo el trabajo que hizo y hace don Franklin Chang y doña Sandra Cauffman. En realidad, tuve muchas y muy buenas motivaciones espaciales”, nos comenta Valeria.
El Proyecto Irazú desarrolló el primer satélite de Centroamérica hecho en nuestro país que tenía tecnología espacial para vigilar el cambio climático. Fue un proyecto de la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE) y el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC). El satélite fue lanzado el 2 de abril del 2018.
“Siempre he sido muy curiosa. Lo que me gusta de lo aeroespacial es que siempre está en la punta de la tecnología, uno siempre tiene que dar la milla extra para sacar proyectos adelante. Es un ambiente muy dinámico y de constante aprendizaje.
“Me gusta la parte de las investigaciones científicas y biotecnológicas. Me encanta conectar lo espacial con la ciencia. Cuando se vivió en el país el Proyecto Irazú, jamás imaginé que varios años después estaría metida en la segunda misión espacial de nuestra historia con el Proyecto MUSA que arrancó desde el 2019″, reconoce la hija de doña Lilliam Tortós y don José Dittel.
El trabajo actual de Valeria también incluye a otros ticos: Carlos Rodríguez de Tibás y María Fernanda del Barco de Limón.
“Todo comenzó como un proyecto estudiantil en el TEC y cuando recibieron hasta un premio internacional se dieron cuenta que podían convertir en realidad ese proyecto y fue así como estos jóvenes estudiantes crearon la empresa Orbital Space Technologies (OST) que recibe el apoyo de la empresa privada: Arroz Imperio, Nassar Abogados y Liberty Empresas.
Por estos días, previo al lanzamiento, vive días muy llenos de trabajo; sin embargo, lucha por sacar tiempo para compartir con sus amigos, ir al cine, tocar la organeta, el piano y el ukelele, instrumentos que le encantan, así como le fascina el cine de ciencia ficción, por supuesto que entre sus favoritas está toda la zaga de La Guerra de las Galaxias.
Admira a las hermanas Sylvia y Claudia Poll, a Andrea Vargas, a todos los ticos que trabajan en la NASA y a Cristiana Figueres. Tiene una gran deuda con ella misma porque no conoce a Franklin Chang, algo que espera algún día lograr.
Proyecto MUSA
El Proyecto MUSA es el nombre de esta misión espacial. Han trabajado por más de tres años y la idea es utilizar microgravedad para buscar un tratamiento innovador al Mal de Panamá (enfermedad que afecta a las plantaciones de banano). Una propuesta que ya ha sido premiada en muchos sectores del ambiente aeroespacial en todo el planeta.
OST usa tecnología de información (formada por estudiantes de distintas universidades y carreras, en su mayoría del Tecnológico de Costa Rica -TEC-) y presentó un dispositivo (CubeSat, llamado Orbital) que en noviembre próximo realizará un vuelo suborbital (abandona la atmósfera terrestre a más de 100 kilómetros de altura), convirtiéndose en apenas la segunda misión espacial desarrollada en el país y la primera a cargo de una empresa privada.
“Somos una empresa conformada por jóvenes, en su mayoría mujeres, que es algo importante para resaltar y generar un conocimiento más variado y amplio. Nuestro objetivo es traer la ciencia a la región y que se pueda desarrollar investigación espacial acá, aprovechando todas las oportunidades y fortalezas que tenemos para llevar valor a la industria”, comenta Valeria.
El vuelo suborbital es la primera fase, después se espera enviar el experimento a la Estación Espacial Internacional (ISS).